Marcos de Quinto: un “pirata” aborda la política
“No. A mí me interesa la política, pero enrolarse en un partido supone renunciar a la independencia, y yo la valoro demasiado como para perderla. De la política, más que los partidos me interesan las personas. Lo único que le puedo decir es que no soy del PP, aunque tengo amigos que son o han sido dirigentes importantes del PP y les respeto”. Solo hace seis meses Marcos de Quinto (Madrid, 1958) respondía de esta manera en una entrevista a la pregunta sobre qué haría si Albert Rivera le pidiera que se uniera a Ciudadanos. Este sábado el presidente de la formación naranja anunciaba el fichaje del exvicepresidente mundial de Coca Cola como número dos en la lista por Madrid a las elecciones generales.
Desde que abandonó su carrera como directivo a principios de septiembre de 2018, el que se define como “Pirata. Navego sin bandera” en su perfil de Twitter se ha mostrado muy activo en la red social defendiendo postulados cercanos a Ciudadanos y atacando con especial virulencia a Unidos Podemos, a los partidos independentistas catalanes y al presidente Pedro Sánchez. Con una locuacidad propia del ocio, aunque tiene una sociedad con la que elabora vino y miel, De Quinto no ha parado de lanzar mandobles más a siniestra que a diestra en los últimos meses.
Alabado por su talento directivo, atacado por su verborrea, De Quinto es capaz en una misma mañana en Twitter de alabar a Margaret Thatcher y atacar posturas sectarias, renegar de las banderas (“menos colores y más razones, menos banderas y más maneras...”) a lanzar un ardid patriótico por “sentirse orgulloso de nuestra historia y de las gestas de nuestros antepasados” o señalar como una “reivindicación social justa” al feminismo para luego matizar con que está en contra del “feminismo excluyente” o que el machismo es un “problema doméstico”. A los sindicatos les sigue teniendo la misma beligerancia que hace años: “La sociedad cada día les da más la espalda por sectarios, parasitarios e inútiles”.
Inconformista, ingenioso y seguro de sí mismo, para unos, arrogante, lenguaraz y prepotente, para otros, está por ver cómo el ex directivo de la multinacional, que asegura “sentir poco respeto por la jerarquía como expresión simple de que hay otro por encima” o que “sin desobediencia no hay desarrollo”, se las arregla en las aquilatadas estrecheces de los argumentarios de un partido político. De hecho, De Quinto abandonó en mayo de 2108 un puesto en el consejo de administración de Telepizza al no estar de acuerdo con la alianza con Pizzahut.
Hijo del dramaturgo José María de Quinto que se convirtió en directivo de seguros La Estrella -“vengo de la nobleza arruinada”, puntualiza- se educó en el colegio privado Estilo, un oasis educativo heredero de la Institución Libre de Enseñanza en tiempos de Franco. Abandonó la carrera de Ingeniería Industrial y asegura que se exilió algunos años ante el interés que supuso ser delegado en la Escuela de Ingenieros de la Politécnica de Madrid por parte de la Brigada de Información de la policía franquista. A su vuelta, ya con Adolfo Suárez como presidente, se matriculó en Económicas en la CEU.
Pertenece a la camada de los directivos españoles que cree firmemente en que “no existe barrera insalvable si uno cree firme y honestamente en algo y lucha por ello”. No es raro encontrar en los perfiles sobre su persona que trabajó como monitor de esquí o vendiendo pizzas, aunque con 23 años ya había entrado en Coca Cola. En la compañía multinacional ha estado 36 años, donde llegó a ser presidente de Coca-Cola Iberia, lo que incluía el negocio en España y Portugal, y vicepresidente de la división europea de The Coca-Cola Company. En la multinacional terminó los dos últimos años de su periplo profesional como vicepresidente mundial de marketing, con un sueldo que superaba los 7 millones de euros anuales.
Su carácter transgresor, que en marketing le ha dado tantas alegrías, se convirtió en su principal fuente de problemas, especialmente por su elocuencia en Twitter. Su gestión en España se vio enturbiada con unas declaraciones polémicas ante el ERE de más de 1.900 personas que se anunció para la compañía embotelladora de Coca Cola. Desde “el problema de este país es que todo el mundo quiere tener el trabajo a la puerta de su casa” a “el ERE está quitando privilegios a liberados que cobran 110.000 euros y solo trabajan 13 días al año: lamento descubrírtelo”.
La compañía, cuyo principal mercado en Europa es España, se enfrentaba por primera vez a la petición de un boicot de sus productos y a una pugna sindical, especialmente, con los trabajadores del centro logístico de Fuenlabrada que terminó perdiendo en los tribunales. La guerra afectó a la esfera persona de De Quinto, que vio como un grupo de sindicalistas protestaba a las inmediaciones del lugar donde celebraba la boda con su segunda mujer.
En los últimos años del conflicto sindical en la planta madrileña De Quinto ya no estaba en España. Había sido nombrado vicepresidente mundial de marketing de la compañía, lo que se interpretó por algunos como una patada hacia arriba en una compañía poco amiga de que sus conflictos laborales se hagan públicos mientras tenía lugar una lucha interna por el poder de la compañía con la presidenta de Coca-Cola European Partners, Sol Daurella, y por otros, como la culminación de una carrera que acababa en la cumbre.
De Quinto solo estuvo dos años como número tres de la multinacional en Atlanta. Según él, volvió “para vivir”. Será padre en 2019 de su cuarto hijo, el primero con su segunda mujer, la soprano Angélica de la Riva, y este mismo año aparece su libro Notas desde la trinchera, toda una declaración de intenciones de su visión del mundo empresarial.