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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Mariano Rajoy, el político con alma de centrocampista defensivo

Esto es lo que hay. El mito del Rajoy futbolero, el que devora todos los días el Marca después de disputárselo con su hijo a brazo partido, el que se fue a la Eurocopa para ver un partido de la selección mientras el país estaba en estado de coma económico, resulta que no es especialmente un fino analista del deporte que le apasiona. 

Dedicación no le falta. En su participación en el programa de la COPE Tiempo de Juego dedicado a la jornada de la Champions, dijo que ve dos o tres partidos los fines de semana y que es abonado del Real Madrid desde hace muchísimos años, pero sus comentarios estuvieron a la altura de un chaval de ocho años que ha empezado a ver partidos. Es muy posible que su hijo, que le acompañó a los estudios, pueda hacer un análisis más detallado del juego. 

Si cada español, como se dice en estos casos, es un seleccionador de fútbol en potencia, Rajoy no ofreció las frases rotundas que se esperan de los aficionados en los bares o en sus hogares. Si acaso, sólo cumplió en la parte del optimismo a prueba de bombas y derrotas humillantes ante el Barça: “Yo creo que el Madrid este año se va a recuperar. La undécima (Copa de Europa) puede caer este año”. Fue un momento loco, desatado, para lo habitual en el presidente del Gobierno.

Pero hasta ahí le superó su hijo pequeño al que preguntaron qué le parecían los comentarios del FIFA 2015, el videojuego con el que el presidente y su hijo matan las tardes. “Me parecen bastante mejorables, por no decir que son una basura”, respondió el chaval provocando grandes carcajadas entre los asistentes (lo que no es raro, se pasan el programa riendo). Rajoy le dio una colleja por el terrible precedente que supone: por fin un miembro de la familia Rajoy dice lo que piensa con claridad. 

En esta campaña en la que los políticos han decidido de repente que tienen que confirmar a los votantes con pruebas fehacientes --televisivas-- que también son seres humanos, Rajoy se fue a la radio para hacer doblete. Primero, con la retransmisión de los partidos, luego a las doce en el programa El Partido de las 12. Al debate de los cuatro grandes candidatos, enviará a Karanka, es decir, la vicepresidenta (esta broma se ha hecho mucho en Twitter), pero en los asuntos de fútbol no se puede delegar. Como decía Bill Shankly: “Hay gente que cree que el fútbol es un asunto de vida o muerte. Eso me decepciona mucho. Le aseguro que es mucho, mucho más importante que eso”.

Pero la sangre de horchata de Rajoy no le permite arrojar a los micrófonos frases tan legendarias. Es el tipo de hincha que después de una derrota es capaz de decir “no pudo ser”. Tras el primer tiempo del Real Madrid ante el Shakhtar Donetsk, con un 0-1 que acabó con mala pinta para los blancos, se limitó a decir: “Jugó bien al principio y luego se durmió”. No es Guardiola, eso seguro. Veamos qué dijo de Ronaldo: “Hoy está mejor que el otro día. Está más rápido. El otro día estaba más despistado”. Y ya está. 

Forofo de Florentino Pérez

Nunca habló con pasión de los jugadores de su equipo favorito, pero curiosamente sí se definió sin ambigüedades por alguien que no mete goles ni para penaltis. Le preguntaron por Florentino Pérez y a la primera vez se escaqueó, pero a la segunda lo dio todo en favor del presidente del club, silbado y atacado por los hinchas tras la hecatombe ante el Barça: “Yo confío en Florentino Pérez como presidente del Real Madrid. Ahora le están cascando pero eso forma parte del mundo que vivimos”. 

Cabe la posibilidad de que como profesional de la política desde hace 34 años ya sólo se identifique con los presidentes, no con los futbolistas. Los acosados dirigentes cuando las cosas van mal o muy mal, los potentados que lucen menos con los triunfos porque las estrellas son los jugadores. Y “el mundo que vivimos”, pensará Rajoy, es injusto con los que mandan en el despacho y aguantan improperios en el único momento en que se exponen, en el palco. Ingratos.

Como detalle con Florentino Pérez y por el tipo de político que es, el presidente se mantuvo fiel al principio de autoridad. Cuando los periodistas de la COPE le presionaron un poco para preguntarle cómo cree que debería jugar el Real Madrid, no hizo ninguna concesión. ¿Por dónde debe jugar Bale? (para los madridistas, esto es casi importante como el dilema de cómo acabar con ISIS en Siria). “Por donde diga Benítez”. Lo que diga el entrenador. Las cosas como Dios manda. 

Habrá quien piense que todo eso que se dice de Rajoy y su pasión por el fútbol y el Marca sea la típica exageración periodística. Para nada. A las doce de la noche, estuvo más suelto. Se sabe alineaciones de memoria de cuando muchos de los lectores de este artículo no habían nacido. Le gusta leer prensa deportiva.

Este periodista le hizo una entrevista antes de la Eurocopa de 2004 (para un reportaje de televisión, el otro entrevistado era otro madridista confeso, un tal Rubalcaba), una cita solicitada a última hora para hablar sólo de fútbol. No sólo la aceptó, sino que disfrutó cada pregunta. Y cuando acabó, se dio una palmada en las piernas como un chaval que se lo ha pasado en grande y dijo, ante la mirada de cierta perplejidad de su jefa de prensa: “Da gusto hablar de estos temas”. No como los otros, los que me ocupan todos los días, eso de la política, le faltó decir.

Para los periodistas que tuvieron que alargar su jornada laboral a causa de su presencia en un estudio de radio, sólo dejó una frase de las buenas con las que rellenar artículos y columnas. Y tampoco era suya. “Como decía Ormaetxea (entrenador de la Real Sociedad en los 80), no hay mejor defensa que una buena defensa”. Ajá, el auténtico Rajoy, el amarrategui, el que prefiere mantener la portería propia a cero que ya habrá tiempo de lanzar algún contraataque para ganar el partido. El que en su lista de tres jugadores favoritos del Madrid añade a Ronaldo, Modric y Marcelo un cuarto: Casemiro, un mediocentro defensivo, que “será muy importante esta temporada”.

Así que Rajoy no sólo protegió a Benítez por aquello de la autoridad. Quizá sea su tipo favorito de entrenador. Y de político.

El Madrid acabó ganando 3-4 en Ucrania dando una imagen bastante penosa al final. Pero ganó. Rajoy firmaría ese resultado el 20D sin dudar, aunque sea llegando a las urnas con la lengua fuera y cojeando.