Fernando Ramírez de Haro, marido de Esperanza Aguirre, reconoció en un documento fechado en 2014 una deuda de 850.000 euros con cada uno de sus cuatro hermanos y una sobrina, por lo que les correspondía de los 4,2 millones de euros ingresados por la venta de un cuadro de Goya, el retrato de Valentín Belvís de Moncada y Pizarro. Tras salvarse de la ruina gracias a los más de cinco millones de euros ingresados por esa pintura propiedad de la familia, el marido de la expresidenta del PP se comprometía a repartir el dinero con el resto de herederos. Él y sus hermanos firmaron aquel documento, pero Fernando jamás cumplió con su parte, según denuncia Íñigo Ramírez de Haro, que lo ha llevado a los tribunales.
En ese escrito, Fernando reconoce que vendió el cuadro sin ser de su propiedad, y que lo hizo por las dificultades económicas que arrastraba. El marido de Aguirre pudo vender esa pintura porque antes se había simulado una donación, tal y como aseguró en un audio una de sus hermanas. La grabación fue desvelado por elDiario.es. “Para que vuestro padre fuera propietario del cuadro tuvimos que inventar una donación que nunca ocurrió”, cuenta en esa grabación de sonido enviada por WhatsApp a sus sobrinos, los hijos de Fernando y la expresidenta madrileña.
El documento donde admite la deuda y que consta en el sumario que investiga la herencia de la familia política de Aguirre, es lo que se conoce como un reconocimiento de deuda. Un escrito por el que un deudor fija la cantidad que debe a sus acreedores y se compromete a devolver ese dinero, por lo general estableciendo métodos y plazos. Está firmado por los cinco hermanos, aunque se han tachado los nombres de los que no figuran en la querella y sus firmas para preservar su privacidad.
Fernando, conde de Bornos, reunió a sus hermanos a principios de 2014. Para entonces ya había llevado a cabo la donación simulada que se relata en la grabación, y había vendido con la ayuda de Esperanza Aguirre el cuadro al empresario Juan Miguel Villar Mir. Este pagó más de cinco millones de euros en una operación que no estuvo sometida a control alguno, porque tanto Aguirre, que presidía la administración responsable de hacerlo, como su marido evitaron proteger el cuadro como Bien de Interés Cultural.
La cita de toda la familia aquel 9 de enero de 2014 tenía el objetivo de oficializar la deuda del conde de Bornos con sus hermanos y sobrina . El documento está encabezado por el nombre propio y la firma de los cinco, porque uno de ellos, Juan, ya había fallecido. Su parte iría a su hija.
Tenía que mantener el cuadro “en propiedad de la familia”
En el escrito Fernando refleja que su padre le donó “una serie de muebles, cuadros y objetos pertenecientes a la casa de Bornos”. Admite que no le dejó esos bienes para que pudiera venderlos a su antojo, sino para “mantenerlos en propiedad de la familia”. Él solo debía custodiarlos por ser el heredero del título de Conde de Bornos y por quedarse a vivir en el palacete familiar donde residían sus padres.
Lo que no se cuenta en este escrito es que esa donación para conservar el patrimonio familiar, que nunca se llegó a concretar mientras vivía el padre de la familia, se simuló en 2012. Se falseó a través una donación verbal que no había tenido lugar, se le puso una fecha inventada –30 de mayo de 2006– y se firmó ante el albacea de la familia, Francisco Javier Cedrón.
El punto tercero explica por qué se urdió esa operación: Fernando Ramírez de Haro y Esperanza Aguirre necesitaban imperiosamente el dinero. Casados en régimen de gananciales, las deudas millonarias que él tenía con el Banco Santander fruto de sus aventuras empresariales amenazaban con arrastrarlos a ambos a la quiebra. Aguirre, entre lágrimas, llegó a contar a su familia política que temía que Fernando acabara en la cárcel. En el documento se define esa situación desesperada como “circunstancias económicas adversas” que, en concreto, ascendían a siete millones de euros en impagos.
Es ahí cuando dice que en la donación y venta del cuadro ha contado con la “colaboración y apoyo de sus hermanos”. Es, al menos, una afirmación cuestionable. Uno de ellos, Íñigo Ramírez de Haro, alega en su querella presentada en el juzgado número 26 de Madrid que él no conoció hasta 2019 el fraude en la donación simulada de 2012, y que todo se orquestó mientras él estaba en Nueva York. Otro, G. Ramírez de Haro, se negó a firmar inicialmente alegando que todo era “una mentira”, aunque al final accedió porque no había otro modo de salvar a su hermano Fernando de la quiebra.
El marido de Aguirre insiste en que “no ha podido” mantener el cuadro, un valioso retrato de Goya, dentro del patrimonio familiar “como hubiera sido su deseo y el de su padre”. Era, sin duda, el bien más valioso de todos los que albergaba el palacete familiar situado en el barrio de Malasaña en pleno centro de Madrid.
Sin plazos para pagar los 850.000 euros
Es ya en el punto quinto del documento donde reconoce la deuda con sus hermanos. Señala que vendió la pintura de Goya por 5.122.397 euros y “en consecuencia, ha adoptado la decisión” de entregar a sus hermanos –y su sobrina, hija de J. Ramírez de Haro– la cantidad de 853.732,83 euros. Eso sí, sin fijar ningún plazo. Acordaron que les pagaría en las cuantías y pagos “que le sea posible de acuerdo con su disponibilidad”. En total, debía reunir 4.268.664 euros.
A partir de ahí Fernando hace un par de excepciones. Como le contó a B. Ramírez de Haro, y esta detalla en la grabación de WhatsApp a sus sobrinos, renuncia a la posible herencia que deje su madre. De esta forma, si ese dinero y patrimonio colman la deuda con sus hermanos, asunto arreglado. También se compromete a renunciar a su parte si se vende una finca de 600 hectáreas que los hermanos tenían en Guadalajara. Y de paso, renuncia a las rentas de otra finca, denominada Monte Alcarria.
Si acaso todas esas cesiones no bastan, en el último punto el marido de Aguirre se compromete a saldar su deuda “en efectivo u otros bienes”, siempre, claro, que pueda reservarse los suficientes “para vivir dignamente”.
Beatriz Valdés, la madre, falleció en 2019. Íñigo Ramírez de Haro alega que la herencia que dejó esta no cubría, ni de lejos, el montante que su hermano Fernando le adeudaba. También señala en su querella que ese año tuvo conocimiento del engaño que se había urdido para que el marido de Aguirre pudiera apropiarse y vender la pintura, por lo que decidió iniciar las acciones judiciales.
Este documento consta en el sumario del caso pero, al igual que la grabación, no ha suscitado el interés de la fiscal y la jueza que instruye la denuncia. Por ahora el Ministerio Público se ha centrado solo en determinar si hubo delito fiscal en la declaración de la renta de Fernando Ramírez de Haro tras vender el cuadro. No se ha avanzado nada más.