Las mascarillas más caras de España: mala calidad, sobreprecios y mordidas en el Ayuntamiento de Madrid
El Ayuntamiento de Madrid fue timado dos veces en las últimas semanas de marzo de 2020. Las dos investigaciones judiciales puestas en marcha en la Plaza de Castilla revelan que, en los primeros días de estado de alarma, la administración municipal de José Luis Martínez-Almeida se lanzó sin mirar al mercado persa mundial de material sanitario y dejó entrar a comisionistas y supuestos estafadores para comprarles mascarillas, guantes y test. La documentación de ambos casos y los informes del Tribunal de Cuentas revelan que las dos compras de mascarillas FFP2 que hizo el Ayuntamiento a través de Luis Medina, Alberto Luceño y también de Sinclair&Wilde fueron las más caras de todo el país.
La primera estafa es la que supuestamente perpetraron Medina y Luceño después de llegar al corazón de las contrataciones del Ayuntamiento de Madrid en un correo genérico pero pasando antes por los filtros de un primo y la mano derecha del alcalde en el Consistorio. Vendieron, entre otras cosas, un millón de mascarillas FFP2 al Ayuntamiento de la capital procedentes de China y por 6,2 millones de euros.
Ese contrato con la empresa malaya Leno, según la documentación contable del consistorio, quedó firmado el 24 de marzo de 2020 y fue gestionado a través de la funeraria municipal. Ese mismo día la empresa pública daba luz verde a otra operación para comprar medio millón de mascarillas FFP2 para los servicios de Emergencias y Protección Civil de la ciudad procedentes de la empresa estadounidense Sinclair&Wilde por 2,5 millones de euros. En este caso, el contacto del Ayuntamiento fue Phillip Solomon, acusado por el consistorio de haberles estafado por enviar material de mala calidad.
Son contratos que ahora están bajo la lupa de dos juzgados distintos de Madrid pero que, delitos y estafas al margen y mucho antes de que se supiera de Luceño y de Abascal y de las compras de coches superdeportivos, un yate y relojes de lujo, ya fueron señalados por el Tribunal de Cuentas como algunos de los peores tratos alcanzados en España por los grandes ayuntamientos en las primeras semanas de pandemia. En el caso de las mascarillas FFP2 llegadas desde Malasia, el consistorio pagó 6,24 euros por cada tapabocas. En el caso de las que compraron a través de Solomon, el precio fue de 5 euros por unidad.
El informe del Tribunal de Cuentas sobre las compras de emergencia realizadas por ayuntamientos de más de 300.000 habitantes demuestra que estas dos adquisiciones que, al menos en el caso de Medina y Luceño, escondían cuantiosas comisiones para ellos, fueron las más caras que se realizaron en todo el país. Esos 6,24 euros son el precio más caro que recoge el informe. Los 5 euros por mascarilla del contrato de Sinclair&Wilde son el tercero, solo por detrás de una compra que hizo el Ayuntamiento de Sevilla en mayo de 2020 a 5,5 euros por unidad.
El informe y sus datos aportados por los gobiernos locales revelan cómo, en general, los precios pagados por todos los productos sanitarios fueron mucho más altos en las primeras semanas de pandemia, cuando era mucho más complicado conseguir mascarillas o guantes en el mercado internacional con los precios por las nubes y muchos países recurriendo a los mismos proveedores. En ese escenario, la diferencia entre lo que pagó Madrid por estas dos compras de mascarillas y el resto de ayuntamientos es grande: en marzo de 2020, Barcelona compró a 2,5 euros la mascarilla FFP2; Zaragoza, a 1,60 euros por unidad; y Palma, a 3,99 euros.
A la duda sobre el precio, que en el caso de Medina y Luceño estuvo inflado por las comisiones que ellos pactaron con la empresa Leno a espaldas del Ayuntamiento y aprovechando la coyuntura, se suman también las sospechas sobre la calidad. El juez de este primer caso de mascarillas ha puesto en marcha varias diligencias para analizar la calidad de los productos que ambos trajeron desde China. El juez del segundo caso, recién reabierto tras localizar a Phillip Solomon, basa por ahora su actuación en un informe de la Policía Municipal que deja claro que esas mascarillas no estaban a la altura de los estándares internacionales.
Las estafas, las más caras
El análisis que hace el Tribunal de Cuentas revela que el Ayuntamiento de Madrid, por norma general, no compró peor que otros grandes consistorios pero que las compras en las que intervinieron comisionistas o supuestos estafadores fueron los peores negocios para las arcas públicas. En cuanto a las mascarillas quirúrgicas, por ejemplo, Madrid pagó 0,50 euros por cada unidad: menos que Sevilla, Málaga, Murcia, Palma, Las Palmas y Bilbao.
Ni Medina ni Luceño ni Solomon vendieron mascarillas quirúrgicas al Ayuntamiento de Madrid, sino FFP2, y fueron las ventas más caras del país. Ya en el mes de mayo, el consistorio cambió de proveedor y empezó a pagar precios más nivelados en comparación con el entorno nacional, similares a los de Bilbao o Sevilla, por ejemplo.
Lo mismo sucede con los guantes de nitrilo. En el caso de los facilitados por Medina y Luceño –que, además de caros, eran demasiado cortos y de mala calidad–, el consistorio compró a razón de 0,20 euros por unidad. En esas mismas fechas, por ejemplo, el Ayuntamiento de Zaragoza compró a 0,06 euros la unidad, el de Málaga a 0,08 euros la unidad y el de Córdoba a 0,07 euros la unidad. La propia Elena Collado, entonces responsable de las compras, expresó su preocupación por la calidad y por el precio a Alberto Luceño por WhatsApp.
Tampoco hubo problemas de precio con el gel hidroalcohólico, compra en la que no intervino ningún comisionista que esté investigando la Justicia. Madrid compró a 25 euros la unidad, más barato que Barcelona o Las Palmas y sólo un poco por encima de lo que pagaron Córdoba y Málaga.
El caso más destacado es el de los test que compraron a Leno a través de Medina y Luceño. En marzo de 2020 el Ayuntamiento de Madrid se los compró a razón de 16,03 euros la unidad. En esas mismas fechas, Barcelona hizo varias compras a razón de 7,36 euros la unidad. En Zaragoza, por 6,40 euros cada test. Una vez en Madrid, además, las autoridades comprobaron que la mayoría de los test no tenían la sensibilidad necesaria y hubo que gestionar durante meses la llegada de nuevos reactivos para poder utilizarlos con garantías.
Los controles del Ayuntamiento
Las dos compras de mascarillas que el Ayuntamiento de Madrid hizo a Leno y a Sinclair&Wilde fueron las únicas adquisiciones de mascarillas FFP2 que realizó, según la documentación de la Funeraria, hasta finales de abril cuando escogió a GLSMED Trade como proveedor principal de este material. Dos compras y dos supuestas estafas que ahora investigan dos juzgados de la Plaza de Castilla de Madrid.
En el caso de la segunda investigación, la relativa a Phillip Solomon, el juez está poniendo en marcha la maquinaria de diligencias después de casi un año de archivo por no poder localizar al presunto estafador. Pero, en el caso de Medina y Luceño, la Fiscalía y el juez llevan dos años siguiendo el rastro del material y las comisiones, y una parte de la investigación se ha dirigido a los controles que el aristócrata y el empresario tuvieron que pasar hasta conseguir que el Ayuntamiento de Martínez-Almeida pagara las mascarillas muy por encima de su precio.
En el caso de Phillip Solomon está por ver cómo llegó hasta el Ayuntamiento. En el de Medina y Luceño, el juez ya ha trazado el camino sin detectar, por ahora, ninguna ilegalidad: Luis Medina buscó y consiguió el contacto del primo del alcalde Carlos Martínez-Almeida a través de la directora de su universidad. El primo del alcalde, tras consultar con la coordinadora de alcaldía, le dio un email donde llegaban todas las ofertas. A partir de ahí, y prometiendo al consistorio que habían renunciado a cobrar comisiones, empezó el proceso de contratación.
En ambos casos falta por determinar, fuera de las responsabilidades penales, si en algún momento el Ayuntamiento de Madrid o alguna de las personas que intervinieron en ambos procesos hizo alguna labor de comprobación sobre los proveedores a los que iban a pagar varios millones de euros en un momento con poco margen para pensar. Ni Medina ni Luceño tenían entonces experiencia en el mercado textil o sanitario, pública u oculta. Sinclair&Wilde, según su web, es una “firma de consultoría estratégica global que provee soluciones geopolíticas a quienes toman decisiones gubernamentales de alto nivel”.
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