El Congreso de los Diputados guarda bajo relativo secreto tres informes sobre el golpe de estado del 23F: uno redactado por el jefe de seguridad de la Cámara, otro de los secretarios de la Mesa y un tercero que refleja la transcripción de la comparecencia en la que el ministro de Defensa ofreció las primeras conclusiones en una sesión a puerta cerrada que se celebró un mes después de los hechos.
Los papeles fueron parcialmente desclasificados en 2011, durante la presidencia de José Bono. Los archiveros de la cámara son claros sobre el material, que se permite consultar a algunos periodistas: se pueden tomar notas, pero no hacer fotografías o fotocopias.
Entre esa documentación figura el télex que el rey Juan Carlos I envió al teniente general Milans del Bosch a las 2:30 de la madrugada para poner fin al movimiento golpista a esa hora de la noche. El texto dice así:
“Confirmando conversación telefónica que acabamos de tener, te hago saber con toda claridad lo siguiente: 1.-Afirmo mi rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás”.
El mensaje contenido en el télex consta otros cinco puntos en los que, por primera vez en aquella noche, Juan Carlos I hace saber de manera inequívoca al general Milans del Bosch su posición radicalmente contraria al golpe con frases como las siguientes: “Cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el rey. Es contra el rey”, “te ordeno que retires todas las unidades que hayas movido”. Órdenes enviadas a las 2:30 del 24 de febrero.
La conversación se produce casi ocho horas después del inicio del golpe y una hora más tarde de la retransmisión del mensaje televisado de Juan Carlos I. En aquel mensaje ante las cámaras, el monarca se posicionó en contra de que una acción armada pusiera en cuestión el proceso democrático puesto en marcha al amparo de la Constitución. Sin embargo, aquella intervención también dejó para la memoria una frase ambigua: “Cualquier medida de carácter militar que en su caso hubiera de tomarse deberá contar con la aprobación de la Junta de Jefes de Estado Mayor”.
Según el informe elevado al Congreso por el ministro Alberto Oliart, “las intervenciones de S.M. el Rey solo cabe resumirlas respetuosamente en una palabra: decisivas”. Según aseguró Oliart ante los diputados, el papel de Juan Carlos I constituye “un ejemplar ejercicio de la suprema magistratura de un Estado y del respecto por la soberanía popular”.
Frente a la teoría de Oliart, otros analistas del 23F han destacado siempre que el monarca fue ambiguo durante las primeras horas del golpe y solo actuó con rotundidad cuando la asonada estaba en fase de fracaso. En Anatomía de un Instante el escritor Javier Cercas profundiza en las zonas grises en torno al papel antes y durante el golpe de estado. En una entrevista al diario El País, Cercas aseguraba: “El rey hizo cosas en el 23F que no debería haber hecho”.
Los documentos que custodia el Congreso permiten afirmar que el rey fue el responsable de parar el golpe, pero que eso no sucedió del todo hasta las 2:30. A esa hora, el monarca dejó por escrito la enigmática frase: “Ya no puedo volverme atrás”.