“Las mujeres internas migrantes sufren la esclavitud del siglo XXI ejercida por personas que se consideran progresistas”
Este sábado se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, un colectivo mayoritariamente feminizado y que en España no cuenta con los mismos derechos que el resto de trabajadores. En concreto, según un informe de Fundación Alternativas, de las 616.900 personas empleadas, 410.634 están afiliadas a la Seguridad Social. Las afiliadas tampoco están incluidas en el régimen general, no tiene derecho a paro y pueden ser despedidas sin causa. La precariedad de este sector la conoce bien Carmen Juares, una mujer migrante que llegó a Barcelona hace 14 años huyendo de la violencia que se vivía en Honduras. Se topó con una ley de extranjería “injusta, racista y clasista” que la condenó a trabajar seis años como interna sin contrato y sin derecho a queja. “Es la esclavitud del siglo XXI, ejercida por personas que se consideran progresistas”, dice.
En 2015 conoció a cuatro mujeres con una historia de migración parecida a la suya en una manifestación en Barcelona. Crearon un grupo de whatsapp para seguir en contacto. Se han ido sumando mujeres, que se asesoran y se dan consejo las unas a las otras. Hoy son más de 250 y se han constituido como la asociación Mujeres Migrantes Diversas.
Llegó a España hace 14 años y trabajó durante seis como interna, ¿en qué condiciones?
En mi caso venía huyendo de la violencia que se vive en Honduras. Al tener estudios superiores creí que podría encontrar un trabajo y hacer la vida de una chica normal. No había tenido en cuenta la ley de extranjería. Me encontré sin papeles, no podía estudiar y tenía dificultades para acceder a un trabajo con un contrato. Abocada por la necesidad económica pero, sobre todo, por que alguien me hiciera un contrato, empecé a trabajar como interna, cuidando a una persona mayor que padecía una demencia tipo Alzheimer. Hablé con la familia, me dijeron que no había problema pero, cuando llegó el momento, la respuesta fue que no querían problemas con una persona sin papeles. Llevaba seis años cuidando de las necesidades de su madre, descansando los sábados o los domingos unas 9 ó 10 horas a la semana.
Ha dicho usted que las considera condiciones de semiesclavitud...
Es la esclavitud del siglo XXI en países democráticos, ejercida por personas que se consideran progresistas. Pasa en toda la sociedad, en todos los estratos sociales. Hay cantantes famosos, escritoras famosas, políticos de primera línea, jueces, sindicalistas, profesores universitarios, de todo, que tienen personas trabajando en estas condiciones, y no es porque no conocen que tienen derechos o que no conozcan la leyes laborales. Es porque saben que existen estas necesidades y que estas personas, abocadas por estas necesidades, van a aceptar estas condiciones.
Usted ha manifestado que la ley de extranjería es injusta y racista
Injusta, racista y clasista. Si vienen jugadores de primera élite no se encuentran con este problema. Si viene un marajá, no tiene este problema. Si viene una persona rusa con pasta, se compra un piso aquí y tiene permiso de residencia. Si eres una persona pobre, que viene huyendo de situaciones muy duras, te topas con la ley de extranjería. Te obliga a demostrar tres años de empadronamiento ininterrumpido para regularizar tu situación. Durante estos tres años que la ley te exige que tienes que estar ilegal, ¿de qué se supone que tienes que vivir? Y no son solo esos tres años, porque hay una ley a nivel estatal, pero luego las comunidades autónomas tienen otros requisitos. Aquí, en Barcelona, tienes que hacer unos cursos para demostrar esa integración y arraigo social. Si eres una mujer que está trabajando como interna, saliendo 9 ó 10 horas a la semana un sábado o un domingo, ¿dónde haces estos cursos? ¿en qué momentos? Es lo que nosotras estamos haciendo desde la asociación, promoviendo estos cursos los fines de semana.
Si se presentara a las elecciones, ¿cuál sería su programa?
Si yo fuera presidenta, lo primero que haría sería ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (que equipara los derechos de las trabajadoras del hogar con los del resto y que España no ha firmado) y crear los mecanismos necesarios para que se cumplan los derechos de las trabajadoras del hogar y los cuidados. Que salgan del régimen especial de la seguridad social, que es una mierda y que las aboca a cobrar unas pensiones ridículas, que no les da para vivir, y que no da derecho a paro. Tengo una compañera que llevaba 15 años cuidando a una mujer, 12 de ellos cotizando. Cuando se murió, no tenía derecho a paro.
Otra cosa sería dotar a la dependencia de los recursos económicos necesarios y crear residencias, pero no como las conocemos ahora, con este sistema capitalista donde cada persona es un número. Y reflexionaría: ¿Qué modelo de centros de día queremos? ¿Cómo queremos envejecer? La sociedad está envejeciendo, pero, ¿qué calidad de vida tienen las personas? ¿O las familias cuando se encuentran una situación de dependencia? O la mujer se reduce su jornada laboral, con las consecuencias que tendrá luego en su cotización. O, si no tienes 3.000 euros para una residencia, contratas a una inmigrante, mayoritariamente sin papeles, que son quienes aceptan estos trabajos. Para mí esto sería lo sagrado. Y el derecho a voto para las personas migrantes.
¿Ve que alguna de las opciones políticas que se presentan a las generales den respuesta a alguna de estas reivindicaciones?
(Silencio) No sé. Soy bastante... No sé. No creo. La verdad es que me cuesta creerlo, aunque no he visto los programas. Pedro Sánchez en estos meses podría haber hecho algo y no ha hecho nada. Mientras no gobiernen Vox, Ciudadanos y PP, habrá que dar gracias.
Ahora trabaja en el Servicio de Atención Domiciliaria del Ayuntamiento de Barcelona. ¿Cómo han vivido estos servicios los recortes en dependencia?
Es un parche, un apaño para la situación que tenemos. El servicio de Atención Domiciliaria es un servicio externalizado, que el ayuntamiento contrata a una empresa. Es lo mismo que te encuentras en una residencia: feminizado, precario y estigmatizado. Parece que no hacemos un trabajo importante, y nos entra de todo: personas mayores, con diversidad funcional, mujeres maltratadas. No tenemos formación para ello, ni apoyo psicológico. Es una problemática que se ve en todos los sitios. Las empresas solo ven los beneficios, mientras tengo a compañeras con depresión. ¿Cómo no vas a caer en depresión trabajando a jornada completa por 925 euros? ¿Cómo vas a pagar el alquiler? ¿Cómo vas a sacar adelante a una familia? Eres una trabajadora pobre. Además hay trabajadoras con contratos por obra y servicio, que tienen 20 horas. Si un usuario les falla o está ingresado, no les pagan, cuando no es culpa suya.
El movimiento feminista ha levantado la bandera de los cuidados, invisibilizados hasta hace bien poco. ¿Cómo vive usted esta lucha?
Desde mi punto de vista, la sororidad y la visibilización de esta lucha se quedó en el 8 de marzo. Una vez que acaba la marcha, se acaba. Luego cada una vuelve al sitio que le corresponde en la sociedad. Mis luchas diarias son de la mano de las mujeres trans; de las que no llegan a final de mes; las que no tienen papeles; las que habiendo regularizado su situación tienen una tarjeta que después de un año tienen que renovar y que si no tienen contrato de trabajo vuelven a quedar otra vez irregulares; de las mujeres, sean de aquí o de allá, que tienen un hijo con diversidad funcional que tienen que reducir su jornada porque no tienen apoyo de la administración; o de aquellas con diversidad funcional que quieren irse a vivir su vida sexual, social y afectiva plenamente. Mi feminismo y mi lucha es esa. El feminismo hegemónico, hasta ahora, no lo representa.
La marcha del 8 de marzo fue muy bonita. Yo estuve en la cabecera y en mi cartel ponía 'no estamos todas, faltan las internas'. Y faltan las temporeras, que sufren abusos en los campos de fresas de Huelva, que después consumimos en los supermercado. El feminismo está de moda y para muchas es postureo. Queda bien cantar 'no estamos todas, faltan las internas', pero ¿qué hacemos después? Tenemos que seguir hablando entre nosotras, reflexionando, pero no solo el 8M, sino los otros días. Hay mujeres a las que nos atraviesan muchas cosas.
¿Qué les diría a los candidatos a la presidencia del Gobierno?
Se me ocurren tantas cosas que es difícil quedarme con una. En momentos tan difíciles e inquietantes como los que vivimos, de incertidumbre y de enorme preocupación para muchos colectivos, les preguntaría: ¿Cómo quieren pasar a la historia? ¿Como los que se dedicaron a poner a un grupo contra otro, apelando al resentimiento y a la desconfianza, o como los que, en un momento crítico, apostaron por generar cohesión y ampliar derechos?