Miguel Sebastián: “Las parálisis económicas no tienen por qué ser una crisis económica. Es un paréntesis”
Miguel Sebastián (Madrid, 1957) también teletrabaja estos días. Intenta mantener la actividad docente como profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense de Madrid, donde se han anulado las clases presenciales ante el avance del coronavirus, impartiendo sus lecciones a través de videoconferencias.
Entre problemas de contingencia creados por la nueva situación, el también exministro de Industria, Turismo y Comercio (2008-2011) atiende por teléfono a eldiario.es para hablar sobre las posibles consecuencias económicas de la epidemia que este viernes llevaba al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a anunciar la declaración del estado de alarma en todo el país.
¿Qué consecuencias económicas ha provocado ya la crisis del coronavirus?
Es muy pronto para hablar de ello. Vamos a sufrir una parálisis económica, pero las parálisis económicas (como el mayo del 68, las grandes huelgas en Italia en los 70 o cuando hay grandes catástrofes en EEUU) no tienen por qué ser una crisis económica. La clave es que esas parálisis no duren mucho, para lo cual hacen falta medidas contundentes y que se habiliten iniciativas para que ni las empresas quiebren ni los trabajadores pierdan sus empleos. Se trata de hacer un paréntesis el tiempo que haga falta, que si es muy radical puede ser de un mes o menos, y luego recuperar la actividad.
¿A qué se refiere?
Imagínese un chino que iba a comprarse un coche en marzo y otro chino que se lo iba a comprar en mayo. Evidentemente, el de marzo está encerrado en casa y no se va a comprar ahora el coche. Pero cuando esto se recupere, se comprará ese coche en mayo. Por tanto, a nivel del mercado se comprarán dos coches en mayo y no uno en cada mes. ¿Hay una caída de la actividad? Sí, y brutal, pero en el conjunto del año no. Cuando evaluemos las consecuencias de esta epidemia tendremos que hacerlo desde una perspectiva anual, no trimestral. Y ese daño anual va a depender mucho de si se toman las medidas adecuadas y se facilita que no haya cierres.
Las bolsas, en todo caso, se han hundido. El jueves, la española registró la mayor caída de su historia.
La caída de la bolsa fue histórica en un día. La clave es si ese hundimiento se produce en un periodo de tiempo largo. ¿Por qué influye la bolsa en la economía? Primero por el efecto riqueza. La gente puede perder riqueza cuando se devalúan sus acciones y, como consecuencia, consume menos. También hay un efecto sobre la inversión, que se hace en función de la proyección en la bolsa. Si las caídas son muy prolongadas habrá efectos en la economía real por su influencia sobre el consumo y la inversión. Pero todavía no estamos ahí, porque todavía no sabemos lo que va a durar esto.
¿Qué le parecen las medidas económicas adoptadas ya por el Gobierno ante la crisis del coronavirus?
Me parecen bien, pero creo que son insuficientes. Hay que atajar el asunto con más determinación, como en el modelo chino. Y también hay que facilitar de forma más contundente ese periodo de transición durante la paralización de la actividad económica del país para que no haya un cierre definitivo de empresas, sino cierres temporales, y que no haya desempleos, sino expedientes temporales. Por tanto, hay que facilitar muchísima liquidez, hay que decir a los bancos que tienen que renovar todos los créditos y hay que hacer, probablemente, una contención de los gastos de las empresas que no van a tener ingresos. Los gastos laborales no deben recortarlos porque estamos en una situación temporal, pero hay que recortarles otro tipo de gastos tanto fiscales como de seguridad social.
En el corto plazo, ¿qué otras medidas debería adoptar el Gobierno?
No es solo el Gobierno. Estamos en una unión monetaria y económica y las medidas tienen que ser europeas, o por lo menos de la zona euro. Me gustó mucho cuando la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, dijo a principios de semana que haría todo lo que estuviera en su mano, emulando a [su predecesor en el cargo, Mario] Draghi. Lagarde fue Draghi hace unos días, pero el jueves fue [el también expresidente del BCE Jean Claude] Trichet. En una semana ha sido Draghi y Trichet. El jueves dijo que no estaba para vigilar y suavizar las primas de riesgo. ¡Pues si el BCE no está para vigilar la prima de riesgo, mal vamos!. Por eso el mercado reaccionó así, porque lo que no nos podemos permitir es que esta crisis sanitaria se convierta en una crisis de deuda. Además, coincide que los países europeos más afectados por el coronavirus hasta el momento, España e Italia, fueron los más dañados por la crisis de la deuda soberana entre 2010 y 2012. No nos podemos permitir repetir esa situación.
¿Qué más debería hacer entonces el BCE?
Podría innovar y hacer un cambio en sus estatutos, porque en teoría un banco central no puede financiar gasto público. Pero creo que lo que sí podría hacer excepcionalmente es financiar el gasto sanitario extra dirigido a combatir el virus con la creación de dinero. Es decir, que no haya que cargarlo a la deuda pública. Para que ocurra eso debe producirse un cambio de chip en Europa central.
En el caso de la paralización de la actividad o las restricciones de movimiento previstas, por ejemplo, en el estado de alarma, ¿qué consecuencias económicas podríamos encontrarnos?
Estamos enfocando el tema económico de una forma errónea. Hablamos de un problema sanitario, pero al atajarlo se incurre en unos gastos económicos muy altos y nos podemos pasar de frenada. No hay tal dilema salud/economía. El del coronavirus es un problema sanitario que, evidentemente, va a requerir de una acción contundente, que da igual el coste económico que tenga porque es una inversión para salir pronto y bien de la crisis sanitaria. Deberíamos empezar a ver los beneficios que va a tener para España salir bien de esta situación. Por ejemplo, conseguir salvar la temporada de verano para nosotros es muy importante porque vivimos fundamentalmente de la temporada de verano. Si conseguimos salir de esta situación en el próximo mes o mes y medio habremos salvado el verano y lo que ahora es un coste se convertirá en un beneficio en el futuro.
¿Corremos el riesgo de volver a caer en errores del pasado, cuando la crisis económica promulgó recortes en derechos laborales y sociales?
Es que no estamos en una crisis financiera ni en una crisis de deuda. Lo que tenemos que evitar es que esto se convierta en una crisis financiera y para eso están las medidas de liquidez y la actuación del BCE. Entre 2010 y 2012 el problema de deuda causado por Trichet se produjo porque el BCE no quiso acudir en ayuda de las deudas soberanas de los países que estaban siendo atacados en los mercados. Por eso espero que esa lección se haya aprendido. Pero me preocupa, por las declaraciones de Lagarde, que no se haya entendido y que podamos repetir esa situación.
¿Cómo ve la reacción del principal líder de la oposición, el presidente del PP, Pablo Casado, y las medidas económicas que planteó el lunes para hacer frente a las consecuencias del coronavirus?
Algunas medidas son casi grotescas. Por ejemplo, plantea bajar el impuesto de Sociedades. ¿Pero qué impuesto de Sociedades? Si las empresas van a tener pérdidas, no van a tener beneficios y, por tanto, no van a pagar impuesto de Sociedades. El PP debería tener un poco de rigor económico. De lo que se trata es de aumentar el gasto público en Sanidad, sin escatimar gastos para atajar el problema sanitario. Y también se deben adoptar medidas financieras, fiscales y laborales que ayuden a este periodo transitorio de paralización de la actividad para derrotar al virus. Pero no vas a arreglar esto bajando impuestos.
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