Miguel Urbán: “El Gobierno en su conjunto es cómplice de la huida del rey emérito”
Eurodiputado en la delegación de Unidas Podemos. Dirigente de Anticapitalistas. Cofundador de Podemos, partido al que ya no pertenecen ni él ni su organización, cuya estrategia critica. Y activista por los Derechos Humanos antes que todo lo anterior. Miguel Urbán (Madrid, 1980) atiende a elDiario.es por videoconferencia desde Bruselas para un diálogo sobre el libro coral ¡Abajo el rey! Repúblicas (Sylone), que coordina junto a Jaime Pastor (fundador de Anticapitalistas) y que recoge textos de Teresa Rodríguez, Jordi Cuixart, Sabino Cuadra, Joan Tardà o David Fernández, entre otros.
El libro aborda desde diferentes perspectivas cómo podría construirse un proyecto republicano en el Estado español y hacia dónde debería ir. Aunque en puridad habría que hablar de “proyectos republicanos”, pues esa es precisamente la propuesta nuclear. Urbán repasa en esta entrevista los contenidos del libro, además de analizar algunos de los hitos informativos recientes, como la salida de Juan Carlos de Borbón, la aprobación de los Presupuestos Generales o la ruptura del espacio político articulado alrededor de Podemos.
¿Repúblicas o república?
Yo creo que es claro. Repúblicas. La historia republicana en el Estado español es una historia de repúblicas, algo que muchas veces se ha intentado obviar. Lo fue en la I República, con los cantones republicanos y la experiencia federalista de Pi y Margall. Y también hay que recordar que con el reconocimiento de la República española se reconoció la República catalana, la República vasca, la República gallega y por el golpe de Estado no se reconoció la República andaluza.
Nuestro país es un Estado plurinacional y es necesario conjugarlo en plural y hablar de procesos constituyentes para responder no sólo a la cuestión de la Jefatura del Estado, sino también a otra serie de problemas aparejados al régimen del 78. Nuestra meta no es cambiar a un rey por un presidente de la República, sino romper los candados del 78 y poder hablar sobre todo.
Un proyecto explícitamente republicano no cuenta hoy con una mayoría parlamentaria para iniciar un proceso constituyente. Si se le añade ese elemento plurinacional, ¿no se añaden trabas para construir ese proyecto republicano por quienes pueden estar a favor de un proceso republicano pero no comparten un proyecto de varias repúblicas dentro de un único Estado?
Todo lo contrario. Desde que abdicó Juan Carlos I y llegó Felipe VI el CIS ha dejado de preguntar por la Monarquía. No sabríamos nada si no fuera por esa encuesta que diferentes medios alternativos sacaron. Y esa encuesta sacaba tres elementos que creo que responden a lo que tú comentabas.
Evidentemente no hay una mayoría parlamentaria a día de hoy republicana ni por las repúblicas. Pero en cambio sí hay una mayoría republicana en la sociedad sobre todo de 40 años para abajo, entre la gente que no hemos votado la Constitución. Otro elemento que es fundamental para conjugar república en plural es que no habría mayoría republicana en el conjunto del Estado sin Catalunya y Euskadi. No hay mayorías republicanas, si no la conjugamos en plural.
Varios de los autores del libro hacen referencia al Pacto de San Sebastián, que se firmó un año antes de la proclamación de de la Segunda República. ¿Qué paralelismo hacen con aquel momento?
No queramos hacer un paralelismo, entendemos que el Pacto de San Sebastián es un ejemplo de gente diferente que alcanzan un acuerdo, porque el régimen monárquico, en este caso de Alfonso XIII, era un régimen caduco que hay que superar.
Hoy podemos tener un acuerdo sobre la necesidad de abrir un referéndum y de abrir en ese sentido procesos constituyentes en el conjunto del Estado español. No podemos tener miedo al interrogante que se pueda abrir. El principal miedo que debemos tener en el movimiento republicano es el miedo al “no se puede”, no al “sí se puede”.
El periodista y exdirigente de la CUP David Fernández contrapone precisamente el Pacto de San Sebastián con los Pactos de la Moncloa.
Durante estos últimos meses hemos hablado de reeditar los Pactos de la Moncloa. David Fernández dice “menos Pactos de la Moncloa y más Pactos de San Sebastián”. Los Pactos de la Moncloa suponen un acuerdo entre élites y no necesitamos un acuerdo entre élites y con las élites. Necesitamos un acuerdo para romper justamente lo que supusieron los Pactos de la Moncloa, lo que supusieron los candados de la impunidad del régimen franquista y del régimen del 78.
El proyecto de Presupuestos que se está debatiendo en las Cortes saldrá adelante con el respaldo de muchas fuerzas diferentes, algunas de ellas de marcado carácter republicano. ¿Cree que este pacto de Presupuestos puede ser el germen de un bloque político que vaya más allá de la mera aritmética parlamentaria?
Yo creo que es un pacto de aritmética parlamentaria muy vinculado a una cuestión de legislatura, muy coyuntural.
Uno de los grandes sostenedores de la Monarquía es quien sostiene ese pacto, el PSOE. Hubo un Salvados hace unas semanas donde [Juan Luis] Cebrián lo decía claro, no habría Monarquía en nuestro país sin el PSOE y El País. Y yo le doy la razón. El PSOE siempre ha jugado con una contradicción muy fuerte. La mayoría de los votantes socialistas se declaran republicanos y estarían por un referéndum para poder decidir. Pero no hay mayor defensor de la Monarquía en este país que el PSOE.
Pese a esa contradicción, el PSOE no ha dejado de ser la opción predilecta de la izquierda social.
Hasta ahora lo han conjugado con uno de los grandes relatos de marketing del régimen del 78, que fue el juancarlismo. Ahora, el juancarlismo ha muerto como operación de marketing cuando el propio Juan Juan Carlos huye a Emiratos Árabes. Pero eso no significa la muerte de la Monarquía. De hecho vemos que, a diferencia su padre, Felipe VI se apoya en la derecha y en la extrema derecha, porque entiende que no es el momento de construir grandes mayorías a favor de la Monarquía, sino de impedir que las cosas puedan cambiar y construir un bloque reaccionario contra el cambio republicano.
Y ahí el PSOE se encuentra entre dos aguas y el vídeo de los cortesanos y el ¡Viva el Rey! lo mostraba. Una parte del PSOE gritaba “¡viva el rey!”, pero otra parte no salía en el vídeo. No porque no quisiera gritar “¡viva el rey!”, sino porque no se sentían muy cómodos en ese escenario de reaccionarios. Ahí es donde nosotros y nosotras debemos incidir para romper el candado, para romper el muro que ha supuesto hasta ahora el PSOE como garante del régimen del 78, como garante de la Monarquía.
Estos Presupuestos apuntalan al PSOE. Y el acuerdo del que hablamos nosotros tendría que partir al PSOE. Es la diferencia.
Siguiendo con el paralelismo de lo que ocurrió hace casi un siglo, el PSOE no se sumó inmediatamente al Pacto de San Sebastián, sino que tardó unos meses en firmarlo. Hoy en día, ¿se puede poner en marcha un proceso republicano sin contar con el PSOE?
Creo que sí. Ahora mismo no es posible construir un proceso republicano contando con el PSOE. Necesitamos partir al PSOE, que ha sido garante del régimen. Y eso no significa romper con su base social, con sus votantes. Todo lo contrario. Se trata de que entre en contradicción el aparato del PSOE con sus bases, que estarían por una apertura republicana, por el derecho a decidir sobre la jefatura del Estado.
Esto no va de mayorías parlamentarias, sino de construir un bloque social. Por eso hablamos del Pacto de San Sebastián como la forma de construir un bloque social amplio, que no sólo hable de recuperar derechos, sino de conquistar y de construir nuevos derechos. Porque no sólo podemos hablar de decir Monarquía sí o Monarquía no. No sólo podemos hablar de quitarnos a una familia de ladrones de encima, sino que la gente tiene que entender que en su día a día, en su vida, va a haber mejoras sustanciales.
Hasta ahora hemos tenido movimientos anti sistémicos, movimientos destituyentes en el conjunto del Estado que en ningún momento han estado coordinados. Y evidentemente entendemos que serán desiguales, pero hay que combinarlos para poder derrotar a un enemigo común.
¿Para poner en marcha un proceso así hace falta un partido político o un espacio político que lo abandere o sirva de aglutinador? ¿Podría hacerlo Unidas Podemos?
Creo que no. Y creo que sería contraproducente. De lo que hablamos precisamente es de un pacto entre diversos, no de un partido que lo lleve a cabo. Eso no pasó ni en la Primera ni en la Segunda República. De hecho, aspiramos a construir un movimiento popular que abandere ese proceso. Evidentemente tiene que haber un acuerdo entre organizaciones políticas y sociales, pero no solo. Si se queda ahí la Monarquía puede estar tranquila.
Ese movimiento popular amplio no puede ser la correa de transmisión de Podemos, ni de Unidas Podemos ni de nadie. Porque, además, en cada territorio hay diferentes expresiones. Habrá que contar con EH Bildu, con Esquerra Republicana, con el BNG y con otras muchas fuerzas. Y con organizaciones como Òmnium. De hecho, escribe el propio Jordi Cuixart desde la cárcel y demuestra las vergüenzas del régimen de 78. Alguien que está en la cárcel por poner urnas mientras un declarado ladrón está huido a 11.000 euros la noche en Emiratos Árabes. Y de eso se habla en el libro también. No hemos podido juzgar a nuestros criminales de la dictadura. Una Monarquía restaurada desde la propia dictadura como parte de su legado.
Para romper todo eso no es posible solo desde un partido, no nos sería beneficioso que sólo fuera un partido, todo lo contrario.
El rey emérito abdicó en 2014. ¿Se perdió entonces la oportunidad de abrir una brecha y de iniciar ese proceso de aglutinar fuerzas?
De eso también hablamos en el libro. La debilidad de la Monarquía no siempre supone la fortaleza del movimiento republicano. De hecho está mucho más débil la Monarquía ahora que en 2014.
Ahora mismo estamos en una especie de empate catastrófico. Catastrófico para los que queremos un cambio, no para los que quieren mantener el statu quo. Hay una mayoría, o eso decía la encuesta que antes mencionaba, a favor de la República, a favor de un referéndum. Pero no hay capacidad para imponerlo, con lo que debemos construir un bloque social, un bloque histórico amplio, que pueda imponer ese referéndum. Esa es la tarea.
El monarca Felipe VI ha intentado construir su propio relato. Juan Carlos y el juancarlismo tuvieron en el 23-F su gran coartada democrática. Y Felipe lo intentó en cierta medida con el discurso ante el 1 de octubre de 2017. Pero ahí lo que se mostró fue al rey de bastos, se mostró un rey que en vez del diálogo lo que utilizaba era la mano dura. Ese es un elemento fundamental para construir un movimiento republicano que debe conducir a la construcción de un movimiento anti reaccionario, o sea, anti oligárquico. Es el momento de la construcción de una República que hable de democracia, no sólo de todos iguales ante la ley, sino también de democracia económica, que recupere esas experiencias republicanas que tienen en elementos socializantes elementos claves para construir ese movimiento republicano.
Mencionaba antes la salida, la huida, del rey emérito de España y su estancia en Emiratos Árabes. ¿Cree que el Gobierno ha gestionado bien esa salida de Juan Carlos de Borbón de España?
Si y no. Sí, porque han conseguido el objetivo que querían, sacar al rey. Han conseguido que se fugue y durante 15 días nadie sabía dónde estaba. Han organizado una buena fuga.
Políticamente creo que es un tiro en el pie. Para el conjunto del gobierno, no sólo para el PSOE, sino también para Unidas. Podemos. Es curioso que no haya tenido más impacto en el propio Gobierno de coalición. Se quedó en algunas quejas y ya se ha olvidado. Y es un error para el propio PSOE que responde a esa contradicción con la que vive constantemente como garante del régimen del 78. De hecho, le han hecho el último favor a Juan Carlos
Más allá de esas quejas que dice, ¿qué podía haber hecho o qué debía haber hecho Unidas Podemos?
El tiro en el pie para Unidas Podemos fue demostrar que son insignificantes en el Gobierno cuando se toman decisiones verdaderamente de Estado. El vicepresidente no sabía nada de la huida del emérito, o eso transmitió. Y no es algo menor. Cuando hay cuestiones de Estado no hay un Gobierno de coalición, hay un gobierno del PSOE. Y eso se mostró muy claro en la huida del rey emérito. ¿Qué debería haber hecho? Pues no lo sé. Yo no estoy en Unidas Podemos, no estoy en el Gobierno.
Mencionábamos antes que Juan Carlos de Borbón está en Emiratos Árabes, pero no es una información oficial. ¿Deberíamos saber los españoles dónde está Juan Carlos de Borbón?
A mí me da igual dónde está el rey emérito. Quienes lo tienen que saber son los jueces, tanto los suizos como los españoles. Otra cosa es que los representantes públicos que lo han pedido en el Parlamento debieran saberlo, entre otras cosas porque sigue contando con dinero público, por ejemplo con los escoltas.
El Gobierno sabe perfectamente dónde está el rey emérito. Lo están escondiendo. Están ayudando a un señor que se quiere fugar de la Justicia. Y yo creo que eso es muy grave. Porque eso es ser cómplice. Es ser cómplice de una huida y es cómplice el conjunto del Gobierno. Evidentemente tienen diferentes grados de complicidad. Pero, por desgracia, mancha al conjunto del Gobierno de coalición. Y si los ministros de Unidas Podemos no saben nada, demuestra que en lo que son cuestiones de Estado no hay coalición.
Su partido, Anticapitalistas, ya no está en Podemos desde principios de año. En los últimos años se ha producido un proceso contrario al que se dio en 2014. Si entonces se produjo un proceso de acumulación de fuerzas, ahora hay una especie de proceso de desagregación de fuerzas. ¿Esto es positivo, negativo o indiferente para un proceso hacia una república?
Que el proceso de agregación de fuerzas del 2014 no haya salido bien no es positivo. Pero puede haber un proceso de agregación de fuerzas no orgánico, que es lo que hablábamos del Pacto de San Sebastián. Con lo cual, para la construcción de un momento republicano no es un problema una disgregación orgánica de fuerzas. Lo que necesitamos es construir un movimiento popular republicano. Creo que Catalunya y Euskadi tienen esos movimientos y el resto de territorios tenemos que apostar por ello.
Para mí, que no se haya conseguido acumular esas fuerzas para romper con el régimen del 78 y hayamos terminado en un Gobierno de coalición apuntalando el régimen del 78 o, por lo menos, apuntalando al principal partido defensor del régimen del 78, que es el PSOE, es una mala noticia. Lo es no para Anticapitalistas, sino también para un movimiento republicano diverso.
Dice que en Catalunya y en Euskadi hay proyectos políticos republicanos ya muy asentados, además de movimientos populares que empujan en ese sentido y que en otros lugares habría que construir proyectos o procesos similares. En Andalucía, Teresa Rodríguez, que también es de Anticapitalistas, ha anunciado que buscará un espacio propio en el Congreso. ¿Tendrá ese proyecto la construcción de una República como un elemento central?
Eso lo deberán responder las y los andaluces que constituyan ese proceso. Yo lo que he visto es que nace con dos elementos fuertes, un elemento de obediencia andaluza, con lo cual no debe ser un madrileño quien responda justamente esa pregunta. Y segundo, una clara vocación de ruptura de régimen, entendiendo que el PSOE en Andalucía también es parte de ese régimen.
En el propio libro tenemos varias andaluzas y andaluces, entre ellos la propia Teresa Rodríguez, Ángela Aguilera, Paqui Maqueda, [Joaquín] Urías. Gente diversa de organizaciones y espacios también diversos y que se pueden reconocer dentro de un andalucismo político. En el libro yo creo que se expone muy bien una idea de lo que entenderían que debería ser un movimiento andaluz en relación a la República.
Hablaba antes del discurso de Felipe VI el 3 de octubre y de cómo el rey no se situó a favor del diálogo, sino como rey de una de las partes. ¿Cree que sigue en esa posición?
La Monarquía ha hecho el cálculo de que sólo un bloque reaccionario puede asegurar su supervivencia. Un ejemplo claro fue el acto del CGPJ en Barcelona, con las filtraciones que hizo el propio monarca y la Casa del Rey en ese sentido. Filtraciones que no venían a cuento salvo para meter en contradicciones al propio Gobierno y reforzar ese bloque reaccionario. Un bloque reaccionario que no sólo es una cuestión de partidos políticos, sino también en la judicatura.
La Monarquía, la Casa Real, tienen claro que su supervivencia pasa por reforzar ese bloque reaccionario en el conjunto de las instituciones, también en la judicatura evidentemente.
¿Cree que el actual rey será incapaz de remontar, de superar la herencia envenenada que le ha dejado su padre?
Es que él es parte de esa herencia. No sólo porque él es rey porque es hijo de su padre, sino porque no se puede obviar que se está demostrando que en todos estos chanchullos estaba implicado el conjunto de la Casa Real. El socio de Urdangarin hace ya unos cuantos años decía que el rey estaba al tanto de los chanchullos de su yerno.
Creo que fue Galdós el que dijo que a Alfonso XIII se le echó no por Borbón, sino por ladrón. Tenemos una larga historia de ladrones Borbones. Juan Carlos no es una excepción, confirma la regla de los Borbones ladrones. Y eso incumbe al conjunto de su familia, hemos visto que está implicada hasta la hija de una infanta con la compra de un caballo. Es todo verdaderamente dantesco.
El problema es que al bloque reaccionario le da igual que roben a manos llenas porque mantener al rey es mantener sus privilegios. Los del rey y los de toda esa cohorte de reaccionarios. El Poder Judicial, no tocar los candados del 78 que nos siguen atando a la impunidad de la dictadura franquista, de sus herederos y de sus herencias. Por eso es tan importante poder decidir sobre la Jefatura del Estado, porque abriríamos esos candados. Eso es lo que le da tanto miedo al bloque reaccionario.
¿Veremos a Juan Carlos de Borbón juzgado en España?
Vamos a trabajar para ello.
¿Leonor llegará a ser Reina de España?
Vamos a trabajar para que no.
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