Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos, acaba de publicar La emergencia de Vox (Viento Sur). Miembro de Anticapitalistas y cofundador del partido liderado por Pablo Iglesias, analiza el fenómeno de la extrema derecha en España mirando sus raíces y también el contexto europeo de “ola reaccionaria”. En una conversación en Parlamento Europeo, Urbán analiza el porqué del éxito electoral de la ultraderecha española.
¿Cómo es la emergencia de Vox?
El propio título juega con la ambigüedad de esa palabra. Es un partido que hace año y medio estaba en el 0,04%, y ahora tiene 52 diputados. Es un crecimiento vertiginoso, y ahí se ve la emergencia de emerger, pero también la emergencia de que saltan las alarmas, que es lo que ha pasado para que fuéramos uno de los pocos países de la Unión Europea que no teníamos una extrema derecha con representación parlamentaria. Teníamos extrema derecha, como yo creo que se muestra bien en el auge electoral de Vox, pero esa extrema derecha no tenía representación parlamentaria propia. Sobre eso es sobre lo que intentamos reflexionar desde un prisma histórico.
Hay que recordar que hasta las elecciones de 1982, Fuerza Nueva mantuvo representación. Consiguió un diputado, Blas Piñar, por Madrid. A partir de ahí, hubo una especie de cierto recorrido por el desierto de la extrema derecha española que en cierta medida encontró en el Partido Popular, un partido de genes fascistas y franquistas, un espacio en donde poder residir hasta que una competencia dentro del marco de las derechas en España ha abierto la ventana de oportunidad para que la extrema derecha tenga una representación propia y abundante en el Parlamento.
En Bruselas vemos muchos partidos de extrema derecha y no todos son iguales. En este sentido, Vox parece percibirse más como tardofranquista que como esa nueva extrema derecha populista como pueden ser Salvini o Le Pen.
Cuando la gente habla de extrema derecha siempre le viene Le Pen o Salvini. Pero hay más familias y, de hecho, yo creo que la de Le Pen y Salvini ni siquiera es la que más representación tiene. De hecho, en el Parlamento Europeo podríamos decir que hay diputados de extrema derecha en cuatro grupos parlamentarios, desde los no inscritos al Partido Popular Europeo ¿Dónde está el partido de Orban de Hungría? En el PPE. Y está el ECR, los reformistas conservadores, que es donde está Vox y los Tories o Fratelli d'Italia, por ejemplo, o el partido de Polonia en el Gobierno, Ley y Justicia. Y luego hay un único grupo que sí es genuinamente de extrema derecha, que es donde estarían Le Pen y Salvini.
Hay una serie de condicionantes a nivel internacional que hacen que podamos hablar de una especie de ola reaccionaria, autoritaria, neoliberal, en donde se podría enmarcar toda esta extrema derecha. Y que muchos no somos conscientes de la fuerza de esa ola. Miremos la India. ¿Quién gobierna en India? Miremos quién gobierna en Brasil. Quién gobierna Filipinas. Quién gobierna en Indonesia, en Estados Unidos.
Si miramos fuera de Europa vemos que esa ola reaccionaria es internacional, que tiene características comunes, y Vox se incorpora a esa ola reaccionaria, pero tiene evidentemente genes particulares de un contexto muy propio, en donde no sólo están los genes franquistas. Es también la escisión de una familia del Partido Popular que estaba dentro del Partido Popular, muy vinculada a Aznar, a FAES, a Esperanza Aguirre, que era la representante de un movimiento neocon que tenía que ver con lo que estaba pasando en el Partido Republicano en Estados Unidos.
Ese sector neocon, neoliberal en lo económico y reaccionario en lo moral, se independizó del Partido Popular y encontró un vehículo electoral y un espacio propio en Vox. Y se desvinculó del Partido Popular cierta sociedad civil organizada en torno al Partido Popular, como Hazte Oír, sectores de FAES, ciertos sectores incluso de lo que se conoció como la Brunete mediática.
De hecho, Vox podríamos decir que realmente nace en las protestas contra el Gobierno de Zapatero. Ahí es donde se empieza a construir la posibilidad de Vox tal como lo conocemos. Una de esas fundaciones vinculadas a ese movimiento neocon, como DENAES, la Organización por la Defensa de la Nación Española, que funda el propio Santiago Abascal, está muy presente también en lo que ha sido Vox ahora y lo que defiende. Y podemos tener la defensa de la Reconquista en un plano que recoge cierta reminiscencia de la mitología de la dictadura franquista, pero también adaptada a la cosmología de la extrema derecha actual. Porque la Reconquista ya no es sólo una cuestión de ensalzamiento de España, ya no sólo son los mitos del franquismo, sino que recoge también esa inspiración islamofóbica y anti-inmigración que tiene como ADN la mayoría de la extrema derecha europea.
Es un fenómeno que tiene también ese casticismo de defender los toros, los grandes terratenientes, la caza... Muy intrínseco español, que son los Santos Inocentes.
Son reaccionarios, recogen esos genes, que en cierta medida no son sólo franquistas, sino de la cultura reaccionaria española y le dan un vínculo y un vehículo político en torno a Vox y los adapta, con ese tufo filofascista español. Hace poco, cuando Rosalía tuiteó “Fuck Vox”, Vox respondió que “solo los que tienen dinero son los que no necesitan patria”. Es una frase de Ramiro de Ledesma, que es uno de los sectores más radicales del movimiento fascista español de la Falange de las JONS. Si recordamos, cuando se creó la primera ocupación de Hogar Social, le llaman Ramiro de Ledesma.
Hay un hilo, hay una reivindicación de cierto fascismo histórico que también entra dentro de Vox. Hay que entender que Vox ha hecho como una aspiradora. De hecho, vimos cómo las listas electorales de Vox han estado trufadas de diferentes militantes con un pasado muy variado dentro de la propia extrema derecha. Ya que estamos aquí en el Parlamento Europeo, el candidato número 1 por Vox a las europeas, Buxadé, fue candidato de Falange y de Falange Auténtica. En dos ocasiones hemos visto gente que había estado vinculada a Democracia Nacional. Hemos visto a revisionistas del Holocausto dentro de sus candidaturas. Hemos visto a gente que había participado en MSR y en Plataforma España 2000. Incluso la candidatura hasta la emergencia de Vox que había tenido más importancia electoralmente, la Plataforma per Catalunya, se disolvió y se integró en Vox justo antes de las generales del 28A.
Y luego está el eje nacional en la polarización electoral, el “a por ellos” que se gritaba en los cuarteles antes del 1 de octubre de hace dos años. El elemento de Catalunya, el centralismo, la utilización de una bandera contra otra.
Evidentemente, la polarización política en torno a la cuestión territorial, porque no sólo es Catalunya, genera una ventana de oportunidad para la emergencia de Vox. Pero muchas veces ponemos mucho el foco en Catalunya o la cuestión territorial, y creo que ha tenido un peso, pero no ha sido el peso más relevante.
Yo defiendo que ha tenido más impacto para la emergencia de Vox la competencia dentro de la derecha que el conflicto en Catalunya. Nunca había habido una competencia en el marco de la derecha entre tres partidos que han mantenido un arco de votos que no baja del 10%, lo cual no es poca cosa. No sólo se abrían oportunidades, no sólo se rompía la lógica de voto útil, que es muy importante, sino también que esa competencia ha hecho que se normalizaran ciertos argumentos de la extrema derecha que planteaba Vox: temas de migración; el elemento más autoritario como solución a la cuestión en Catalunya y hablar de cargarse las autonomías. De hecho, es un partido que se reclama constitucionalista pero la mayoría de sus propuestas son contra la Constitución.
Se han normalizado muchas de las propuestas de Vox sobre memoria histórica, sobre feminismo, sobre migración, sobre islamofobia. Justamente por esa competencia dentro del marco de la derecha. De hecho, Vox eclosiona electoralmente en las elecciones andaluzas, donde hubo una movilización del voto de la derecha inusitado y una competencia que nunca se había dado.
Sí, pero también es verdad que son unas elecciones que también se hacen mucho en clave territorial. En España estamos en los últimos años entre el eje nacional y el eje social, el de austeridad, según en qué momento se celebren las elecciones, esos ejes pueden beneficiar más a un lado que otro. Y ahí se mueven las derechas en esa competencia.
Pero creo que Vox ha sabido darle una actualización más acorde a lo que plantea la extrema derecha europea, no sólo en clave nacional y nacionalista española, que está presente en todo lo que hace. Claro, cualquier cosa que hagan es por España, evidentemente, pero también le dan una clave identitaria donde ya no sólo es la cuestión de la bandera, sino el chovinismo del bienestar que conecta la identidad con lo social.
Según estudios europeos, en torno al 80% de la población europea tiene un sentimiento de escasez. Esa lógica de escasez es un terreno abonado para los discursos de exclusión en clave identitaria. ¿Qué significa esto? Si no hay para todos, expulsemos a sectores sociales del reparto por ser los recursos escasos, y se expulsa a los sectores con más fragilidades, que no son españoles. Y entonces se dice: “Primero los de casa”.
Si vemos las motivaciones de voto en las elecciones andaluzas, la mayoría del votante de Vox votó a Vox por la cuestión migratoria, no por la cuestión catalana. Y Vox sabe tejer el elemento identitario no sólo en clave de exclusión de quien no es español en el tema territorial, sino también en el tema social. En ese cierto chovinismo del bienestar, tiene más permeabilidad el voto de Vox y es donde compite mejor que otros discursos más clásicos.
De hecho, Ciudadanos empezó a ensayar también ese discurso. Hemos visto cómo Marcos de Quinto se abonó este verano a las fake news con el tráfico de migrantes. Hemos visto cómo ha habido dirigentes de Ciudadanos que han empezado con la criminalización de manteros, que al final es una criminalización de la pobreza. Hay una lógica de aporofobia muy fuerte en el discurso de Vox, que también ha empezado a comprar Ciudadanos en ese camino que intentó hacer para hegemonizar el terreno a la derecha, que desde luego, vistos los resultados, no ha salido muy bien.
También se le ha visto avanzar a Vox en elementos que vemos mucho en Bruselas, de soberanía nacional frente a las instituciones europeas, a los burócratas, incluso antiglobalización. Elementos que en el primer Vox no se veían.
Son caminos complicados para ellos, claro, España tradicionalmente no ha sido tan euroescéptica como pueden ser los polacos, incluso el votante de derechas español es muy entusiasta. O sea, mucho más que el de la izquierda, según lo que plantean todos, con lo cual Vox tiene una dificultad muy importante.
De hecho, Vox no se encuadra dentro de una familia más euroescéptica clásica, aunque yo creo que ya el euroescepticismo en la extrema derecha se ha mitigado mucho por una especie de reformismo. ¿Por qué te vas a ir de un club que puedes gobernar? Es absurdo. Ellos están ahora mismo en esa lógica de gobernar o cogobernar las instituciones europeas para poder cambiarlas desde dentro. Vox está en esa lógica, de hecho, siempre se ha definido en cierta medida como escéptico. Lo que unía a los polacos con los tories es que sí creían en Europa, pero en una Europa por lo menos diferente a la que tenemos ahora, o más parecida a lo que podría decir De Gaulle con la Europa de las patrias. O si lo queremos ver en clave europea: menos de la Comisión y más del Consejo, con más autonomía de los Estados miembros.
Mientras, Salvini y Le Pen sí que tienen cierta retórica proteccionista y cierta retórica socializante, Vox tiene un programa profundamente neoliberal. Y ahí está uno de los elementos de su gen neocon, más fuerte y que le vincula más al PiS, al partido polaco, donde tiene un programa profundamente neoliberal. De hecho, es muy chileno, muy chileno de Pinochet. La propuesta de Vox en torno a pensiones, a educación, a privatizaciones, a impuestos... No es lo que está planteando Le Pen. Ni siquiera lo que está planteando Salvini. Salvini es una mezcla entre cierto soberanismo económico, con devaluación fiscal por arriba, menos impuestos para los ricos, y más impuestos para los pobres. Al final plantea una tasa única fiscal que, por cierto, copia Vox en su programa electoral profundamente antisindical.
Le Pen se relaciona con los sindicatos de una forma diferente también. Yo creo que sí, que hay diferencias y Vox que entraría dentro una familia más neoliberal, autoritaria y ultraliberal.
Recuerdo un acto de Le Pen y Salvini en la sede del sindicato que estaba en la calle Bottegha Obscura, era la calle de la sede tradicional del PCI. Ellos tienen esa relación más del verticalismo sindical.
Incluso Salvini venía de una militancia previa en la izquierda. No tiene nada que ver con Vox, ha llegado a reclamar la herencia partisana italiana en algunas entrevistas, aunque ahora justamente estén utilizando una canción partisana por antonomasia como es el Bella Ciao. Pero es curioso que, además, Vox no ha intentado vincularse a Le Pen ni Salvini, porque yo creo que tienen profundas diferencias en el tema económico.
Por ejemplo, que Vox apoye a las multinacionales como Uber o Cabify en contra del sector del taxi. Es incomprensible. Aunque luego sí que es verdad que en estas últimas elecciones han empezado a hacer un discurso más socializante, pero es muy poco creíble. Es una panda de pijos aristócratas que van a La City de Londres y dicen que les han tranquilizado si gobernaran España, y luego te hacen un discurso contra Rosalía por rica. ¿De verdad? Es muy poco creíble, y si se ve que la franja de voto de Vox fundamental es clase media, clase media alta, clase media asustada, pero clase media media alta.
¿Por qué cuando parecía hace cuatro o cinco años que el desborde iba a ser por la izquierda, ahora parece que el desborde puede ser por la derecha?
Se mantiene la crisis de régimen, se mantiene en cierta medida la inestabilidad del sistema y la inestabilidad del turnismo que había gestionado el régimen del 78 español. La emergencia de una serie de movilizaciones sociales sin parangón en la democracia de nuestro país permitió una ventana de oportunidad para que pudiéramos aprovechar ese desborde, esa crisis de régimen destituyente por la izquierda.
Ahora mismo lo que estamos viendo no es un desborde por la derecha, es una radicalización de la derecha española en clave autoritaria, como estamos viendo en el conjunto del contexto internacional y europeo. Para mí el gran problema no es tanto que la derecha esté desbordando, que no lo está haciendo la extrema derecha, sino cómo la izquierda hemos dejado de desbordar y nos hemos vuelto a convertir en cierta medida en un partido más, nos hemos normalizado.
Yo creo que la gran disputa que hay importante ahora mismo en el conjunto de Europa, dentro de las polarizaciones políticas, es dentro o fuera del sistema. Y el problema es que nosotros, nuestra capacidad desborde mientras éramos entendidos por la mayoría población como un partido fuera del sistema. Y ahora yo creo que, por desgracia, la mayoría de las fuerzas del cambio nos seguimos encontrando dentro de los marcos del sistema. Si no desbordamos el sistema, no podremos tener un desborde político.