El misterio del Elcano: nadie sabe quién metió 130 kilos de cocaína en el buque más emblemático de la Armada española

Alberto Pozas

13 de mayo de 2024 01:02 h

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El Juan Sebastián Elcano no es exactamente un barco fantasma. El buque escuela de la Armada española viaja por todo el mundo mientras decenas de marineros se forman en su interior, anunciando por todo lo alto su llegada a cada puerto y permitiendo visitas gratuitas. Hace una década, el barco “más emblemático y simbólico” de las Fuerzas Armadas fue utilizado para mover más de 120 kilos de cocaína desde Colombia hasta Estados Unidos y, tal y como ha revelado elDiario.es, seis militares y un cocinero han sido condenados por traficar con parte de ese alijo en Manhattan. Pero a día de hoy ningún juez, tribunal o servicio de inteligencia ha descubierto quién consiguió subir los fardos de droga a bordo del buque más famoso de la fuerza naval más antigua del mundo.

El historial oficial de la goleta Juan Sebastián Elcano como almacén de cocaína arranca, de forma difusa, en algún momento de 2014. Tras pasar por el sur de Europa y por Cabo Verde, el buque escuela de la Armada llegó al muelle de Edurbe en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias y cuando salió de allí cinco días más tarde llevaba a bordo más de 120 kilos de droga. El objetivo, según ha determinado ahora un tribunal militar, era llevarlo hasta Manhattan y vender allí la mercancía. Algunos testigos e imputados, a lo largo de la investigación, afirmaron que el consumo y tráfico de drogas en el Elcano era algo habitual desde hace años.

“Algunos integrantes de su tripulación colaboraron con suministradores de droga colombianos trasladando cocaína de Cartagena de Indias a Nueva York”. La frase, parte del relato de hechos probados de la Justicia española, encierra la gran incógnita del caso: se sabe quién vendió una pequeña parte del alijo en Estados Unidos, pero no quién participó en el embarque de todos esos kilos de cocaína aprovechando que los marineros entraban y salían sin apenas controles.

La droga no fue descubierta ni en Colombia ni en Estados Unidos sino en España. La Guardia Civil estaba esperando a los marineros en el puerto gallego de Bueu, aunque los perros especializados de la Unidad Central Operativa no encontraron los fardos de cocaína hasta que el barco llegó a Cádiz. Kilos y kilos de droga escondidos en una zona “de muy difícil acceso”. En el pañol, donde se guardan las velas del barco.

Una lectura a los cinco tomos de diligencias judiciales que instruyó la magistrada togada dibujan no solo cómo transcurrieron esos días, sino también cómo algunos miembros de la tripulación del Juan Sebastián Elcano relataron que el consumo y tráfico de droga a bordo del buque escuela de la Armada era algo conocido, al menos según su versión. Los investigadores tomaron declaración a más de una decena de personas, muchas de ellas como testigo, y algunas de sus afirmaciones quedaron por escrito: “El consumo de droga y el tráfico por kilos estaba a la orden del día”, aseguró uno de ellos.

Un taxista llamado Mondongo

Muchos tripulantes del Elcano reconocieron haber tenido contactos ese verano de 2014 con un taxista apodado “Mondongo” o “Mondonguito”. Según algunos marineros, les ayudó a trasladarse por Cartagena de Indias cuando llegaron, a encontrar alojamiento durante unos días y comprar víveres. Según otros, además, les ofreció cocaína y prostitución, lo que algunos testigos consideran habitual en estos viajes. Según las pruebas que manejó la Justicia militar española, además, embarcó a algunos de ellos en una operación para llevar cocaína desde Colombia hasta el corazón de Estados Unidos a través del río Hudson.

La confesión de la mayor parte de los acusados permite al tribunal no entrar en algunas de las pruebas que recogió el juzgado togado a lo largo de tres años de investigación. Por ejemplo, los vídeos grabados por uno de los acusados en los que enseña lugares del barco donde esconder cosas, en los que sale consumiendo droga o en los que una mujer le enseña a guardar algo no identificado “dentro del pantaloncito”, que según la Guardia Civil era la cocaína. Fotos de cómo otro marinero usaba una placa conmemorativa “como bandeja”, según la Guardia Civil, para consumir. No faltaban tampoco las fotos con fajos de billetes.

El sumario demuestra que España empezó a investigar el uso del Juan Sebastián Elcano como vehículo de carga de cocaína en 2014, pero que para entonces Colombia y Estados Unidos contaban con varios años de ventaja. Las autoridades colombianas, por ejemplo, llevaban desde 2011 rastreando a media docena de personas sospechosas de aprovechar la entrada y salida de buques militares como el Elcano para traficar con droga en sus bodegas. Entre ellos, el taxista Mondongo.

La Justicia no ha conseguido determinar cómo llegó exactamente la cocaína a las tripas del buque insignia de la Armada española. Algunos interrogados hablaron de una misteriosa 'pick up' de color claro que, poco antes de zarpar, descargó cajas de café en un día poco habitual para la llegada de suministros. Otros reconocieron que habían escondido algunos kilos de droga en sus camas o, incluso, en el tanque destinado a las aguas fecales.

La seguridad “inexistente” en el Elcano

Lo que sucedió en Manhattan en 2014 ha quedado claro. No solo porque la mayor parte de los implicados ha reconocido los hechos, sino porque las cámaras de seguridad de distintos puntos de Nueva York grabaron momentos clave de las entregas de droga. En el Bronx, en Hell's Kitchen y en Times Square. Y dos traficantes detenidos en Nueva Jersey, en la otra orilla del río Hudson, fueron claros al explicar que los más de 20 kilos de cocaína que llevaban encima procedían de marineros españoles.

La sentencia del Elcano, todavía pendiente de ratificación por la sala quinta del Tribunal Supremo, explica que el cocinero del barco español, a bordo desde 1995, era el contacto con un taxista apodado “Mondongo” o “Mondonguito”, que a cambio de una comisión facilitaba los contactos para repartir la droga. Cuatro marineros y dos cabos ocultaron cocaína en pantalones y la repartieron por varios puntos de la ciudad: el Bronx, un McDonald's de Times Square o una bolera de Hell's Kitchen.

Varios interrogatorios recogidos en la causa muestran cómo en ese momento la ausencia de controles a la que hace referencia la sentencia hizo posible que la droga llegara al Elcano. “La seguridad en el Elcano era inexistente” dijo uno, para después afirmar que “el consumo era evidente”. “No registraban al personal en ningún momento”, dijo uno de los acusados. Varios deslizaron que otros marineros estaban al tanto de ese y de otros cargamentos anteriores, de lo que no existen más pruebas: “El personal de guardia iba colocado”, explicó otro.

Los mensajes de teléfono móvil cruzados entre algunos acusados y el taxita Mondonguito tampoco dejaron mucho margen para la exculpación. “Te habla Mondonguito, hijo de puta. Tengo mucha gente en el Elcano”, escribió el taxista a uno de los militares españoles a modo de amenaza cuando hubo desavenencias por el dinero. Se exploró y rechazó la posibilidad, dijo uno de los acusados, de hacer transportes posteriores pero con más de 300 kilos de droga y escondidas en “camisas”.

Más de cuatro millones en cocaína

Si el consumo y el tráfico de drogas era algo habitual en el buque escuela de la Armada española, es algo en lo que la Justicia no consiguió dilucidar. Una causa turbulenta con múltiples cruces de información entre Colombia y Estados Unidos, que en paralelo iban deteniendo a traficantes conectados con el caso. “Vamos a cargarnos a este hijo de puta”, dijo un sospechoso a otro por teléfono para intentar dirigir su declaración y manipular a la jueza.

La jueza desistió en la parte de su investigación que apuntaba al gran alijo de cocaína y se centró en las tres pequeñas operaciones de narcotráfico perpetradas por los marineros, los cabos y el cocinero. Existe una “clara probabilidad” de que más personas participaran en la operación de tráfico de cocaína, dijo la instructora en 2020, pero la falta de pruebas llevaba inexorablemente al archivo y a seguir la causa contra los marineros que habían traficado en Nueva York con una pequeña parte del alijo.

El resultado, tal y como reveló elDiario.es, es una sentencia que impone condenas de entre uno y tres años de cárcel a los siete acusados. Las condenas que no implican la entrada obligatoria en prisión son para los cinco que reconocieron los hechos durante el proceso. Las dos condenas de tres años de cárcel para los que apostaron por cuestionar las pruebas y afirmar que nunca traficaron con droga.

Los 127 fardos de cocaína, según la investigación, tenían una pureza que oscilaba entre el 54% y el 69%, con un valor aproximado en el mercado ilegal de más de cuatro millones de euros. Estados Unidos también responsabilizó a los marineros españoles de introducir, además, 10 kilos de heroína con más de un 70% de pureza y un valor estimado de más de tres millones.

“Esta organización traficaba con heroína y cocaína a bordo de barcos cruceros, embarcaciones militares y otras embarcaciones con acceso a puertos internacionales”, dijo el Departamento de Justicia de EEUU cuando se dirigió por escrito a España a finales de 2016 para pedir ayuda en una investigación que pasaba por el Juan Sebastián Elcano pero que, según afirmaron entonces, tenía unas dimensiones mucho mayores.