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La gestión de la DANA y sus mentiras ponen a Mazón contra las cuerdas
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Opinión - Lo siguiente era el fascismo. Por Rosa María Artal

Moncloa descartó apartar a Mazón tras la DANA para evitar más caos por el choque político: “No hubiera sido eficaz”

Pedro Sánchez y Carlos Mazón, en las zonas afectadas

José Enrique Monrosi / Aitor Riveiro

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Cuando Pedro Sánchez aterrizó el miércoles 30 de octubre en España proveniente de su viaje oficial a la India, en València todo era ya un caos sin vuelta atrás. La peor gota fría de la que se tienen registros había provocado riadas que arrasaron todo cuanto encontraron a su paso. Y los muertos y desaparecidos se contaban por decenas. El avión del presidente del Gobierno, que había estado informado por su equipo de la evolución de la catástrofe desatada la noche antes, tomó tierra minutos después de las diez de la mañana de ese miércoles en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid). Y de ahí Sánchez se desplazó en helicóptero al Palacio de la Moncloa para celebrar una reunión urgente del comité de crisis con la plana mayor de su Ejecutivo.

Desde el día antes, en muchos departamentos del Gobierno la preocupación por la virulencia de la DANA era tan profunda como la falta de respuesta que observaban por parte del Govern de la Generalitat Valenciana. Los avisos de la Agencia Estatal de Meteorología se sucedían de manera ininterrumpida desde el jueves 24 de octubre, cinco días antes. Y la misma mañana del día 29 se decretó la alerta roja a las 7.31 horas. Fue entonces cuando el Ejecutivo central decidió tomar la iniciativa y abrir la interlocución con el Govern valenciano.

Esa interlocución se produjo a nivel político y a nivel técnico. Por un lado, la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé, contactó con la consellera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, a las 12:23 horas. Y la volvió a llamar a las 12:48 horas y a las 14.00 horas tras haber recibido la alerta roja meteorológica de AEMET y el aviso de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) del riesgo de desbordamientos del río Magro y el barranco del Poyo. Hizo falta una cuarta llamada, pasadas las dos de la tarde, para que el gobierno de Carlos Mazón aceptara los recursos del Estado que se le estaban ofreciendo desde el mediodía y que había rechazado reiteradamente al considerar que no los necesitaba todavía para ayudar a la población. No fue la única vía de apoyo que se ofreció desde el Gobierno a la Generalitat.

En el Ministerio de Transición Ecológica que dirige Teresa Ribera siguieron durante toda la jornada la evolución de algunas infraestructuras hídricas que corrían riesgo de desbordamiento. Varios técnicos del Ministerio se mantuvieron en contacto con responsables del Gobierno autonómico para compartir información sobre algunos puntos críticos. Según la vicepresidenta y ministra Ribera, unos de esos técnicos de la Confederación Hidrográfica del Júcar que participaba en las reuiones con la Generalitat alertó al secretario de estado de que no se estaban tomando decisiones ante una situación crítica. El secretario de estado avisó a Ribera y Ribera llamó a Mazón,

“Me costó hasta cuatro llamadas localizar al señor Mazón esa misma tarde. Hablé con él a la cuarta llamada y me dijo algo así como que iba todo bien pero qque esa tarde se había precipitado todo. Me dijo que lo disculpara, que me llamaba en diez minutos porque no podía hablar en ese momento. Y lógicamente no me volvió a llamar, cosa que entendí perfectamente”, relató este viernes Teresa Ribera en la Cadena SER.

Antes, también desde el mediodía, cientos de soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) se desplegaron sobre el terreno en la comarca de Utiel-Requena ante el grave riesgo del que alertaban las previsiones meteorológicas y esperaron órdenes de la Generalitat para actuar de manera urgente. “El día que se desencadenó la emergencia la UME venía siguiendo la situación. Tengo dos herramientas legales: la alerta temprana y el despliegue adelantado. Cuando vi lo que se podía venir encima utilicé esas dos herramientas”, explicó esta semana el general Marcos, jefe de la UME.

Marcos detalló que fue él mismo quien ordenó a sus soldados el despliegue. “Ordené que todos los soldados del batallón número 3 localizado en la base Jaime I de Valencia fueran a sus puestos. 500 militares perfectamente equipados. Ordené el despliegue para que estuvieran preparados. Desde que yo di la orden hasta que salieron tardaron 12 minutos. En cuanto la Generalitat nos dio luz verde, estábamos en minutos en la zona de emergencia”, explicó.

Por entonces nadie sabía que el presidente Mazón había pasado desaparecido e incomunicado más de cuatro horas por una comida que primero se calificó como privada, luego se describió como “de trabajo” y este viernes se descubrió que era con la periodista Maribel Vilaplana para ofrecerle la dirección de À Punt, la televisión pública valenciana. Mazón no apareció a la reunión clave del Cecopi hasta las 19.30, dos horas y media después de que comenzara. Según fuentes que participaron directamente de esa reunión, al presidente valenciano hubo que explicarle el contenido de la misma cuando llegó porque no la había seguido ni estaba al tanto de nada.

De lo que sí hubo constancia en el Gobierno central era de que, en cualquier caso, la Generalitat había respondido mal y, sobre todo, muy tarde a una catástrofe sin precedentes. En esa primera reunión del comité de crisis organizada por Moncloa el miércoles por la mañana en cuanto Pedro Sánchez aterrizó de la India se estudiaron y se valoraron todas las opciones. Aunque, según todas las fuentes consultadas en el Ejecutivo, la de intervenir la Generalitat y apartar a Mazón no llegó a ser un escenario plausible.

“El Gobierno de España entiende que no hay minuto que perder y que entrar en una sustitución de los responsables de la Generalitat hubiera supuesto restar eficacia a la respuesta”, explicó Pedro Sánchez durante su comparecencia en la Moncloa de esta semana. Sin entrar al choque con Mazón, el presidente aplazó el reparto de responsabilidades e insistió en el mensaje de cualquier intento de asumir el mando por parte del Gobierno hubiera generado aún más caos.

“Es la Generalitat quien mejor conoce los recursos, el territorio y las necesidades. Y lo que tiene que hacer el estado es apoyarla. La responsabilidad que tiene el Gobierno de España es ejercer sus competencias y ayudar al resto de administraciones a que desarrollen sus propias competencias de la mejor manera posible. Esto es una situación de emergencia con necesidad de adoptar medidas urgentes, y es lo que hemos hecho”, añadió Sánchez.

En la Ley del Sistema de Protección Civil se contempla la posibilidad de que sea el Gobierno central quien decida de manera unilateral ante una catástrofe subir el nivel de alerta a 3, un escenario en el que el Ministerio del Interior declara la emergencia nacional y asume “la ordenación y coordinación de las actuaciones y la gestión de todos los recursos estatales, autonómicos y locales del ámbito territorial afectado”.

La otra opción del Gobierno central para apartar de su responsabilidad a Mazón hubiera sido declarar el estado de alarma que, en el artículo cuarto de la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, habla específicamente de “catástrofe, inundaciones y desabastecimiento”. Ese estado de alarma puede ser solicitado también por la propia comunidad autónoma en caso de ver superada su capacidad de gestión. En este caso, la Generalitat no lo decidió así.

Según el Gobierno, todos los técnicos y expertos en catástrofes consultados coincidieron en desaconsejar apartar a las autoridades autonómicas de la gestión de la crisis. “Es una cuestión de respeto institucional. Hablamos mucho de los dirigentes políticos y poco de los servidores públicos. Estos días me he encontrado a personas encomiables que están trabajando día y noche sin dormir para ayudar a sus vecinos y vecinas. Y por eso tenemos todo el respeto y el reconocimiento a la labor de los servidores públicos de la Generalitat, de las diputaciones y de los ayuntamientos. Todos somos Estado”, defendió el presidente.

La conclusión en el equipo de Pedro Sánchez es que tanto el estado de alarma contra la voluntad de Mazón como el nivel de alerta 3 para descabalgar al president y su Consell hubieran supuesto un choque institucional y una guerra política que solo hubiera añadido “más caos al caos”. En mitad de una catástrofe sin precedentes, con una comarca anegada de agua, decenas de desaparecidos y cientos de muertos, la decisión fue la de evitar cualquier pérdida de tiempo y ponerse al servicio de la Generalitat con todos los recursos que demandase, aun siendo conscientes de que en las horas decisivas el operativo autonómico no estuvo a la altura por la “irresponsabilidad política” de Mazón, algo que denuncian en privado, pero que se cuidan por el momento de verbalizar en público.

“Sobre la eficacia ya habrá tiempo para hablar y de analizar cómo mejorar las respuestas o las negligencias que se pudieron cometer. Pero yo ahora no voy a entrar en debates políticos. Lo que necesita la ciudadanía es una respuesta eficaz y unida a la tragedia. Solo puedo decir que el Gobierno de España estuvo desde el primer minuto, desde el primer segundo, e incluso antes para dar respuesta a esta tragedia”, dijo Sánchez.

Feijóo se ata a Mazón

El Gobierno de Sánchez tomó la decisión de no intervenir, y la mantuvo. Mientras, el PP no ha tenido definida una estrategia común entre la dirección nacional, la valenciana y el resto de barones autonómicos, que han optado por el silencio ante el choque inicial entre Alberto Núñez Feijóo y Mazón, que Génova trata de corregir más de una semana después. Y ni siquiera Mazón ha tenido un criterio único en estos ya más de diez días.

En las primeras jornadas tras las riadas que han costado la vida a más de 200 personas en la provincia de València, Mazón cerró filas con el Gobierno central para intentar repartir la responsabilidad entre ambos, quizá consciente de los agujeros de su gestión que se han ido desvelando con el paso de los días.

El president de la Generalitat buscó su salvación a costa de contradecir en público a su jefe de filas. El jueves de la semana pasada, Feijóo se desplazó a València para apoyar a Mazón. Habían pasado poco más de 36 horas desde las riadas y el líder del PP arremetió contra el Gobierno de Sánchez. Primero, criticó que nadie le hubiera informado a él, pese a carecer de ningún poder ejecutivo. Después, puso en duda que el Ejecutivo central hubiera ayudado en nada al valenciano.

Mazón acompañó a Feijóo en silencio, tras su hombro derecho. Pero apenas unos minutos después, junto a Sánchez, el president de la Generalitat alabó la “cooperación” y “comunicación” de ambas administraciones. “Son fundamentales, necesarias. Vamos a seguir con ella”, dijo.

Mazón estaba ya preparando su defensa. La estrategia: amarrarse a Sánchez. Durante el fin de semana posterior a las riadas recibió con un abrazo al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Y esperó la comparecencia del presidente, quien rechazó la posibilidad de que el Gobierno central asumiera el mando único de las operaciones de rescate y desescombro.

El presidente valenciano siempre se ha negado a delegar el mando en el Ejecutivo central. Pero Feijóo sí ha pedido insistentemente que el Gobierno retire las competencias a Mazón para quedarse como única administración al mando. Eso daría libertad absoluta al PP para atacar con todo a Pedro Sánchez, a quien intentan señalar como principal y único responsable de la tragedia, por acción o por omisión, mientras exculpan a su propia administración.

El portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, volvió a intentarlo este jueves en una rueda de prensa en la que dijo, a la vez, dos cosas incompatibles. Primero, que la información disponible hacía imposible que Mazón pudiera anticipar lo que iba a ocurrir y mandar una alerta ciudadana a tiempo. Segundo, que con esa misma información el Gobierno de Sánchez debió intervenir a su propio barón y asumir el mando.

Feijóo marcó la línea argumental el lunes en una declaración sin preguntas de los periodistas con la que quiso responder a la de Sánchez del fin de semana. “Seguimos solicitando, como hicimos desde el primer día, la declaración de emergencia nacional”, dijo. Si unos días, antes, el jueves, planteó que era “tiempo de reparar y de reconstruir”, no de “confrontar”, el lunes intentó poner al mismo nivel de responsabilidad a Generalitat y Gobierno para situarse él por encima, 

El PP de Feijóo intenta así desde hace ya más de diez días transitar por un mismo discurso: Mazón hizo todo lo que podía con los recursos que tiene una región con un PIB superior a los 126.000 millones de euros y un presupuesto para 2024 de 31.521 millones de euros. Mazón lo hizo bien “desde el primer momento”, como dijo el miércoles la secretaria general, Cuca Gamarra, en una breve rueda de prensa. 

Quien no ha comparecido una sola vez en dos semanas es el portavoz nacional del PP, Borja Sémper. Ni en la sede, ni en entrevistas en radio o televisión.

Arropado por los barones

Para intentar corregir las evidentes disfunciones comunicativas entre Mazón y la dirección nacional del PP, Feijóo reunió este viernes a los barones autonómicos del PP en una videoconferencia a puerta cerrada de la que apenas ha trascendido información, más allá de un breve corte de una intervención de Feijóo distribuido por su equipo de comunicación en el que presume incluso de que los presidentes del PP han enviado más de 4.000 personas a apoyar a la Generalitat sin petición previa de la Generalitat.

La frase, que busca confrontar con Sánchez por haber dicho que la ayuda del Gobierno estaba disponible para Mazón, choca además con la realidad porque, tal y como han apuntado a elDiario.es fuentes autonómicas, el envío de la ayuda está “coordinado” con la Generalitat.

El PP busca así trasladar una nueva imagen de unidad alrededor del presidente valenciano tras días de discrepancias públicas de Feijóo y Mazón, con los demás barones escondidos y cuando la imagen pública del presidente valenciano se derrumba ante las revelaciones de cómo gestionó las horas previas a la catástrofe, fundamentales para haber rebajado, al menos, el número de víctimas mortales.

Mazón compareció el martes 29 de octubre a las 13.00 horas para asegurar a los valencianos que la DANA había bajado de intensidad y se dirigía hacia Cuenca. Después siguió con su agenda prevista y se reunió con representantes de sindicatos y de la patronal. Pero, para entonces, el Gobierno ya había advertido del riesgo de que las lluvias produjeran riadas importantes, incluso en zonas alejadas de donde las precipitaciones habían sido mayores. La delegada del Gobierno ofreció la asistencia de la UME, pero no fue hasta la cuarta llamada cuando la Generalitat la aceptó. Un mando militar se sumó así a la reunión del comité de emergencia.

Un comité al que Mazón no llegó hasta las 19.30, 45 minutos después de que la Conferencia Hidrográfica del Júcar avisara de riadas de más de 1.000 metros cúbicos de agua por segundo. La alerta a los móviles de los ciudadanos no se envió hasta pasadas las ocho de la tarde, cuando ya mucha gente luchaba por salvar su vida. Dos horas antes, a las seis, los técnicos ya plantearon dicha opción.

¿Dónde estuvo Mazón desde el final de la reunión con los agentes sociales hasta que llegó al Cecopi seis horas después? No se sabe, porque las explicaciones del presidente y de su equipo han sido contradictorias. Primero se apuntó a una comida “privada”, luego se ha planteado que estuvo en un almuerzo “de trabajo”, pese a que la agenda oficial del president no la recoge.

Pero más allá de la cuestión de dónde y con quién estaba, el problema es que Mazón no atendió a los requerimientos de su consellera responsable de Emergencias, Salomé Pradas. Una semana después de agradecer al Gobierno su “colaboración” y “comunicación”, tanto la Presidencia de la Generalitat como el PP valenciano cargan la responsabilidad en Sanchez e intentan reescribir la agenda de Mazón para rellenar ese hueco de varias horas cruciales en las que .

Pero las coartadas que ha ido implementando se han desvanecido, incluido el intento de que la patronal valenciana saliera a su rescate. El presidente de los empresarios ha negado que comiera con Mazón ese día, y el presidente ha tenido que rectificar y explicar que, en realidad, picó “algo rápido” cerca del Palau de la Generalitat para luego volver a su despacho.

La realidad, como se ha conocido este viernes, es que Mazón comió durante horas con la periodista Maribel Vilaplana para, según la versión oficial, ficharla para dirigir la televisión pública valenciana, À Punt, lo que desmonta sus versiones anteriores, pone en duda otras informaciones dadas por el Govern y torpedea la estrategia de Feijóo de atacar al Gobierno por querer “controlar” RTVE. Con todo, el líder del PP mantiene su ofensiva contra Sánchez, lo que implica una defensa de su barón ante el silencio, más o menos incómodo, de sus pares en el partido.

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