Es una de las intelectuales más relevantes de las últimas décadas, una de las teóricas del feminismo que los libros seguirán citando pasados los años. Nancy Fraser (Baltimore, 1947), profesora de Ciencias Políticas, Sociales y también de Filosofía en Nueva York, está en España en pleno auge del feminismo. El Museo Reina Sofía y Medialab Prado han traído a la filósofa política para, entre otras cosas, impartir un seminario que, ante la afluencia de solicitudes, ha terminado por convertirse en una encuentro multitudinario. Fraser cree que vivimos “un momento especial” y que la mejor forma de gestionar este éxito del feminismo es pensar “qué feminismo queremos”. Y para quién.
Porque esta intelectual ha criticado con dureza a un feminismo liberal que, considera, ha sido colaboracionista de un sistema opresor. Por contra, subraya que la nueva ola se articula sobre los cuidados y el conflicto entre lo productivo y lo reproductivo y que apela e incluye a una masa de mujeres mucho más amplia y con posiciones sociales diferentes. La coautora, junto a otra referente, Judith Butler, de 'Redistribución o reconocimiento', uno de los clásicos feministas contemporáneos, fue de hecho muy crítica con la candidatura de Hillary Clinton. ¿Beneficiarían sus propuestas a todas las mujeres o solo a unas pocas?, lanzaba. Se muestra hoy, sin embargo, entusiasmada con Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva estrella demócrata. “Ella sí representa un feminismo para el 99%”.
Teniendo en cuenta lo que está sucediendo en países como España, Argentina, EEUU, India... ¿estamos asistiendo a la cuarta ola del feminismo?
No sé exactamente cómo contarlas, pero definitivamente es una ola, una nueva ola. Es extraordinario, es un potencial de cambio enorme respecto al feminismo de las dos décadas anteriores. Pertenezco a la generación de los 60, a la segunda ola, que cuando empezó fue muy radical, pero que cuando la nueva izquierda se vino abajo y resurgió el neoliberalismo, especialmente en EEUU, se convirtió en un feminismo muy liberal. Ese feminismo está en crisis, como lo está el liberalismo en general, y ciertamente estamos viendo un nuevo impulso de gente joven que no quiere el feminismo liberal, quiere inventar un nuevo feminismo y eso es algo maravilloso.
¿Y cómo definiría está ola, qué está pasando exactamente?
Primero, diría que esta ola aún está en formación, su identidad aún no está del todo clara y podría ir en diferentes direcciones. El contexto es el de una crisis general de la sociedad a escala global, una crisis de la democracia, de la economía, de las finanzas y, especialmente interesante para el feminismo, hay una crisis de la reproducción social, un término con el que me refiero al trabajo de cuidados y a todas las acciones que funcionan como pegamento social y como sostenimiento de los seres humanos, que son vistas tradicionalmente como un trabajo de las mujeres, con frecuencia no pagado, pero a veces pagado.
Ese sector entero de la sociedad está bajo una presión muy profunda porque tenemos la austeridad, los recortes de gasto, la crisis financiera, todo el apoyo público está menguando y al mismo tiempo tenemos una economía que demanda la participación a tiempo completo de las mujeres en el empleo remunerado. Tenemos retos enormes por delante que tienen que ver con la sanidad pública, con los cuidados que se prestan desde los servicios públicos, la educación pública, el transporte público, la provisión de agua y aire limpio... Todo esto se está convirtiendo en el frente, en la vanguardia de la lucha, especialmente en un momento en que los sindicatos se han debilitado, en que la industria se ha deslocalizado...
Este nueva ola del feminismo gira entorno a la reproducción social y eso le da un aura completamente diferente al feminismo corporativo liberal que ha estado centrado en permitir a algunas mujeres escalar a posiciones altas mientras subcontratan su trabajo doméstico y de cuidados a mujeres migrantes o racializadas mal pagadas. Ahora este feminismo incorpora también a estas trabajadoras en su centro y en su primera línea así que es muy diferente, se opera desde asuntos diferentes y apela a más sectores de la población. Su composición en términos de clase es diferente, no hablamos solo de mujeres privilegiadas, sino de cualquier persona afectada por la austeridad, preocupada por la educación pública o por la sanidad de calidad.
También tenemos la violencia sexual como otro de los componentes que parecen estar articulando la movilización de esta nueva ola, al menos así lo señalan otras pensadoras, ¿está de acuerdo? En España lo hemos vivido con 'la manada', y a nivel global el movimiento MeToo.
Sí, es otro de los elementos importantes e inspiradores de lo que está sucediendo. Creo que mucha gente no entiende que el MeToo es también un movimiento laboral, es una lucha para conseguir un entorno de trabajo más seguro, sin acoso o discriminación. Así que aunque los medios se centren en las estrellas de Hollywood, que están en una situación buena en general, las tripas de este movimiento están entre las trabajadoras de la agricultura, de los hoteles, entre las empleadas domésticas, que son muy vulnerables. Aunque el MeToo podría parecer una lucha de las privilegiadas no lo es. Y por supuesto tenemos la violencia de género en las parejas, que seguimos encontrando en todas las clases sociales, grupos étnicos y lugares, pero que se vuelve especialmente pronunciada en momentos de crisis como los actuales, porque existe mucha presión en la intimidad de los hogares. Es muy importante que en este momento aseguremos la financiación para atender este asunto, tenemos que asegurarnos de que las mujeres tienen lugares seguros a los que acudir con sus hijos, sitios donde vivir.
Las mujeres necesitan opciones de salida. Si tú eres más dependiente que tu compañero, tu compañero puede irse fácilmente, pero tú no. Quién va a tener el poder y la voz en una relación así. Así que una parte de la solución, no toda, es darle a las mujeres posibilidades de salida asegurándonos de que son autosuficientes y pueden sostenerse a ellas y a sus hijos.
En España ha habido un debate polémico sobre quién debe ser el sujeto del feminismo. Hay quien habla de un sujeto más abierto, que incluya a las personas LGTBi, hay quien defiende el sujeto mujeres y alerta incluso del peligro de abrir ese sujeto. ¿Qué opina?
'Mujeres' incluye a las lesbianas, a las trans, a las queer, a las mujeres cis [mujeres cuya identidad sexual y/o de género se corresponde con el sexo asignado al nacer], a las blancas, a las negras. Quiero decir que claro que hay muchas mujeres, y ¿cuál es el objetivo de decir que no podemos hablar de esto o de aquello o incluir ciertos temas en nuestros debates? Eso debilita el movimiento, decir que solo hablamos de mujeres en abstracto. Las mujeres reales tienen identidades étnicas y raciales, sexuales, de clase, etc. No hay un sujeto universal abstracto del feminismo, hay todas estos tipos de mujeres ocupando diferentes posiciones, en lugares diferentes con intereses y necesidades diferentes. Y un movimiento para el 99% debería representarlas a todas y no puedes representarlas a todas diciendo que no vamos a hablar de algunos problemas, solo de lo que nos afecte absolutamente a todas. Eso es volver al pasado, a centrarse solo en las mujeres blancas cis heterosexuales de clase media, volver a un sujeto restringido, algo que ha sido fuertemente contestado por el feminismo negro, el feminismo queer, etc. No queremos volver al pasado.
Conforme hemos ido viviendo este auge del feminismo, los partidos políticos también han ido tomando posiciones. En España, Ciudadanos se ha definido como un partido liberal que defiende un feminismo liberal. Hay quien dice, sin embargo, que el feminismo no puede serlo. ¿Es así?
Existe, en Estados Unidos es el feminismo de Sheryl Sandberg, de Christine Lagarde, de Hillary Clinton. Así que claro que existe ese feminismo, pero no es el que creo que debiéramos apoyar. Me alegra que tengan un manifiesto para poder argumentar en contra de ese feminismo. Hay más de un feminismo, el feminismo no es una posición, es un campo de debate y discusión. Cualquiera que crea que la desigualdad de género existe, es injusta y debe desaparecer, puede considerarse feminista. Pero hay muchas interpretaciones diferentes y en conflicto de cómo abordar esa desigualdad de género, de cuál es su origen y causas... y ahí hay argumentos liberales, socialistas, populistas...
Contra ese feminismo liberal usted propone el feminismo para el 99%, ¿podría explicar en qué consiste?
Como sugiere el nombre, es el feminismo que toma como referencia la situación vital, las demandas, las necesidades de la inmensa mayoría de mujeres. Ese es el punto de partida, no la situación de un grupo de mujeres ejecutivas que quieren llegar más alto. Empieza en la vida de las mujeres que trabajan en hoteles, restaurantes, o que no tienen trabajo, en mujeres migrantes... Empezando ahí diagnostica dónde están las raíces del problema, de este sistema, y ahí es donde hablamos de la reproducción social y de la crisis entre lo productivo y lo reproductivo y otro tipo de contradicciones que vivimos actualmente. Criticamos también como el feminismo liberal falla a la mayoría de mujeres y proponemos una alternativa, un feminismo centrado en derechos laborales, en derechos para las personas migrantes, en acabar con la violencia hacia las mujeres, apoyar a minorías sexuales...
En este contexto, ¿cómo lee la llegada de la gestación subrogada, los debates por su regulación, sus efectos sobre la igualdad?
No me gustaría responder a favor o en contra de esta práctica, sino que me gusta decir que es un síntoma de algo que tiene también que ver con ese conflicto de lo productivo y lo reproductivo. Está por ejemplo la idea de que mujeres privilegiadas con problemas para concebir con sus compañeros están agarrándose a un fetiche biológico cuando hay muchos niños que podrían adoptar. Por otro lado, está la cara de las mujeres que se prestan, cómo de limitadas son sus posibilidades y opciones para que esto parezca un buen negocio para ellas. En EEUU tienes mujeres más bien pobres, que han tenido pocas oportunidades educativas, recibiendo 10.000 dólares que ven como una fortuna. Durante el embarazo muchas desarrollan apego y de repente tienen que desprenderse del bebé. Algunas tratan de deshacer el contrato y hemos vivido auténticas batallas legales. Así que esto va de las opciones vitales tan restringidas que tienen algunas mujeres y del fetiche biológico. También tiene que ver con el posponer la llegada de los hijos por la exigencia del mercado... Todo forma parte del mismo problema.
Ha dicho en varias ocasiones, también en sus artículos, que algunas ideas feministas han acabado siendo sirvientas del neoliberalismo. ¿No es eso una forma de culpar al feminismo en lugar de señalar al sistema, al patriarcado o al neoliberalismo, por apropiarse de unas ideas para reforzarse y neutralizar su amenaza?
Diría que la culpa principal de la neoliberalización no es desde luego del feminismo. El villano principal de esta historia es el capitalismo financiero. Pero el feminismo liberal del que hablo no ha sido pasivo, ha sido un colaborador activo, quizá amateur, pero activo. Alguien como Sheryl Sandberg no es una víctima. Sus ideas han tenido mucha influencia. Es una apropiación de otras formas anteriores de feminismo más crítico.
Pero, por ejemplo, una de esas ideas que usted señala es la crítica feminista al salario familiar, a la idea de que un salario, ganado por el hombre, bastaba, y que las mujeres solo tenían cabida en un espacio privado, sin recursos propios. Eso no es una idea del feminismo liberal...
Hay una ironía, el feminismo criticó la idea del salario familiar, un salario que sostenga a toda la familia y que dejaba a las mujeres en dependencia. Nuestra crítica acabó convergiendo con la idea neoliberal de abaratar los puestos de trabajo y de tener trabajadoras baratas, y ahí, efectivamente, no hay que culpar al feminismo. Pero hay que decir que una parte importante del feminismo hizo una alianza con fuerzas que han destruido los derechos laborales y las condiciones de vida de la clase media trabajadora.