El nuevo reto de los políticos: llegar a cada vez más ciudadanos que solo se informan por TikTok
Año 1988. Julián, a sus 30 años, veía el Telediario de TVE, escuchaba el noticiario de la Cadena Ser y leía la prensa a diario, una práctica que arrastra desde su adolescencia. Año 2023. Sara tiene 25 años y, de vez en cuando, lee algún titular político en Twitter, se encuentra con un video de Sumar en Tik Tok o con un podcast juvenil en el que entrevistan a Pedro Sánchez, sin darle demasiada importancia a la información que le llega.
La comunicación política ha cambiado de forma crucial en los últimos veinte años. La aparición de nuevos medios de comunicación personalizada a través de Internet han creado un gran impacto en estos procesos informativos, influyendo en los propios medios de comunicación y en la opinión pública sobre los políticos o sus formaciones. Hasta no hace tanto, la población solamente podía informarse de lo que pasaba en la esfera política y de lo que cada formación decidía compartir con el público a través de la televisión y la radio pública y algunos periódicos que se escribían y maquetaban la noche antes de su reparto.
El contenido era limitado, por lo que las informaciones tenían que ser lo más precisas posibles si se quería transmitir una gran idea. Ahora, la información es pura actualidad, puro 'aquí y ahora', y los mensajes, los códigos y los canales usados son determinantes a la hora de que un partido político pueda llegar a cada nicho electoral.
Si uno quiere, puede informarse al momento de lo que está pasando en la otra punta del mundo mediante X (el antiguo Twitter) y comentar sobre ello. De hecho, la pregunta que te hace la red social al intentar publicar un tuit es ‘¿Qué está pasando?. También se puede seguir un acto parlamentario completo en el Canal 24 horas mientras se va en el metro o escuchar un programa sobre la actualidad política en una plataforma de podcast al irse a dormir o mientras se hace ejercicio.
Según Isaac Hernández, experto en comunicación política y marketing político, la expansión de canales por los que poder informar y ser informado generada en los últimos años ha hecho que la comunicación entre el político y el ciudadano cambie de forma “radical”: “Hemos pasado de una comunicación unidireccional en la que el receptor de información no tenía la capacidad de responder, a una en la que hay comunicación entre las partes de forma fácil”, señala.
Ahora, en las redes sociales, los ciudadanos expresan su opinión y emiten sus propios elementos de comunicación sin depender de que el canal sea un medio tradicional [continúa Hernández]. Y no solo se ha creado este canal, sino que han nacido cientos de formas de nueva comunicación en los que la política tiene cabida, como los canales de Telegram, Youtube o los videojuegos“.
Pero no todos los políticos saben adaptarse a los nuevos métodos de comunicación. Por ejemplo, Gabriel Rufián se mueve con soltura por la aplicación TikTok, llegando así al público más joven. Sin embargo, la recién nombrada ministra de Igualdad, Ana Redondo, no tiene redes sociales. Alfonso Serrano, secretario general del PP en la Comunidad de Madrid, es capaz de publicar un tuit cada tres minutos mientras que Esperanza Aguirre únicamente retuitea lo que otros escriben.
Un ejemplo claro de cómo el uso de las redes sociales está marcando cada vez más las comunicaciones en el panorama político es el que se pudo presenciar hace apenas unos días cuando el actual ministro de Transportes, Óscar Puente, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, protagonizaban un pique en Twitter. “Dos descarrilamientos de trenes en Atocha en 9 días. Haremos todo lo necesario para proteger a los madrileños de la despreocupación de Sánchez por el Cercanías”, escribía la dirigente popular, a lo que Puente le respondió tajante: “Tranquila Presidenta. Céntrate en construir líneas de metro sin derribar las casas de nadie, que de los problemas que tenga la red de cercanías de Madrid ya se ocupa el Gobierno de España”, recordando a las familias que están perdiendo sus casas en San Fernando de Henares (Madrid) por las obras de la línea 7B de Metro.
Este encaramiento hizo saltar por los aires otras relaciones entre PP y PSOE. Ese fin de semana, el ministro de Transportes bloqueaba en la misma red social a José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, y varios de los concejales del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de la capital, algo que hizo al edil madrileño tildar a Puente de “macarra de la política”. La polémica saltó a los órganos parlamentarios, donde ha sido tema de discusión durante varios días, por ejemplo, en la Asamblea de Madrid. “¿Saben la expresión de tener más peligro que un mono con dos pistolas? Pues ahora se va a decir 'Tiene más peligro que Óscar Puente con el Twitter'”, expresaba Ayuso en el debate del pleno del 14 de diciembre contra los argumentos del portavoz municipal socialista, Juan Lobato.
Con estos ejemplos, Hernández pone en tela de juicio que la diversificación de medios de comunicación sea efectiva cuando se trata de información, comunicación y relaciones en política: “Con la aparición de las revistas, los medios digitales, los podcast, las redes sociales o las televisiones de pago, la política ha tenido que reinventarse. Antes se mandaba una nota de prensa y el trabajo estaba resuelto. Hoy en día, si quieren que su mensaje llegue a diferentes nichos y edades, deben crear diferentes estrategias comunicativas para cada uno. Por ejemplo, tienen que transmitir lo mismo en un tuit de 180 caracteres que en una rueda de prensa de veinte minutos”, explica el experto.
“La información que transmiten los los políticos me parece poco relevante”
Es fácil montarse en el metro y ver cómo las personas de nuestro entorno abren Twitter nada más sentarse y comienzan a leer titulares. Pero, ¿concebimos como fiable y rigurosa la información política obtenida por redes sociales? Según una encuesta del CIS del pasado marzo, casi el 64% de los españoles cree que la información sobre asuntos políticos obtenida en redes sociales no es de fiar. Además, un 71,6 % está de “acuerdo o muy de acuerdo” con que las redes fomentan las opiniones extremistas. Mientras tanto, un 61,1% cree que las concibe como “una forma de mantenerse al tanto de los asuntos políticos” y un 64% las ve como una herramienta para hacer “que la gente se interese por la política”.
Sara confiesa que los medios tradicionales no son su fuente principal en temas políticos al considerarlos “poco fiables” por “informar con demasiada convicción”: “A la mayoría se les ve el plumero. Está bien que cada uno tenga su línea editorial y por ello informen de las cosas que les resulten más importantes, pero deberían ser más objetivos”, reflexiona.
Pienso que [los políticos] hablan para retroalimentar las ideas y opiniones que tiene el público que les ve sin tener en cuenta que eso afecta a la creación de una polarización que, ya hemos visto, no beneficia a nadie
“Pienso que hablan para retroalimentar las ideas y opiniones que tiene el público que les ve sin tener en cuenta que eso afecta a la creación de una polarización que, ya hemos visto, no beneficia a nadie”, opina la joven. Es por ello que dice usar las redes sociales como herramienta para informarse, aunque asegura ser consciente de que puede encontrarse con una gran variedad de fake news y cuentas que se hacen pasar por políticos, con las que el humor puede terminar envenenando el debate público.
El experto coincide con la opinión de Sara en que el contenido de los medios de comunicación cada vez está más identificado con una determinada ideología y, sobre todo, “están condicionados por la opinión pública”. Esto se puede ver en que cada político decide hablar en un medio de comunicación u otro en función del público que les vaya a escuchar.
Para Hernández, las redes sociales “han hecho que se pierda el impacto que podía tener antes un mensaje político” y sustenta el argumento con datos: “De los 2.000 impactos publicitarios que podamos tener al día en una red social, solo uno se va a quedar en la mente del votante. Ni yo mismo sé que escuché sobre política esta mañana hasta que alguien me lo recuerde, y así con todo”, sostiene.
Además, opina que las nuevas formas de comunicación a las que “se han acostumbrado nuestros políticos” ha hecho que “se pierda intelectualidad en la forma de comunicar política”. “Antes estábamos a expensas de lo que nos podía transmitir un gran orador en una entrevista radiofónica. Ahora, comunica más un insulto o una frase simpática en una red social que un gran discurso en la tribuna del Congreso”, opina Hernández.
Julián ahora tiene 64 años y sigue informándose en los medios tradicionales, aunque de manera distinta. Sigue viendo el Telediario de la 1, pero ahora lo ve en una televisión de pago. También escucha la Ser a través de Alexa y lee la prensa que solía leer, ahora en digital y a través de su iPhone. Sin embargo, ha notado un cambio en cómo se trata la información en estos años: “Me gusta la política, pero la información que transmiten los partidos me parece poco relevante”.
Aunque se sienta interesado por ella, opina que la política “ocupa demasiados minutos en los medios”: “Se le da voz constante a personas que lanzan sus mantras de forma 'machacona' y se retransmiten horas y horas de debates en los que no hay una discusión lógica. Me interesan las historias sociales o la cultura, pero parece que es más importante que escuchemos una y otra vez sus ideas hasta que las tomemos como argumentos propios. Se cuecen en su propio jugo. Siempre termino apagando la tele”, cuenta en conversación con elDiario.es.
Es curioso cómo ahora hablamos más del ‘cómo’ que del ‘qué’, cuando antes era mucho más importante el fondo de las propuestas y ahora nos fijamos en las burlas y los insultos
El experto en marketing político cree que, hoy en día, “la constancia en comunicación política es importante, pero el ser novedoso y llamar la atención lo es aún más”. Señala como ejemplo el caso de Javier Milei, recién nombrado presidente electo de Argentina, y cómo ha llegado a impactar en todo el mundo por su extravagancia política tanto en el mensaje como en su oratoria y su forma de actuar: “Es curioso cómo ahora hablamos más del 'cómo' que del 'qué', cuando antes era mucho más importante el fondo de las propuestas y ahora nos fijamos en las burlas y los insultos”.
Esto parece afectar a la opinión pública sobre cómo se está gestionando la manera de acercarse al votante. A Julián también le interesa la política autonómica, ya que durante mucho tiempo ha militado en un partido madrileño, pero se queja de que “los plenos en la Asamblea de Madrid, o en el mismo Congreso de los Diputados” parezca “un patio de niños”.
“No entiendo que, siendo una generación que se ha podido formar tanto, un amplio colectivo de los que nos representan parece carecer de la formación necesaria para comprender determinados mensajes políticos. Además, parece que contratan hooligans con el único cometido de insultar a otros, crear crispación e increpar siempre que pueden”, concluye Julián.
Para Hernández, este tipo de comunicación que ocupa lugar en cada debate parlamentario como el “Me gusta la fruta” que tienen como fin crear un debate constante con descalificaciones o burlas en los parlamentos está enfocada a aquel electorado que ya tienen ganados dentro de sus ideas políticas“: ”Hay gente se conforma con este tipo de mensajes y piensa ‘¡qué bien dicho!’, pero los políticos deben tener en cuenta que la mayoría de la gente tiene mucho más sentido común de lo que ellos piensan y que no los eslóganes fáciles, los insultos o los mensajes sin un fondo que realmente sea convincente, no les vale. Es decir, las burlas quedan muy bien entre los suyos, pero deben tener en cuenta que eso no trasciende en más votos“, concluye el experto.
7