Vox se prepara para intentar frenar su primera gran crisis interna provocada por el repentino portazo dado por Macarena Olona, quien, después de renunciar a todos sus cargos en julio alegando “motivos de salud”, ha terminado admitiendo veladamente lo que dentro y fuera del partido era una comidilla: que en realidad se fue porque estaba dolida por el trato que algunos dirigentes del partido le han dispensado y las promesas incumplidas tras su fracaso en las recientes elecciones andaluzas. Sus declaraciones han desatado toda una tormenta en Vox, un partido poco acostumbrado a que se aireen las discrepancias y muy dado al 'ordeno y mando'.
Desde entonces, ni Olona ni Santiago Abascal han disimulado su enfrentamiento y el sutil cruce de reproches entre ambos no ha cesado. El pasado jueves, en una entrevista en esRadio, le preguntaron a Abascal por el distanciamiento con su excompañera y sobre unas fotos que se hizo en Sevilla con Mario Conde: “No soy capaz de explicar muchas cosas. Una vez que una persona abandona Vox, yo no puedo juzgar qué es lo que hace y lo que no hace”, replicó, para dejar claro que a partir de ese momento Olona era “libre de hacer su vida y defender lo que quiera”.
Olona desmintió tal afirmación en su perfil de Twitter: “Nunca me he ido de Vox por un motivo básico: mi corazón está con cada uno de los votantes de Vox que amamos España y nos sentimos orgullosos de su bandera”, aclaró. Tras anunciar que daría una nueva conferencia en Murcia el próximo día 23, afirmó a través de un hilo que quería reunirse con Abascal para saber “si caminan juntos por un mejor futuro”, tanto para Andalucía como para el resto de España, porque los españoles “no tienen tiempo que perder”.
Este mismo domingo, después de participar en Barcelona en la manifestación en apoyo al castellano en las escuelas, el líder del partido de extrema derecha invitaba a su excompañera a decidir “si se afilia de nuevo a Vox” o “vuelve a ejercer la Abogacía del Estado”: “Ya nos contará”, dijo, admitiendo que acepta reunirse con ella para conocer sus planes. Olona es abogada del Estado desde 2009, fue jefa de la Abogacía del Estado en el País Vasco de 2012 a 2017 y miembro electo del Consejo Directivo de la Asociación de Abogados del Estado de España de 2016 a 2019.
El tema habría quedado así, pero Abascal de inmediato le lanzó una pulla: “Tenemos que celebrar, en primer lugar, su rápida recuperación”, un irónico comentario que desvela que la dirección del partido ha puesto en duda que su marcha se debiera a esos “motivos de salud” que ella misma aclaró en una entrevista en esRadio, un problema de tiroides recientemente diagnosticado. “Nos alegramos muchísimo de que Macarena Olona, que hace escasos dos meses dijo que dejaba la política por motivos de salud, esté muy, muy recuperada”, remachaba también la portavoz adjunta de Vox en el Congreso, Inés Cañizares. “Ya nos contará si ha decidido dejar la política para continuar con su labor como defensora del Estado o quiere dejar la Abogacía del Estado y volver a la política y afiliarse de nuevo a Vox”, añadía, en consonancia con Abascal.
La dirección del partido intenta ahora que las aguas se calmen un poco y daba la bienvenida a ese encuentro entre el líder y la que fue candidata a la Junta de Andalucía. “Ha sido Macarena la que ha dicho que llamará a Santiago Abascal, vamos a esperar a que llame”, decía Cañizares. También la líder madrileña de Vox, Rocío Monasterio, terciaba en la polémica y afirmaba en una entrevista con OKDiario que con Olona “no hay diferencias”.
Olona, por su parte, ha dejado claro que en caso de volver a la política activa sería en algún cargo vinculado a Andalucía, pero ya no como diputada autonómica dado que es “inviable” que pueda volver al Parlamento tras haber presentado su renuncia. Además, ha insistido en matizar que el hecho de volver a la política “en ningún momento es incompatible con su profesión” de Abogada de Estado.
Este lunes, en una entrevista en la cadena COPE intentaba conciliar posiciones y restaba importancia a los comentarios un tanto irónicos del líder de su partido. “Cualquier cosa que diga Santiago sobre mí estará llena de cariño”, ha dicho. “Entiendo que se alegre como cualquier persona que me quiera. Celebro que Santi se alegre de que mi familia y yo estemos bien”, ha remarcado. No obstante, lamentó que haya habido “filtraciones a medios de comunicación” sobre sus discrepancias y su afiliación, que ella ha identificado “como internas”.
Tensión desde su designación como candidata
El periplo de Macarena Olona por tierras andaluzas ha estado marcado desde el principio por la polémica. Empezando por su nombramiento como número uno por Granada al Congreso de los Diputados cuando su relación con la ciudad de la Alhambra era nula, dado que ella es alicantina, hasta su final como parlamentaria en esta comunidad, distanciada de la misma cúpula nacional de Vox que un día la captó a través de LinkedIn, tal y como reconoció Olona años después.
Olona, que tuvo “ofertas de varios partidos” para cambiar la Abogacía del Estado por los escaños de un parlamento, se decantó por la formación de extrema derecha y fue designada como cabeza de lista por Granada porque los sondeos vaticinaban que en tierras granadinas sí lograría llegar al Congreso de los Diputados. En mayo de 2019 accedió a la Cámara Baja y, aunque su relación con Vox Granada ganó enteros, su representación parlamentaria brilló por la ausencia de temas locales.
Correa de transmisión de directrices de Madrid en Granada y reconvertida en una de las voces más populistas y destacadas del Congreso de los Diputados, cobró tanta relevancia que, según deslizan internamente fuentes de Vox, la dirección nacional optó por relegarla a un segundo plano y enviarla como candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía. Lo hizo, a regañadientes, presentándose por Granada y adoptando una imagen folklórica para acercarse a sus potenciales votantes e ignorar las voces que le criticaban por ser de Alicante y no haber vivido nunca en tierras andaluzas.
Su posición dentro de Vox Andalucía fue débil desde la precampaña electoral. Sin una estrategia clara y con una escasa movilización de las bases, Macarena Olona y su equipo naufragaron desde el primer momento, a pesar de las expectativas marcadas de desbancar a Juan Manuel Moreno Bonilla al frente de la Junta de Andalucía. No solo no fue así, sino que la imagen de Olona se deterioró durante el tiempo que duró el periodo electoral andaluz. Primero, porque se supo que se había empadronado en Salobreña (Granada) meses antes de las elecciones para poder presentarse como candidata a pesar de que no vivía allí y de que su casero reconocía que no había contrato alguno. El casero que admitía el empadronamiento irregular era el expresidente de Vox Granada, Manuel Martín, íntimo amigo del presidente nacional de la formación, Santiago Abascal.
Aquel hecho marcó toda estrategia electoral y debilitó sus opciones de llegar al Palacio de San Telmo. Aunque hubo recursos administrativos contra su empadronamiento, estos no prosperaron y Macarena Olona finalmente pudo postularse como aspirante a la Junta de Andalucía. La alicantina optó por seguir el mismo argumentario de Vox a nivel nacional, obviando casi hasta el final de la campaña mención explícita alguna a los problemas de Andalucía.
Según reconocen fuentes de la militancia de Vox, este discurso de carácter nacional alejado de los asuntos andaluces separó a buena parte de los afiliados de la candidatura de Macarena Olona. De hecho, aunque presumiblemente había más medios y más relevancia, las mismas fuentes aseguran que la preparación de los mítines y los encuentros de campaña se hacía con poco personal y sin todo el respaldo monetario necesario. Además, como el asunto de su empadronamiento había sido noticia durante días, Olona quedó orillada en un segundo plano en la mayoría de los actos de Vox, a los que acabó acudiendo Santiago Abascal.
Las elecciones andaluzas confirmaron un fracaso que se barruntaba semanas antes, maquillado por la leve mejoría en parlamentarios al pasar de 12 a 14 y por aumentar en 95.000 los votos con respecto a los comicios de 2018. Un resultado que, unido al desencanto de Macarena Olona con la dirección nacional de su partido y a las fuertes tensiones internas con la militancia andaluza, la llevaron a dar un paso a un lado y argumentar motivos de salud para dejar la política, solo unos días después de jurar su cargo como parlamentaria en Andalucía. Su despedida la desveló a través de una sentida carta en la que agradecía a Abascal la “confianza” que había depositado en ella.
Ahora todo pende de esa anunciada reunión, de lo que Olona exija a Abascal y a su vez de lo que el líder acceda a concederle. Todo con tal de evitar que la que fue secretaria general de su grupo parlamentario, diputada por Granada y luego candidata a la Junta de Andalucía no se descuelgue con el anuncio de que quiere lanzar un nuevo proyecto político –que arañaría votos a Vox y dividiría más a la derecha– con desencantados de otros partidos o con el exbanquero que hundió Banesto y al que halagó hace unos días en las redes sociales.