Estas Navidades deberían haber sido las primeras para José Luis Moreno con residencia fija fuera de España. El invierno pasado, los planes del empresario pasaban por dejar atrás la “contaminación” que detectaba a su alrededor y establecerse en Los Ángeles, quizás Londres, o en las Islas Maldivas, donde planeaba construir un hotel. Pero Moreno no terminó de decidirse y el 29 de junio, el servicio de su mansión en Madrid le despertó para avisarle de que tenía visita: los guardias portaban una orden de detención de la Audiencia Nacional que el productor leería en bata.
Seis meses después, José Luis Moreno sigue en Madrid, desde donde pleitea para que le rebajen aún más la fianza de tres millones de euros –el juez acaba de rebajarla en un millón– que tuvo que depositar para evitar la cárcel acusado de liderar una organización de estafadores de altos vuelos. “Yo ya he vivido una vida fuera y estoy muy organizado, yo lo que tengo que ir es fuera de España urgentemente. Todos los gastos de fuera se pagan fuera. Yo es como si viviera otra vida y es la que quiero, pero ya definitivamente. No tengo por qué contaminarme aquí de nada. Además lo tengo todo muy ordenado, muy regulado”, le dijo José Luis Moreno por teléfono a uno de sus colaboradores el 25 de febrero de 2021.
En ese momento, los investigadores ya tenían pinchado el teléfono del empresario. Los españoles no sabían por entonces que en tres meses podrían distraerse de las noticias de la pandemia con uno de sus pasatiempos favoritos: la caída en desgracia de un icono (de otro tiempo). Instalado en la memoria de varias generaciones, José Luis Moreno siempre había sido famoso, pero no del todo popular. Estandarte de un género de entretenimiento ya desaparecido, la ventriloquía, su lujosa vida, su altivez y los enemigos que había ido dejando en el mundo del espectáculo hicieron de él el blanco perfecto de una inquina que se manifestó en 2008, pese a ser víctima de un asalto en su casa con paliza de muerte incluida.
La historia reciente española es rácana para ofrecer objetivos judiciales tan carpetovetónicos como José Luis Moreno. Desde 2007, con el arresto de Isabel Pantoja, no aparecía en un auto de detención un personaje tan kitsch. La expectación ha sido tanta que la televisión ha llenado horas y horas hablando de una operación contra unos delitos económicos tan desprovistos de espectacularidad que sin José Luis Moreno habría pasado desapercibida. Los guardias civiles y policías al frente de la investigación prepararon la guinda mediática: la Operación se llamaría ‘Titella’, marioneta en catalán.
El sumario que instruye el Juzgado de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional reúne el nombre de más de 700 empresas integrantes de un entramado utilizado por la organización criminal para blanquear el dinero estafado a inversores públicos y privados. Las pesquisas apuntan a que Moreno prestaba su nombre como “tarjeta de visita” y pedía enormes volúmenes de financiación para supuestos proyectos audiovisuales. Después, el dinero se esfumaba. Con razón Moreno hablaba de que fuera tenía una vida organizada: los investigadores siguen aún el rastro del dinero, pero en un informe de junio cifran la fortuna del empresario fuera de España entre los 400 y los 900 millones de euros.
La organización investigada en la operación Titella arranca con las pesquisas sobre dos aliados de Moreno, Antonio Luis Aguilera y Antonio Salazar, quienes, al menos desde 2017, se dedicaban al fraude y estafa de entidades bancarias e inversores privados, a falsificar cheques y pagarés y al blanqueo de capitales. Una vez entraron en contacto con Moreno, éste se situaría en la cabeza de la banda junto a Aguilera. José Luis Moreno conseguía los fondos y Aguilera y Salazar pondrían sus “amplios conocimientos en operativa bancaria y mercantil” para crear la red de empresas y distraer el dinero de préstamos y subvenciones, según los investigadores.
A través del seguimiento de la organización, los agentes comprobaron que Moreno y sus colaboradores se adaptaban a las circunstancias. “En la actualidad se se están beneficiando de los créditos ICO que se están concediendo a raíz del Covid 19, dado que dicen que son los más fáciles de conseguir y que las entidades bancarias están deseando concederlos”, informaron al juez poco antes de las detenciones. O no tan deseosos: los propios agentes apuntan en su informe que las sospechas recaen sobre “un número de directores de entidades bancarias que, cuanto menos, están colaborando con la organización, obviando la diligencia debida a la hora de aprobar las operaciones de financiación que les presentan”.
Aquel 29 de junio de la detención de Moreno fueron arrestadas otras 52 personas. Entre ellas, varios directores de sucursales, trabajadores y empresarios cercanos al productor, su sobrina, su abogada y un notario que estaba a sueldo de la organización. Según los cálculos de la Fiscalía, la red pudo causar “un perjuicio evaluado en torno a los 85 millones de euros”. El destino de ese dinero eran países como Suiza, Panamá y Maldivas. Entre los proyectos de la organización estaba también crear un banco en Malta diseñado para el crimen económico.
“Peloteo de cheques”
El registro de la mansión de Moreno se convirtió en el foco de atención el 29 de junio. Coches de lujo, cajas fuertes… finalmente los policías solo encontraron 4.000 euros en efectivo en la vivienda. El productor pasó dos noches en el calabozo, pero logró evitar la cárcel tras cubrir con un aval hipotecario la fianza de tres millones de euros que le impuso el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno. Tras la rebaja a dos millones, su defensa sigue batallando para que se quede en un millón o desaparezca esa medida cautelar.
En las horas siguientes se fueron desvelando los métodos utilizados por la organización. Se repetían los términos “empresas pantalla”, “testaferros” y otros menos conocidos como “peloteo de cheques”, una práctica consistente en que una empresa emite un cheque a nombre de otra y ésta cobra la cantidad en el banco. Cuando la sucursal se da cuenta de que no hay fondos en el denominado –hay un “plazo de devolución interbancario” que dura alrededor de 72 horas–, la empresa que ha cobrado el dinero hace lo mismo con otras y así sucesivamente.
La prosaica actividad delictiva de la trama recibía un toque de sofisticación con algunas intervenciones de Moreno. “Ha cambiado algunos actores y está utilizando diferentes sociedades, pero el fin es el mismo: conseguir dinero por cualquier medio”, advirtieron en verano al juez los investigadores. Se referían a los 32 millones de euros que José Luis Moreno obtuvo del magnate argentino Alejandro Roemmers para filmar la serie ‘Resplandor y Tinieblas’, basada en la vida de San Francisco de Asís.
“Roemmers podría ser una víctima más de las estafas del señor Moreno, un inversor privado que disponía de cierto capital en países como Argentina, Panamá o Suiza, del que se desconoce su procedencia, y que estaba introduciendo en nuestro país ayudado por Moreno, esperando posteriormente que le reportase beneficios una vez lavado”, escriben los agentes. El dinero habría acabado en las empresas de Moreno a través de facturas falsificadas. José Luis Moreno asegura que tiene rodados 35 capítulos de 45 minutos cada uno, con estrellas internacionales como Joan Collins, y que toda la inversión está justificada. La filtración de algunas escenas provocó en su día críticas por la baja calidad de una serie que pretende ser de época.
Es aquí donde entra en escena otra figura clave, el checo Martin Czehmester, pareja de José Luis Moreno, titular de la empresa Youmore TV S.L y que será interrogado por el juez el próximo 18 de enero, en una nueva tanda de declaraciones. Youmore TV es detectada por los policías como la única empresa que Moreno consideraba que tenía “limpia” antes de su detención. Los investigadores sospechan que Czehmester transfirió a República Checa dinero obtenido por la trama en una operativa propia del blanqueo de capitales. “En concreto ostenta la titularidad de propiedades inmuebles de alto standing en el extranjero, en concreto en la República Checa, disfruta de viajes de lujo en barcos y aviones privados, tiene el usufructo de vehículos de alta gama de las mejores marcas y recibe dinero en sus cuentas”, detallan.
La citación de la pareja de Moreno se ha producido al detectar los investigadores que, con posterioridad a la detención del empresario, Czehmester ha vendido una casa en la República Checa que está en el punto de mira de los investigadores. En el sumario consta una conversación entre la pareja de Moreno y una colaboradora en la que el checo expresa su incomprensión ante la situación del empresario, que estaría “pasando penalidades cuando tiene fuera de España 500 millones de euros”. “Que pague a alguien 200 millones aunque sea, para que los traiga”, dice Czehmester en ese pinchazo telefónico.
Hay una pata de la investigación de la Operación Titella que investiga el blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico. La operación contra Moreno se precipitó cuando el 13 de junio, los agentes interceptaron un Opel Astra en el trayecto Barcelona-Madrid con 1,2 millones de euros escondidos en su maletero. El destinatario de los fondos para su ingreso en un banco y blanqueo era Antonio Aguilera, uno de los máximos colaboradores del productor en la trama “económica”.
Entre el voluminoso sumario de la Operación Titella aparece un informe de la Guardia Civil que alude a uno de sus mandos, el teniente coronel Javier Rogero, actualmente destinado en la Unidad Central Operativa. Rogero fue durante muchos años el jefe de la especialidad de Policía Judicial en la Comandancia de Madrid. Desde ese puesto detuvo a la banda de albanokosovares que asaltaron con gran violencia la casa de Moreno en 2008. De las conversaciones interceptadas en la Operación Titella se desprende que productor y guardia civil iniciaron una amistad que podría haber hecho incurrir al mando del instituto armado en actitudes cuanto menos cuestionables.
José Luis Moreno aparece dando instrucciones a sus empleados para que colmen de regalos a la familia del teniente coronel. Para Rogero encargó un Apple Watch; para su hijo, “lo más sofisticado en tecnología”. “Ese chico estudia Biología (…) puede ser el iPad ese de mil y poco”, se oye a Moreno en los pinchazos, según adelantó El Confidencial. También había regalos de ropa y zapatos para la mujer y las hijas del teniente coronel, de las que conocía las tallas que usan.
Más allá de los regalos hay otras expresiones de Moreno que cuestionan la actividad del agente. “Cualquier día que tú necesites algo gordo de la Benemérita, este hombre es oro”, le llega a decir el productor a su interlocutor. Moreno estaba preocupado con la visita de una delegación argentina enviada por Roemmers para supervisar los trabajos sobre la seria de San Francisco de Asís. Según afirma Moreno, Rogero ha buscado en las bases de datos policiales información sobre uno de los argentinos.
Por las restricciones de la COVID-19, la delegación argentina veía dificultada la entrada en el país. El propio Rogero aparece en las conversaciones: “Mañana puedo intentar ver si con nuestra gente de internacional, si tenemos algún contacto por allí que pueda agilizar el tema, ¿sabes?, porque es que otra cosa (...) a ver si conocemos allí a alguien o hay alguien con el que podamos hablar, algún agregado de Interior, alguna cosa...”