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Pablo Casado busca encapsular en Madrid la bronca con Ayuso con ayuda de los barones

Pablo Casado y Juanma Moreno, durante el 16 Congreso del PP andaluz celebrado en Granada.

Aitor Riveiro

Granada —
21 de noviembre de 2021 22:26 h

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Lo hizo en octubre, en Valencia, en la clausura de la Convención Nacional del PP con la que Casado quería lanzar su precampaña. Lo repitió un mes después, en Puertollano, en el congreso del partido en Castilla-La Mancha. Y este fin de semana, en Granada, en el encumbramiento orgánico de Juan Manuel Moreno, el primer presidente de Andalucía que ha tenido la derecha, reelegido al frente del partido con un 99% de los votos. Allá donde va, Isabel Díaz Ayuso acapara titulares y miradas. Recibe aplausos de la militancia, pero también los recelos de sus compañeros de partido, hartos de una bronca que enturbia sistemáticamente los que deberían ser sus grandes momentos.

La situación se puede repetir en las próximas semanas y meses. A mediados de diciembre se celebra el congreso del PP de Aragón, que elegirá al alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón. En el primer trimestre de 2022, el de Castilla y León, para refrendar a Alfonso Fernández Mañueco al frente. Y luego los de las comunidades uniprovinciales, con Madrid la última de la fila, para desesperación de Ayuso. Medio año que se puede convertir en un via crucis para Pablo Casado, y los dirigentes autonómicos, si tienen que ir apagando incendios periódicos.

“Dejémonos de enredos estériles que nadie entiende”, dijo Juan Manuel Moreno en su discurso de candidato en el XVI Congreso del PP andaluz, el pasado sábado. Un día antes, Ayuso había aprovechado su presencia en el cónclave, junto a los demás presidentes autonómicos del partido, para darle un “consejo” que, según fuentes próximas al presidente de la Junta, no le había pedido y no sabía que iba a darle.

El “te quiero recomendar que vueles libre, que tomes tus propias decisiones” y el “solo se desgasta quien se comporta como una marioneta” que espetó Ayuso en su breve intervención obligó a Génova a verbalizar lo que era una obviedad, que Moreno tiene la potestad de convocar elecciones cuando quiera. Pero él mismo tuvo que señalar al día siguiente que “siempre” ha sido “libre”. Incluso antes de que lo dijera la presidenta madrileña, quien llegó a Granada el viernes, soltó su speech, y se volvió a la capital.

El equipo de Ayuso intentó matizar durante el fin de semana sus palabras y señalar que no se referían a Casado, sino a Vox. Antes, desde Génova habían apuntado a una operación para “alterar las cosas”, en referencia al poder en el PP, que recordaba a lo que intentó Esperanza Aguirre en 2008.

La dirección nacional zanjó un debate que se había reabierto por una filtración de la que ahora todos se desmarcan como si fuera la peste. “Eres y has sido siempre una persona libre”, dijo García Egea ante los compromisarios andaluces después de subir en bicicleta al pico Veleta de Sierra Nevada. “No tenemos que venir de fuera ninguno a decirte lo que tienes o no que hacer”, zanjó el secretario general. Un mensaje que, sin embargo, no aplica a Madrid. Porque, como defienden en Génova, el líder del PP de Madrid es el propio Casado.

Así se lo trasladó a Ayuso cuando, en 2019, la eligió para encabezar la candidatura autonómica. Y ella aceptó, tal y como la presidenta asumía este domingo en una entrevista en The Objective

El domingo llegó el turno de Casado en el plenario de Granada, donde lanzó un triple mensaje interno. El primero, refrendar que Moreno “tiene las manos libres”. El segundo, que el proyecto del PP debe ser uno, y no 17. Y menos uno sobre 17. Lo dijo de varias formas: “Somos un gran equipo, una gran orquesta, no caben los solistas”; “no somos la suma de planes individualistas”; “el personalismo no cabe en el PP”; “esto no es un talent show de megalomanías”.

El tercero de los mensajes busca aislar a Ayuso. Las palabras de la presidenta madrileña han marcado todo el congreso andaluz, irritando profundamente, más allá de Moreno, a muchos cargos intermedios, locales y provinciales, que han visto cómo el foco se lo llevaba alguien de fuera con un discurso de apenas 10 minutos en un cónclave que ha durado tres días y por el que han pasado decenas de oradores.

Casado y Moreno estuvieron en bandos contrarios en el congreso que encumbró al madrileño al frente del PP, y los recelos entre ambos siempre han estado presentes. El proyecto del andaluz es “moderado”, según sus propias palabras. Quiere un PP “centrado”, “transversal”, “andalucista”. En 2022 debe convocar las urnas, ya sea antes o después, y es la oportunidad de afianzar un nuevo PP en la región. En sus intervenciones no hay ni un atisbo del duro discurso del líder estatal, no hay rastro del identitarismo que rezuman las palabras de Casado. Su objetivo no es atraer al votante de Vox, es comer terreno al PSOE de un Juan Espadas todavía poco conocido. “Ser radical conduce al aislamiento, ser moderado a la mayoría”, dijo el sábado. Y añadió: “Centrémonos en lo importante: los andaluces y cambiar el pésimo gobierno de Pedro Sánchez”. “Ese es el objetivo. ¡Solo ese es el objetivo. Solo. Solo!”, concluyó.

El domingo, ya con Casado en la platea, volvió a tomar la palabra para decirle a su jefe de filas: “Cuenta con nosotros”. En su turno, el presidente nacional reclamó su apoyo. Le recordó que, pese a que no le respaldó en su elección como líder, “todo el partido a nivel nacional apoyó al PP de Andalucía” en 2018. “El camino a la Moncloa pasa por San Telmo [sede del Gobierno de la Junta]. Y Sánchez quiere que su permanencia en Moncloa pase por San Telmo”, explicó. 

Minutos antes había espetado: “Ha llegado nuestro momento”. Y de la misma forma que ha asumido que sus barones son libres en sus territorios (salvo Ayuso), reclamaba a los suyos que le dejaran hacer. “Yo sé lo que tengo que hacer y nada ni nadie me va a despistar de ese camino”, dijo. “Ninguna insidia, ninguna injuria va a apartarme de ese camino”, añadió. “Os pido que sigamos adelante, con ejemplos como el de la Junta de Andalucía con Juanma Moreno”, concluyó.

Un cierre de filas que en el PP de Andalucía consideran un triunfo de Génova que aísla a Isabel Díaz Ayuso, con quien Moreno tiene poca o ninguna consonancia política y discursiva. Y que sirve de ejemplo a los demás líderes regionales que deben afrontar congresos en los próximos meses. Casado se reunió con Fernández Mañueco la semana pasada para escenificar una sintonía que no siempre ha sido tal. Y ha cedido a Alberto Núñez Feijóo la coordinación de la posición del partido y de los presidentes regionales en la negociación de la financiación autonómica que el Gobierno abrirá este mismo mes.

Esta semana habrá una reunión en Galicia, a la que acudirán también representantes del PSOE, en la que no estará a Ayuso, pese a que el líder gallego dijo este viernes en Granada que está “orgulloso” de ella. Un reparto de cromos de Génova con sus baronías que busca reducir la incidencia de la crisis madrileña. Encapsular el problema en su origen y que el fuego se apague por falta de oxígeno. Y que, como le ocurrió a Aguirre en 2008, el partido prefiera que se quede ahí para no extender las llamas a sus territorios.

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