Así ha sido el viaje de Pablo Iglesias a Atenas para apoyar a Tsipras
Caminando, algo que ya le resulta casi imposible en España. A las 18.00, de noche en Atenas, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, el responsable de Internacional del partido, Pablo Bustinduy, y su responsable de prensa, Juan Suárez, llegaban este jueves andando a la sede de Syriza, en la calle Eleftherias de Atenas. Los cortes de tráfico a causa de los actos centrales tanto del partido de Tsipras como del KKE en la plaza Syntagma les obligaron a bajarse del taxi y recorrer los últimos metros a pie.
Cuando las decenas de periodistas, españoles e internacionales, que permanecían apostados a la puerta del cuartel general de Syriza les vio, se lanzaron a su encuentro. Empujones, carreras... Hasta que se organizó un corro en el que Iglesias respondió a la prensa que estaba esperándole durante siete minutos:
“Las políticas de austeridad no han funcionado en Grecia y es normal que la gente pida el cambio y nosotros estamos para apoyar a la fuerza política que reclama ese cambio. En este país las cosas pueden ir a mejor con Syriza, se merece un presidente griego, no subordinado a nadie, un presidente patriota que defienda los derechos de los griegos y negocie con sentido común”. ¿El cambio empieza en Grecia? “España es la cuarta economía del euro, pero con Syriza nos une que no han funcionado las políticas de austeridad. El cambio político lanza un mensaje fundamental: las políticas de austeridad no han funcionado, han sido ineficaces, aumentó la deuda, no se redujo el desempleo y han humillado a un pueblo”.
Están con IU apoyando a Syriza, ¿puede ser el principio de algo más? “No toca hablar de política española, sino de que el cambio es posible en Grecia”. ¿Cómo puede afectar a Podemos? “No será una victoria de Podemos, sino del pueblo griego, apoyamos a Syriza, pero tenemos que hacer nuestros propios deberes”. ¿Hay miedo en Europa? “No creo en el miedo, sino en la esperanza”.
¿Significa una victoria de la izquierda? “No se trata de izquierda o derecha, sino la contradicción entre austeridad y sentido común. Tsipras será un primer ministro griego, no rehén de nadie”.
¿Había alternativa? “No es un problema de intenciones, sino de resultados; mintieron los que defendían la austeridad, atacar las pensiones, que haya tres millones de griegos sin seguro médico. Syriza dice que podemos hacer algo distinto. Rajoy y Samaras [primer presidente griego, del conservador Nueva Democracia] han demostrado ser vicepresidentes de Merkel en retirada, cuyas políticas han fracasado con más paro, más deuda y drama para las familias. Tanto Rajoy como Samaras son parte del pasado, Alexis Tsipras es el futuro”.
A escasos metros, en una plaza contigua, le esperaba un set de televisión de la cadena griega Mega. Sentado, con traductor, Iglesias respondió a otro puñado de preguntas, en las que defendió la “inevitabilidad del euro, a pesar de Maastricht” y la “renegociación de la deuda” de los países.
Tras acabar la entrevista con la televisión, Iglesias se dirigió a la radio de Syriza, a escasos metros de distancia. Allí, en un estudio repleto de cámaras y fotógrafos, respondió durante media hora las preguntas de los periodistas griegos sobre la austeridad, la esperanza del cambio en Europa, además de lanzar un mensaje a Tsipras.
A continuación, en coche, regresó a la sede de Syriza. Allí aguardó hasta que Alexis Tsipras estuvo preparado: primero en su despacho, y luego en una sala contigua de la séptima planta de la sede de Syriza. Pero el encuentro con el líder de Syriza se hizo esperar hasta el mitin.
Aún faltaba, cuando se supo que Tsipras ya se había cambiado, el traslado hasta la vecina plaza Omonia. Antes, un acompañante de Syriza le preguntó a Iglesias, quien repasaba de tanto en tanto las palabras que iba a pronunciar en griego, si quería hacer una visita práctica al servicio: “Do you want to go to the restroom? If you don't go now, you won't be able later. We are leaving now”. Hubo risas, nadie fue al servicio y la comitiva se dirigió, ahora ya en un coche de seguridad, al mitin. Detrás, en una furgoneta, le seguía por las calles el cineasta Fernando León de Aranoa y su equipo, que lleva grabando a Iglesias desde su viaje a Latinoamérica a finales de septiembre.
Fueron escasos minutos por una avenida cortada al tráfico. Al llegar, Iglesias fue reconocido y saludado, tanto por simpatizantes de Syriza como por otros dirigentes políticos de la izquierda europea, entre ellos el coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara.
Iglesias, no obstante, se ubicó a escasos metros de ellos, junto con sus acompañantes, una traductora de Syriza y la eurodiputada del Bloco de Esquerda portugués Marisa Matias. Siguió la intervención de Tsipras, de algo más de una hora, hasta que salió al escenario. Casi tres minutos, una frase –escrita en el papel del minibar del hotel– y dos abrazos, anunciados por la música de Leonard Cohen y coreado por los asistentes: “El viento del cambio sopla en Europa, en Grecia se llama Syriza, en España se llama Podemos. Vuelve la esperanza. Hasta la victoria. Syriza, Podemos, ¡venceremos!”.
Al concluir, Tsipras sale del escenario agarrado de Iglesias y recorren unos metros hasta que cada uno se dirige a su coche. A Tsipras aún le esperaban tres días para saber si logrará la mayoría absoluta que pidió en el mitin. A Iglesias, algo que picar en la noche ateniense en el bar Gazarte antes de retirarse al hotel. A las 9.00 del viernes salía su avión de regreso.