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Pablo Iglesias intenta contener la posibilidad de desborde dentro y fuera de Podemos

“Nosotros pensamos que la unidad popular no se construye a través de los partidos con acuerdos de dirigentes, sino desde abajo”, decía tajante Pablo Iglesias este miércoles tras la reunión con Alberto Garzón, candidato de IU a la presidencia del Gobierno. 48 horas después viajó a Barcelona, donde se vio con la alcaldesa, Ada Colau, y la cúpula de ICV, para dar el último empujón a la candidatura de confluencia para las catalanas, formada por Podemos, ICV, EUiA y Procés Constituent: Ara Catalunya es el nombre que, de momento, genera más adhesiones.

“Para nosotros la unidad popular se construye fundamentalmente con la sociedad civil y vamos a apostar por incorporar a nuestras listas a gente y a sectores que no son de Podemos”, insistía Iglesias en la idea de que Podemos ha de ser “el paraguas”, “la palanca”, la “herramienta” del cambio.

Entonces, ¿por qué en Catalunya está haciendo otra cosa? “En Vistalegre se decidió que Podemos se presentaría con su marca en las generales y autonómicas?”, ha repetido. Pero no así en Catalunya. ¿Por qué? Porque Podemos se siente desbordado, término muy repetido en las últimas semanas para explicar los movimientos que hace o no el partido de Pablo Iglesias. Y el precedente de las autonómicas catalanas hace prever una candidatura en Catalunya para las generales que sea algo más que Podemos en solitario.

En el contexto catalán, la lectura política que hace Podemos es que le interesa más electoralmente ir acompañado o incluso formando parte de un sujeto político superior –como fue Barcelona en Comú, donde emergía la figura de Ada Colau, y el protagonismo ciudadano y de los partidos estaba repartido–, que concurrir en solitario.

El 9 de diciembre de 2014, el secretario general de Podemos en Madrid ciudad, Jesús Montero, decía sobre Ganemos Madrid: “No se le puede pedir a Podemos que ahora entremos en unos platos precocinados”. El 29 de enero de 2015, sin embargo, se selló el acuerdo Ganemos-Podemos que alumbraba Ahora Madrid.

¿Qué pasó en esas seis semanas? Podemos se sintió desbordado. Asumió que rechazar un acuerdo con Ganemos Madrid le restaba mucho más que rubricarlo. Cinco meses después, Manuela Carmena, candidata de Ahora Madrid, prometía su cargo como alcaldesa de la capital y al pleno de investidura acudían Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, además de José Manuel López y el propio Jesús Montero.

“No queremos un acuerdo electoral Podemos-IU”, zanjó Iglesias este miércoles tras reunirse con Garzón. Iglesias rechaza “el frente de izquierdas” porque le aleja de la “centralidad del tablero”. Pero Garzón tampoco le propuso un acuerdo electoral Podemos-IU. “Los partidos son herramientas, son medios y no fines en sí mismos. Queremos un proceso popular y ciudadano, que vaya tomando forma sobre dos ejes: el propio protagonismo de la ciudadanía y el proyecto de nuevo país”, ha explicado el candidato de IU a la presidencia del Gobierno.

Pero también es verdad que IU se ha roto en varias provincias en los procesos de unidad popular de las municipales por la apuesta de muchos de sus dirigentes, empezando por el coordinador federal, Cayo Lara, por la coalición electoral. El caso más evidente ha sido el de Madrid, donde Mauricio Valiente, ahora presidente del pleno del Ayuntamiento de Madrid, tuvo que darse de baja para concurrir por Ahora Madrid. Tres semanas después de las elecciones, llegaba la desfederación de IU-Comunidad de Madrid, y el regreso de Valiente y los concejales Carlos Sánchez Mato y Yolanda Rodríguez a IU.

Una incómoda entrevista

Al día siguiente de la reunión con Garzón, en una entrevista publicada simultáneamente en  Público Crític, Iglesias se dirigía así “al izquierdista tristón” –por un artículo publicado por el escritor Isaac Rosa en eldiario.es– y “los dirigentes políticos de IU”: “Os avergonzáis de vuestro país y de vuestro pueblo y os encanta recoceros en esa especie de cultura de la derrota. Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas, pero no te acerques”.

La entrevista fue el lunes, y el propio Iglesias ha reconocido haberse sentido incómodo con ella. ¿Qué había pasado ese lunes? Muchas cosas, y entre ellas el viaje de Iglesias a Cádiz, donde se le preguntaba por la propuesta de unidad popular de Garzón. Y el viaje del propio Garzón a Galicia durante el fin de semana, donde se vio con los alcaldes de Ferrol, Santiago y A Coruña, con los que evidenció sintonía en cuanto al modelo de unidad popular, que no pasa por incorporarse en las listas de Podemos, sino por la gestación de una Marea Gallega para las generales.

Esa Marea Gallega, en la que están incluidos los movimientos ciudadanos de las mareas muncipales, además de AGE (IU y Anova), cuenta con Podemos... pero no con su nombre como protagonista de la candidatura. Y ante la imposibilidad de integrar a todos los actores de sus listas, Podemos se está inclinando por sumarse como un actor más. ¿Por qué? Porque, de nuevo, se siente desbordado.

¿El modelo se puede reproducir en más sitios? Se habla del País Valenciano, donde el éxito de Mónica Oltra deja a Podemos en una posición secundaria en la comunidad. Compromís propuso a Podemos ir juntos en las autonómicas, pero Podemos se negó. Compromís quiso ir de la mano de Podemos en las municipales, pero Podemos apadrinó Valencia en Comú gracias a que la candidatura barcelonesa de Ada Colau les cedió el nombre.

Ahora, Oltra será vicepresidenta valenciana y Joan Ribó el alcalde de Compromís en Valencia. Podemos, de nuevo, se siente desbordado, y está hablando con Oltra para concurrir juntos en las generales. En el País Valenciano está previsto que Podemos sea algo más que Podemos, que la unidad popular no pase por “incorporar” a las listas “a gente y a sectores que no son de Podemos”.

Mónica Oltra suele decir a este respecto: “¿Cómo vas a visibilizar a los invisibles si empiezas invisibilizando a tus compañeros?”

Y en este punto surge un problema para las organizaciones estatales, tanto Podemos como IU: la geometría variable, o “balcanización”, en palabras de Juan Carlos Monedero. Sin una candidatura articulada estatalmente, se perjudica la adjudicación y acumulación de voto, y su traslación en un grupo parlamentario.

¿Y qué pasa con la propuesta de Garzón? “Yo encantado de que gente que viene de IU se incorpore a nuestro proyecto. Pero acuerdo electoral, no”. Sin embargo, Podemos está con IU en las mareas gallegas, y en el acuerdo en Catalunya, además de en Zaragoza en Común, Ahora Madrid o Guanyar Alacant.

Y vuelve la teoría del desborde, que marcará hasta dónde puede tener éxito la propuesta de Garzón. Podemos está llegando a acuerdos con IU cuando lo hace de forma indirecta. Cuando la presencia de Podemos no resulta hegemónica. Cuando la de IU es más presente por sus miembros y militantes que por sus siglas, mezclados con otros partidos –las bases de Podemos son mucho más proclives a colaborar con las de IU que sus dirigentes– y movimientos ciudadanos con los que han tejido complicidades. Cuando los interlocutores son dirigentes que representan una nueva IU que quiere abanderar Garzón y no Cayo Lara, a quien señaló singularmente este jueves en la Cadena Ser, y los sectores afines al coordinador federal que no entienden de la misma manera que Garzón la unidad popular y las relaciones con Podemos.

Estas diferencias políticas en IU, en función de cómo sea el proceso de confluencia, pueden llevar a casos como el de la exdiputada autonómica Tania Sánchez, que se marchó para formar Convocatoria por Madrid, partido que concurrió a las autonómicas dentro de la lista de Podemos. O el contrario, que direcciones provinciales de IU lanzaran candidaturas propias después de que sus candidatos elegidos en primarias se integraran en candidaturas de unidad popular, no en coaliciones electorales, y se vieran, de facto, fuera de IU.

Desborde interior

Hace dos semanas, el 10 de junio, cargos de Podemos reclamaban “pluralismo interno” y “apertura al exterior” ante el reto de las generales. El manifiesto 'Abriendo Podemos' advertía del riesgo de que la formación “se convierta en un partido más”, y abogaban por democratizar sus procesos. El documento, firmado entre otros por Pablo Echenique y los diputados regionales Beatriz Gimeno e Isidro López planteaba recuperar las propuestas de renta básica y de auditoría y reestructuración de la deuda.

El documento recordaba “la irrupción de importantes fuerzas municipalistas” en las que Podemos ha participado pero de las que no puede “atribuirse exclusividad alguna”. “En estas experiencias”, señala el texto, “los procesos de cooperación y el desborde han predominado felizmente frente a las tentaciones hegemónicas de partido”.

Así, el debate abierto en Podemos en los últimos meses sobre la estrategia que debe seguir el partido de aquí a las generales recibía un nuevo enfoque: la constitución de un “espacio de debate político y de dinamización interna y externa”; abrir un proceso “constituyente” que “debe tener consecuencias también en el modo en que Podemos” se presentará a las elecciones previstas para noviembre.

Este sábado, está previsto que el consejo ciudadano estatal apruebe un reglamento de primarias para las generales. “Parece que de Dowdall o algo parecido, nada”, prevén fuentes de Podemos. Dowdall es el sistema que rechazaba Podemos para Ahora Madrid hasta el punto de hacer peligrar el acuerdo. Es el de la Marea Atlántica, el más abierto de los practicados en las últimas elecciones, y tiene como particularidad que las listas son completamente abiertas, que se puede votar a candidatos de varias listas, reordenarlos y que los votos a cada candidato se ponderan en función del puesto que ocupan en la lista original.

“Tenemos que olvidarnos ya del sistema mayoritario de listas planchas y establecer una ponderación del voto que facilite, y no penalice, la pluralidad, como se hizo en Ahora Madrid, Marea Atlántica y otras experiencias recientes”, escribía este viernes en eldiario.es Diego Pacheco, miembro del Consejo Ciudadano de Podemos en la Comunidad de Madrid: “Nada nos alejaría más del objetivo real de cambio que atrincherarnos en patrias de partido y hacer bandera de modelos que, aunque han marcado significativos avances respecto a lo que había, tienen aún que mejorar mucho más”.

“Más allá de discusiones sobre el nombre”, escribía Pacheco, “la voluntad de ser, o no, una herramienta para todos –participen o no en Podemos– se verá si hay cambios en tres aspectos esenciales: ponderación de listas, circunscripciones provinciales y modificaciones en el censo. Hay que establecer una circunscripción provincial que ayude a construir las listas de abajo a arriba, facilitando la integración de los proyectos locales (Partidos no estatales, CUP, movimientos sociales, etc..). Y, por último, es importante seguir avanzando en la ampliación de garantías del proceso”.

Hasta qué punto llega la posibilidad de desborde interno se verá este sábado con el reglamento de primarias, en función de si se parece más o menos al aplicado en contra de los deseos de los dirigentes de Podemos en Ahora Madrid o la Marea Atlántica.

Hasta qué punto será el alcance del desborde exterior, se verá en cuántos sitios Podemos se presenta con punto (Podemos., como su logo, la fórmula preferida por Iglesias), con guión (Podemos–¿Ahora en Común?) o dentro de otro sujeto político (como en las autonómicas catalanas).