Pablo Iglesias recoge el guante de Ayuso
Fue una casualidad que bien podía haber salido de un guion de Aaron Sorkin. El pasado jueves, Pablo Iglesias tenía programada en su agenda de precampaña una visita al centro de recuperación de animales de Rivas-Vaciamadrid (Madrid). Allí anunció a primera hora de la mañana que Unidas Podemos quiere retirar todas las ayudas públicas a la tauromaquia si gobierna en Madrid tras las elecciones del 4 de mayo. Casi a la vez, la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, celebraba un acto preelectoral en la plaza de toros de Las Ventas. “Dedicaremos el dinero al bienestar animal”, dijo el candidato Iglesias. “La tauromaquia es cultura, tradición, campo y libertad”, dijo la presidenta madrileña. Desde que el pasado 15 de marzo el exvicepresidente anunciara su salto para encabezar la lista de su partido, y Ayuso respondiera cambiando su lema, ambos se han convertido en los grandes polarizadores en Madrid en todos aquellos asuntos que culturalmente siempre ha defendido la derecha y que no está encontrando respuesta, al menos de momento, en las otras candidaturas del bloque progresista.
La confrontación es ideológica y, por tanto, esperable en una contienda electoral. Iglesias y Ayuso son quizá dos de los políticos de primera línea que menos cosas compartan, más allá de su fecha de nacimiento: ambos vinieron al mundo en Madrid el 17 de octubre de 1978. Pero tanto Unidas Podemos como el PP han hecho de esta polarización uno de sus ejes de campaña. Ayuso lo dejó claro en pocas horas cuando Iglesias puso la campaña del 4M patas arriba al comunicar su intención de ser el candidato de su formación.
Primero, pasando del lema “socialismo o libertad” (en referencia al PSOE) por el de “comunismo o libertad”. Y pese a que la presidenta madrileña dijo que no tenía intención de dedicar ni un minuto a Iglesias, la realidad ha sido otra. La misma semana en la que el secretario general de Podemos hacía su anuncio, decía: “Yo no quiero para Madrid lo que los socios del entorno de ETA o los independentistas quieren, por ejemplo, en Catalunya. No quiero que en Madrid se quemen las calles, que se destruya el empleo, ni las algaradas y las revoluciones que están provocando los socios de Iglesias”. “Es un caribeño con chándal que vive de los demás en mansiones y rodeado de séquitos de mujeres”, dijo en una entrevista poco después. También ha acusado al exvicepresidente del Gobierno de querer “expropiar” las casas de los madrileños.
En la sede de Podemos vieron esta reacción con alborozo. Era precisamente la intención de Iglesias: polarizar con Ayuso. Los estrategas del partido han programado una campaña que buscará sacar de la abstención a todos esos madrileños que, más allá de su adscripción política concreta, sienten la pulsión de echar a Ayuso e impedir una hipotética entrada de Vox en el Gobierno regional. Eso puede hacer que mucha gente en las zonas habitualmente progresistas de Madrid, o que sientan un rechazo por el PP de Ayuso y su ya indisimulada defensa de los privilegios de los que más tienen, acudan a las urnas el 4 de mayo y voten. ¿A quién? A cualquiera de las candidaturas del llamado bloque progresista. Así lo ha explicitado Iglesias en las últimas tres semanas. Y seguirá haciéndolo, consciente de que el triunfo de su arriesgada decisión no estará solo en su resultado, sino en la suma que alcancen con el PSOE y Más Madrid.
Los datos demoscópicos, además, apuntan a que la derecha tiene a su votante hipermovilizado. En máximos históricos, según el sondeo preelectoral del CIS. La izquierda, sin embargo, partía en esta larguísima campaña de un clima de derrota que, con el paso de los días, ha evolucionado. En los últimos lustros se ha instalado la idea de que Madrid es de derechas, cuando lo que pasa es que en Madrid vota sobre todo la derecha.
Por eso el lema de Unidas Podemos para las elecciones, lanzado este sábado, apelará a esa mayoría silenciosa de madrileños que quizá no vota habitualmente, pero que no cree que el Gobierno de Ayuso represente sus intereses: “Que hable la mayoría”. “Son una minoría que hace mucho ruido y solo se les escucha a ellos. Por eso se nos olvida que nosotros somos mayoría”, explican quienes han diseñado la campaña de Pablo Iglesias.
Impuestos, educación, sanidad
Si Isabel Díaz Ayuso defendió en un Pleno de la Asamblea de Madrid a los manifestantes del adinerado barrio de Núñez de Balboa en pleno confinamiento, e incluso lanzó una advertencia sobre lo que podría ocurrir una vez se levantara dicha medida, o si ha planteado siempre ideas opuestas a las que proponía el Gobierno para contener la pandemia, desde Unidas Podemos apelarán a “una mayoría responsable, solidaria, paciente”.
Se trata de dibujar un eje, un antagonismo, entre quien cumple las normas porque entiende que es necesario para el bien común y quien se considera por encima de esas normas y aprovecha las instituciones para incumplirlas con impunidad o las cambia directamente.
Pero además de esa batalla ideológica y más cultural, la campaña de Pablo Iglesias busca confrontar en lo material. Así, al eje anterior se suma otro más pegado a la realidad, a las necesidades de los ciudadanos que no pueden prescindir, por ejemplo, de los servicios públicos. Se establece así un eje de clase y territorial. El sur y el este frente a los barrios ricos.
Ahí entran otras propuestas de Unidas Podemos que chocan directamente con la acción de Gobierno del PP. Del de Ayuso y del que asumió el poder en Madrid en 1995. Sanidad pública frente a las privatizaciones y externalizaciones de servicios, con la promesa de aumentar en 1.000 millones de euros el presupuesto en esta materia, así como aumentar el personal. En materia de educación las medidas similares van por el mismo camino, y se une la prohibición de dar conciertos educativos a los colegios que segreguen por sexos.
Iglesias se reserva para esta semana que viene su propuesta fiscal, donde también chocará abiertamente con Ayuso. Si la candidata del PP presume de las continuas bajadas de impuestos aprobadas en los últimos 25 años, el de Unidas Podemos apostará decididamente por una subida de impuestos a las rentas altas, con especial atención a Patrimonio, Sucesiones y Donaciones.
El plan de Iglesias pasa por confrontar con Ayuso y así promover un aumento de la movilización entre el bloque progresista. Pero en estas materias, especialmente en educación e impuestos, el candidato de Unidas Podemos pone también de relieve las diferencias con el PSOE y, en menor medida, con Más Madrid.
Ángel Gabilondo ha asegurado ya en varias ocasiones que “con este Pablo Iglesias” no tiene intención de pactar. Pero también ha prometido no tocar los impuestos si preside un Gobierno cuyo mandato caducará en la primavera de 2023. El PSOE tampoco está dispuesto a tocar la educación concertada en la región, pese a la nueva ley aprobada recientemente y a la constancia de que el PP ha incumplido las normas sistemáticamente en esta materia en las últimas décadas.
En Unidas Podemos creen que la estrategia de Gabilondo, buscando un centro que se puede quedar huérfano si los números de Ciudadanos no mejoran, les deja todo el carril de la izquierda libre. Y que Más Madrid no puede competir de una forma directa por todo este electorado porque, sostienen sus estrategas, tienen una identidad deliberadamente más desdibujada en el eje izquierda-derecha. Así, aunque programáticamente puedan compartir más (al fin y al cabo los unos son una escisión de los otros), apuntan a que su mensaje puede calar menos en un escenario de polarización como el planteado. Un escenario que se ha ido dibujando en los últimos meses y que sus dos principales protagonistas azuzarán hasta el 4 de mayo. Se lo juegan todo.
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