Último día de mayo. Faltan 26 días para la nueva convocatoria electoral y la campaña eteeeeerna continúa. Pero la de anoche era una noche especial. Era la noche del hombre que más detestan del mundo mundial los Indas/Marhuendas y periodistas progresistas pero con moderación. Era la noche de Pablo Iglesias. Fue como si el líder de Podemos pudiera vengarse de pronto de toda la virulencia con la que los medios, así en general, tratan habitualmente a su formación política. Veamos cómo lo hizo.
Diez de la noche. Mientras en TVE (cuya manipulación y despropósitos ha criticado con dureza Iglesias) arrancaba la serie El caso y en Cuatro una pareja de chicas lesbianas (una ingeniera y la otra cantante de reaggeton) flirteaba en First Dates, en Tele 5, en una hora intempestiva para ella, aparecía Ana Rosa, la única, la reina indiscutible de las mañanas (me encanta parafrasear a los grandes con frases hechas). ¿Motivo? Su productora, Cuarzo, había ideado un nuevo formato para entrevistar a líderes. Un programa donde los protagonistas fueron cuatro niños de 6 a 11 años, cada uno con unos padres perfectamente significados políticamente.
La señorita Quintana los juntó alrededor de una mesa y había pizarra y todo (por cierto, un tuitero, de los muchos que hicieron posible que el programa fuera TT durante buena parte de la noche, detectó que el abecedario que se podía leer detrás de Iglesias estaba mal escrito, con la N antes de la M).
Parecía que en cualquier momento iba a salir Juan y Medio y uno de los pequeños iba a arrancarse por sevillanas, pero no. Salió Pablo Iglesias y los niños le preguntaron casi enseguida por Venezuela y por Maduro, que como todo el mundo sabe es exactamente el tema que los niños de esa edad comentan en el patio del colegio.
La etiqueta del programa era #Iglesiasquieregobernar y yo creo que Tele 5 ideó un formato así porque era eso o llevarse a Iglesias a Supervivientes, cuya gala de la recta final se iniciaba inmediatamente después. Allí el coletas habría tenido que convivir con Yola Berrocal, o con Mila Ximénez y, claro, igual no iba a ser una buena idea, debieron pensar en Mediaset. Igual era demasiado incluso para ellos.
Niños irritantes, decían algunos en Twitter. Niños pijos de colegios privados, decían otros. Maduro es malo, decía uno de los pequeños. ¿Nos quitarás la casa de la playa?, decía otro. Como veréis, ningún tópico. Nivel alto.
Luego salió un “mini Pablo” que enterneció a algunos, incluido el entrevistado, por lo que pareció. A mí no, la verdad. Pero eso tiene que ver con mi saturación de niñoshaciendocosasenlatele. Niños periodistas era lo que me faltaba.
¿Lo mejor del programa? Que duró media horita justa y así es imposible que nada se haga pesado. ¿Lo nuevo de verdad? Que Pablo Iglesias estuvo bastante tierno en la tele. Y que era de verdad una manera novedosa de hacer una entrevista. No había más pretensiones, me parece a mí.
¿Había acabado la noche para el líder? Noooo. Otra mujer, reina de las mañanas a veces, Susanna Griso, se lo llevaba también en una hora que no le tocaba, y justo cuando la Quintana lo soltó, a un nuevo programa en Antena 3: Dos días y una noche. En ese formato, la periodista catalana pasa un fin de semana (o dos jornadas lectivas, depende) en casa de un invitado famoso. Rollo Bertín, pero sin cojines, sin vitrocerámica, sin fabulosa selección musical y sin trasnochadas frases sobre la mujer y el hombre y todo eso. Y sin nietas de dictadores hablando con ternura del abuelito.
Pero esta vez no fueron a casa de Pablo, no sé bien las razones. Quizá fue porque, a qué negarlo, la casa de Iglesias es fea, y el feísmo en la tele no tira. Así que esta vez los escenarios eran los de la vida del personaje, de su pasado y de su presente. Su escuela, su coche, la sede de Podemos, las ciudades donde da mítines…
Susanna estuvo solvente. En Twitter (también fue TT este espacio; cuando digo que fue la noche de Iglesias, es por algo) le tiraron bastantes dardos. Algunos se preguntaban si era la misma Susanna que por las mañanas “escupía bilis contra Podemos”, algo que también le recriminaron a Ana Rosa, por cierto.
El caso es Griso jugó al básquet con Iglesias en el colegio al que este fue de niño, y encestó más veces que él. Hablaron por supuesto, POR SUPUESTO, de Venezuela y de Maduro, a quien Pablo aseguró no conocer. Había buen rollito, eso sí, igual que con los niños del cole improvisado de Tele 5, cosa que muchos espectadores señalaron, para mal, en la red. Pero ya se sabe que los espectadores son unos plastas que con eso de Twitter tienen demasiada libertad para opinar…
Hubo momentos para la confidencia, como cuando Iglesias le contó a Susanna Griso que en segundo de BUP le escribía poemas a una niña de su clase. A mí me saltaron todas las alarmas, como si en lugar de estar viendo el programa en casa, estuviera editándolo en la tele, como hace años, y pensé que habría que buscar a esa chica y hacer algo con ella en un nuevo formato. Eso, o convencer a Pablo para que acuda con ella a First Date, por ejemplo, y tuvieran una nueva cita tantos años después. También me quedé con ganas de leer esos poemas. O no, igual no.
También hablaron de sexo, en plan ju ju ja ja, sin entrar en detalles, afortunadamente. La presentadora le regaló unos dados eróticos, dejo aquí este dato. Y a Susanna la insultaron por la calle, mientras caminaba con su entrevistado. “Fascista hija de puta”, le dijeron. Lo normal, vaya, si te vas de paseo con Lucifer.
El caso es que este duelo de estrellas se va a repetir, según parece, de aquí al día 24 con los principales líderes que se presentan a las elecciones, porque la tele necesita sangre fresca y los políticos ya lo han hecho todo o casi todo en la pantalla. Recordad que Pablo Iglesias ha tocado la guitarra en Qué tiempo tan feliz, Soraya ha bailado una coreografía con Pablo Motos en El Hormiguero, y Rajoy ha jugado al futbolín con Bertín Osborne cuando éste aún estaba en la cadena pública.
Siento volver a traer esas escena a vuestras mentes, sé que estabais intentando olvidarlas, pero hay cosas que es necesario compartir para que la cabeza no te explote.
¿Quién vió a Pablo Iglesias?
A lo tonto a lo tonto, más de cuatro millones de españoles asistieron anoche a las andanzas televisivas del líder de Podemos. Su encuentro con los niños, ‘26-J Quiero gobernar, en Tele 5, tuvo un 12.1% y 2.200.000 espectadores, solo unos pocos menos de los que reunió ‘Supervivientes: La cuenta atrás’, (2.368.000), ahí es nada.
En Antena 3, su convivencia con Susana Griso reunió media hora después a 1.946.000 espectadores, un 10,9% de audiencia. La pregunta que no podemos contestar es, ¿cuántos, además de los enfermos como yo, lo vimos por partida doble?