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Las palabras que Kennedy no pronunció reviven la crisis de los misiles

EFE

Washington —

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Cincuenta años después del “sábado negro” que remató la crisis de los misiles en Cuba, EEUU revive el momento más peligroso de su historia a través de las palabras que el entonces presidente, John F. Kennedy, no llegó a pronunciar.

“Queridos estadounidenses, con un gran pesar, y en necesario cumplimiento de mi juramento presidencial, he ordenado, y las Fuerzas Aéreas estadounidenses han desplegado, operaciones militares basadas sólo en armas convencionales para eliminar una enorme acumulación de armas nucleares del suelo de Cuba”.

Con esas palabras planeaba Kennedy anunciar, a finales de octubre de 1962, el ataque a la isla caribeña que habría desencadenado la Tercera Guerra Mundial y causado la muerte de unas 200 millones de personas, una vez que se materializase la inevitable represalia soviética y Estados Unidos activase su propio arsenal nuclear.

El borrador de ese discurso se encuentra entre los cientos de cartas, notas y otros documentos inéditos de los archivos personales del mandatario que la biblioteca presidencial John F. Kennedy publicó a principios de este mes.

Los documentos arrojan luz sobre muchas de las negociaciones secretas que impidieron que Kennedy tuviera que pronunciar su discurso, y revelan lo cerca que estuvo el país de enviar unos 90.000 soldados a Cuba y someterse a consecuencias catastróficas.

“Si entramos (en Cuba), entramos con toda la fuerza”, escribió Robert F. Kennedy, hermano y principal asesor del mandatario durante la crisis, en una nota durante el agitado debate en el Despacho Oval.

El hermano del presidente no tenía dudas de que Kennedy habría ordenado un ataque aéreo sobre Cuba si se hubiera visto obligado a decidir en las 48 horas siguientes al 15 de octubre, cuando un avión espía estadounidense descubrió los misiles soviéticos en territorio cubano.

Una vez pronunciado el discurso del presidente, “el comandante soviético sobre el terreno (en Cuba) habría respondido casi seguro con unas 100 armas nucleares que tenía bajo su control y que JFK ni siquiera sabía que existían”, opina uno de los mayores expertos de EEUU en la crisis, Graham Allison.

“Estados Unidos se habría visto obligado a responder, desatando una escalada al apocalipsis nuclear”, escribió este mes Allison en un editorial en el diario “Christian Science Monitor”.

El líder cubano, Fidel Castro, había pedido a su homólogo soviético, Nikita Jruschov, que respondiera con un ataque nuclear a EEUU en caso de una invasión a Cuba. Mientras, el jefe de la URSS urgía a Kennedy a la contención en una carta a en la que pidió “no tirar de un lazo en el que está atado el nudo de la guerra”.

Los asesores militares del mandatario estadounidense, liderados por el secretario de Defensa Robert McNamara, insistieron durante días en optar por un ataque aéreo. “Eran gente brillante y dedicada, (pero) si seis de ellos hubieran sido presidentes, el mundo podría haber volado por los aires”, apuntó años más tarde Robert Kennedy.

En el llamado “sábado negro”, un 27 de octubre, la defensa antiaérea soviética derribó un avión espía estadounidense U-2, lo que puso a Kennedy y Jruschov tan claramente al borde de la destrucción mutua que ambos accedieron a negociar, en un encuentro entre el hermano del mandatario y el embajador soviético Anatoly Dobrynin.

“El propósito de las charlas era enfatizar el peligro”, indicó Robert Kennedy en una de sus notas previas a la reunión que engendraría el acuerdo para el desmantelamiento tanto de los misiles soviéticos en Cuba como de los estadounidenses en Turquía y el compromiso de EEUU de no invadir la isla caribeña.

“Lo que resolvió la crisis fue una imaginativa combinación de acuerdo público, ultimátum privado, y endulzante secreto”, señaló en su editorial Allison.

El 50 aniversario del episodio ha pasado casi desapercibido a nivel oficial en un Estados Unidos sumido en la recta final de la campaña electoral.

Pero si Washington vivió en 2002 el cuadragésima aniversario inmerso en el debate sobre la posterior invasión de Irak, sobre ésta efeméride planea la amenaza israelí de atacar Irán para frenar su programa nuclear, que esboza un conflicto al que a Estados Unidos le resultaría casi imposible escapar.

“El reto nuclear iraní es una crisis de los misiles de Cuba a cámara lenta”, dijo Allison en una charla a mediados de mes en el Wilson Center de Washington.

“Si entonces se tardó 13 días en llegar al precipicio, aquí en los próximos 13 meses un presidente va a tener que decidir entre atacar para evitar que Irán se convierta en un estado nuclear, o consentirlo”, advirtió el autor del libro más famoso sobre la crisis, “Esencia de una Decisión”.