¡Paren las rotativas! Begoña Gómez es la esposa de Sánchez y el juez Peinado lo sabe
Veintiocho palabras pronunciadas por Pedro Sánchez. 270 por el juez Juan Carlos Peinado. Todo el show trasladado al Palacio de La Moncloa para la declaración del 30 de julio como testigo del presidente del Gobierno, reducida a una diligencia que duró un minuto y 48 segundos.
No se esperaba otra cosa. Nadie está obligado a declarar si su cónyuge está siendo investigado. Peinado quería montar su espectáculo. No le valía que Sánchez declarara por escrito –es un privilegio que tienen los presidentes y otros altos cargos– y necesitaba que se grabara en vídeo.
Peinado rechazó en agosto la petición de la Fiscalía de que no se entregara a las partes, incluida la acusación popular representada por Vox y varias organizaciones ultraderechistas, una copia de las grabaciones realizadas por carecer de “utilidad material y procesal”. Además, se buscaba que ese contenido no terminara siendo filtrado a los medios de comunicación, como había ocurrido con la declaración de Begoña Gómez.
El titular del Juzgado número 41 de Madrid había iniciado una investigación de la máxima repercusión pública y mediática, armado de recortes de prensa y sin el apoyo de la Fiscalía y de la UCO de la Guardia Civil, que no veían delito por ningún lado. A falta de pruebas, siempre te queda la investigación prospectiva –a ver qué sale– y el show. El show que no falte.
Como era de esperar, el audio de la no declaración de Sánchez ha sido finalmente enviado y ha aparecido en varios medios de comunicación. Es curioso que algunos hayan titulado con la frase del presidente más previsible. “La declaración de Sánchez ante el juez Peinado: 'Begoña Gómez es mi esposa'”. “El audio de la declaración de Pedro Sánchez en el caso Begoña Gómez: 'Es mi esposa'”.
Paren las rotativas. Descorchad el champán. Contadlo a todos vuestros contactos de WhatsApp. Pedro y Begoña están casados y se quieren.
No es que los titulares estén mal elegidos. Lo que ocurre es que no hay nada más que rascar. “Señoría, me acojo a la dispensa del artículo 416”, dijo Sánchez. El juez le había recordado antes que estaba “dispensado de declarar en todo aquello que pudiera perjudicarle” (a su cónyuge). Teniendo en cuenta lo que dijo Sánchez en la carta con la que inició cinco días de abstinencia política, cualquiera se podía imaginar que no prestaría declaración, como la ley admite. Bastante con que no contó en detalle lo muy enamorado que está.
Al rechazar el recurso de la fiscalía, Peinado ofreció una justificación que entra dentro de la dimensión desconocida. Es sabido que la calidad y claridad en la escritura no es el punto fuerte de muchos jueces, pero lo suyo es de nota. En una frase de 436 palabras, cuya lectura puede hacer que la sangre llegue al cerebro con dificultades, el magistrado explica que las partes personadas podrán interpretar la conducta del declarante, lo que “permite dar lugar a la formación de inferencias, que, en su caso, en conjunto con otros elementos de carácter objetivo, puedan llevar a conclusiones de carácter objetivo, al objeto de valorar la posible concurrencia de aspectos integrantes, de posibles indicios, bien, en sentido inculpatorio hacia algún investigado, o por el contrario, en sentido excluyente de responsabilidad penal”.
Más o menos traducido al lenguaje de los mortales, lo que quiere decir el juez es que cree que se pueden deducir indicios sobre la decisión del testigo de no declarar y de cómo lo ha hecho, bien para inculparle o para exonerarle. Y todo eso sin necesidad de una ouija o una médium.
No declarar en un juicio o instrucción por estar siendo investigado o juzgado un cónyuge no debería ser interpretado como un reconocimiento de culpabilidad o de intentar ocultar pruebas a los magistrados. Pero Peinado es más listo que todos los jueces y dice que se pueden hacer “inferencias”. Habrá que confiar en que no piense que se puede procesar a alguien por inferencias.
Copias de la declaración llegaron a manos de la Fiscalía, la defensa de Gómez y la acusación popular representada en ese acto por Vox, que la facilitó a las otras acusaciones populares, donde están Manos Limpias, Hazte Oír y otras entidades de los subterráneos de la política. No hay que ser Agatha Christie o Arthur Conan Doyle para saber dónde están los sospechosos de la filtración.
OK Diario vendió como gran exclusiva que contaba con el vídeo de la declaración, “la imagen más esperada del año”. En realidad, al principio era una imagen congelada de mala calidad en la que Sánchez salía sin nariz. Luego subieron tres segundos de vídeo que se repiten en un bucle. Las imágenes se habían repartido a las partes con una marca de agua intrusiva, un cuadrado de gran tamaño en el centro de la imagen que identifica a la fuente, lo que hacía que fueran inservibles para las televisiones. Se desconoce de dónde sacó OK Diario una imagen cuya mala calidad le resta mucho valor. Eso en el caso de que no sea un montaje.
El Mundo saca la foto en su portada del martes con el titular sensacionalista en el interior: “Los 111 segundos más duros en la vida de Sánchez”. Eso con el político que tuvo que dimitir como secretario general del PSOE –hundido en la miseria después de una espectacular crisis interna– y que pensó en ese momento que su carrera política había acabado para siempre. Tras lo cual, sólo tuvo una tarea pendiente: apuntarse a la oficina del paro.
Ese minuto y 48 segundos pueden costarle caros a Peinado. Moncloa lo vio como un error que abría la puerta a la presentación de una querella, siendo un hecho casi insólito que Presidencia del Gobierno dé un paso de esas características en los tribunales contra un magistrado.
Unas horas después de la declaración, Sánchez presentó una querella contra el juez por prevaricación a través de la Abogacía del Estado por impedirle declarar por escrito. Un mes después, amplió la querella utilizando la providencia de las inferencias por convertir un derecho procesal de los testigos en una “fuente infundada de inferencias con efectos procesales”.
¿De qué ha servido haber forzado la declaración de Sánchez en Moncloa teniendo en cuenta su previsible respuesta como esposo de Gómez y las consecuencias jurídicas que va a tener la querella? No ha aportado ningún elemento nuevo a la causa. Ha reforzado la sospecha de que todo se trata de una vendetta contra el presidente por sus decisiones políticas. Permite deducir que Peinado toma decisiones pensando no en su utilidad para la instrucción, sino en el impacto mediático y el posible desgaste político que supongan para la figura del presidente. Desde luego, el Partido Popular ha convertido el caso en uno de los ejes de su estrategia de oposición al Gobierno.
Habrá que pensar que Peinado tiene 70 años, no está muy lejos de la jubilación y pretende que su no muy espectacular carrera judicial acabe con un gran estallido de fuegos artificiales que le permitirá presentarse ante sus amigos como el juez que acorraló a Sánchez. Eso es mucho mejor que jugar al dominó en un bar. ¿Que le pueden inhabilitar por todo esto? La edad le va a inhabilitar dentro de no mucho tiempo. El show que ha montado ya no se lo pueden quitar.
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