David Oubel, el parricida confeso de Moraña (Pontevedra), aceptará la prisión permanente revisable por el asesinato de sus hijas, tras confirmar su abogado que se muestra “conforme” con todas las conclusiones del fiscal, incluida la petición de condena.
El letrado, en la lectura de su informe final, ha explicado que esta conformidad se produce “al haberlo manifestado así” el acusado en el juicio oral y hacerlo “de manera libre” y tras haber “pedido perdón” y haber manifestado que “se arrepiente” de haber cometido el crimen.
Inicialmente, la estrategia de la defensa era alegar que su cliente, el día del crimen, había sufrido un “trastorno mental transitorio” que le haría inimputable por estos dos asesinatos, pero la confesión de Oubel en la primera jornada del juicio ha obligado a mostrar su conformidad con los hechos relatados por el fiscal y la acusación particular.
El fiscal, por su parte, ha destacado en su alocución al jurado que más allá de la “categórica” confesión del parricida las pruebas contra él son “contundentes” y demuestran que “en ningún caso” tenía afectadas sus facultades mentales y que todas sus acciones fueron “premeditadas”.
Tras calificar el crimen como una “ejecución”, el representante del ministerio público ha señalado que las posibilidades de defensa de las niñas eran “prácticamente nulas” al estar sedadas y “enfrentarse” a una sierra radial.
El jurado comenzará a deliberar su veredicto mañana jueves, un trámite que se espera que sea breve tras aceptar el abogado defensor, en nombre de David Oubel, ser condenado a la prisión permanente revisable.
El parricida de Moraña, si se cumplen estas previsiones, será el primer condenado en España al que se le aplica esta modificación del Código Penal.
La segunda jornada del juicio arrancó con la declaración de los forenses que examinaron a David Oubel tras haber matado a sus dos hijas y que acreditaron que no padece ningún trastorno psiquiátrico, explicando el crimen estaba “pensado y premeditado” y no puede catalogarse como un acto “impulsivo o descontrolado”.
Oubel presenta, según han confirmado los expertos, rasgos de personalidad “narcisista” o “psicopática” y una autoestima “muy elevada”, pero han coincidido en que el parricida confeso no sufre ningún trastorno de la personalidad ni tampoco una patología psiquiátrica grave.
A preguntas del fiscal, los forenses han explicado que David Oubel presentó en todo momento una actuación “poco empática” pese a la relación paterno-filial, demostrando un comportamiento “frío y distante”.
Los psicólogos han certificado que Oubel actuó con “premeditación”, algo que demuestra, según han explicado, el cuidado que mostró al comprar la sierra radial con la que mató a sus hijas o las medidas “preventivas” que protagonizó al remitir varias cartas en las que “indirectamente” desvelaba lo que pretendía hacer.
Han añadido que, tras haber cometido el crimen, no mostró angustia ni arrepentimiento.
Además, descartaron que, tal y como el acusado alegó tras el crimen, éste sufriera amnesia y no pudiese recordar los detalles de lo sucedido, ya que “no presenta síntomas que lo respalde” y esta presunta condición “se mueve en función de sus propios intereses y necesidades”.
Ante el tribunal también han prestado declaración las psiquiatras que le atienden en la cárcel de Mansilla de las Mulas (León), en donde cumple prisión provisional por el crimen.
Ambas han destacado que David Oubel no tiene “ninguna alteración” que pueda derivar en su inimputabilidad por este crimen, ya que “no presenta ningún trastorno que le impida comprender lo que va a hacer, se prepara para ello y lo realiza”.
Por su parte, los forenses que realizaron la autopsia a los cadáveres de las dos niñas confirmaron que el parricida realizó “hasta diez acometidas” con una sierra radial y un cuchillo para acabar con la vida de su hija mayor, después de que “intentara escapar”.
La niña tenía solo una muñeca atada con cinta americana por lo que “parece que ella misma logró soltarse parcialmente”, al no haberle hecho efecto las drogas suministradas por su padre tanto a ella como a su hermana que, en su caso, presentaba una lesión “prácticamente única” y sin evidencias de lucha o de huida.
Las lesiones que presentaban ambas víctimas son “compatibles” con el uso de una sierra radial y un cuchillo y los forenses han calificado el ataque como un “degüello”, al centrarse prácticamente en el cuello de las niñas.
Ambas menores tenían restos de dos fármacos, uno conocido como Transilium y otro un relajante muscular, ingeridos por vía oral con “poco tiempo” de margen entre su consumo y la posterior muerte.
La pequeña Amaia apareció sobre la cama cubierta con una manta y su hermana Candela en el suelo boca abajo entre dos camas en otra habitación y la conclusión del informe forense es que el parricida primero mató a la pequeña y luego a la mayor.