En los últimos meses, se ha hablado mucho del eslogan palestino “Desde el río (Jordán) hasta el mar, Palestina será libre”. Algunos de quienes lo han hecho no saben que la primera parte de la frase es la política oficial del Gobierno israelí. “No comprometeré el control de la seguridad de Israel sobre todo el territorio al oeste del río Jordán, y eso va en contra de un Estado palestino”, prometió su primer ministro Netanyahu. “El establecimiento de un Estado palestino sería una recompensa para el terrorismo y un peligro para el Estado de Israel”, dijo el ministro Eli Cohen, de su mismo partido, el Likud. En realidad, casi todos los ministros del Gobierno han hecho declaraciones similares. Si alguien decide conceder a Israel el derecho de veto a la formación de ese Estado, la conclusión está clara: nunca existirá.
España, Irlanda y Noruega se han negado este martes a aceptar esa imposición con su reconocimiento del Estado palestino. Es una posición mayoritaria en el mundo, con 143 países, por lo que podríamos definirla como representativa de la comunidad internacional. No es compartida por todos los países de la Unión Europea, que llevan décadas ignorando que la resolución de la Asamblea General de la ONU que hizo posible la creación de Israel en 1947 también dictaba la de otro Estado palestino.
En España, el Partido Popular ha decidido que atizar a Pedro Sánchez es mucho más importante que ser coherente con su posición anterior favorable a la solución de los dos estados y con la opinión de la sociedad española. Si el ministro israelí de Exteriores es capaz de sostener que el presidente es “cómplice de incitación al asesinato del pueblo judío” por no cesar a Yolanda Díaz, el PP siempre puede decir que ellos ya avisaron de que Sánchez ha acabado con la democracia.
Para el PP, todo lo ocurrido en Gaza en los últimos meses, incluidos los 35.000 palestinos muertos, es tan poco importante que no justifica en ningún caso el reconocimiento palestino. “Sánchez está utilizando un conflicto internacional como cortina de humo para tapar sus escándalos”, dijo Miguel Tellado, un portavoz muy poco cualificado para hablar de asuntos de política exterior. Se desconocen las razones que él cree que han llevado a Irlanda y Noruega a tomar la misma decisión. Otros países de la UE podrían sumarse en los próximos meses, como Eslovenia, Bélgica o Malta.
El portavoz del PP, Borja Sémper, intentó ocupar las dos posiciones al mismo tiempo. En la noche del lunes condenó el asesinato de 50 palestinos en un campamento de tiendas de refugiados en Rafah, incinerados por un ataque con misiles. “Es intolerable la muerte de tantos inocentes. El Gobierno de Israel debe investigar y depurar responsabilidades por la tragedia de Rafah”, dijo. Las dos frases podrían haber sido suscritas por el Ministerio español de Exteriores.
Al día siguiente, dijo sobre el reconocimiento: “Estamos de acuerdo en el fondo, pero el momento nos parece especialmente inoportuno”. Una acusación relativamente menor, porque se lleva hablando del asunto no años, sino décadas. Parece que siempre es inoportuno reconocer los derechos palestinos en Europa. Lo que llama la atención es que luego dijo que esa inoportunidad había quedado clara después de “la posición que ha fijado un Gobierno de un país democrático como es Israel”.
Tan democrático como que el actual Gobierno que preside Netanyahu está considerado el más ultranacionalista y xenófobo de la historia del país. Su segundo integrante es una coalición de dos partidos partidarios del supremacismo judío. Son Poder Judío, liderado por Itamar Ben Gvir –el ministro de Seguridad que controla la Policía–, y Sionismo Religioso, dirigido por Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas.
Tienen un ideario abiertamente racista y han reclamado la destrucción completa de Gaza y la “migración voluntaria” de los palestinos, un término eufemístico que sólo puede significar la limpieza étnica del enclave para que sea poblado por judíos israelíes. La realidad es que los ministros del Likud, el partido de Netanyahu, han competido con ellos en declaraciones llenas de odio, no sólo contra los miembros de Hamás, responsable del asalto del 7 de octubre en el que mataron a 1.100 israelíes, sino contra los dos millones de habitantes de Gaza.
La deshumanización de los palestinos ha sido alentada desde el propio Gobierno, “democrático” según la descripción de Sémper.
The New York Times, un periódico con una línea editorial claramente proisraelí, ha publicado este mes un largo reportaje sobre la violencia de los grupos extremistas judíos contra los palestinos de Cisjordania y la impunidad de la que disfrutan gracias a la colaboración o pasividad del Ejército y la Policía.
Ofrece un amplio número de ejemplos, como el caso de un colono que pegó un tiro a un palestino en el estómago ante la mirada de un soldado. La policía interrogó después al agresor durante 20 minutos, pero no como sospechoso, y no presentó cargos contra él, según un informe militar citado por el diario.
Esa es una situación que se repite con frecuencia en pequeñas localidades rurales: asaltos violentos, destrucción de cosechas o ganado, quema de coches y, en los peores casos, asesinatos de palestinos por los que nunca pagan sus autores.
El periódico de Nueva York nunca ha definido como “apartheid” la situación que sufren los palestinos en Cisjordania, pero el reportaje describe una situación que sólo puede definirse en esos términos. Hay una ley para los israelíes y otra para los palestinos, y los segundos no pueden contar con la policía para denunciar los delitos que sufren a manos de los colonos.
Grupos de derechos humanos acusan al ministro Ben Gvir de haber convertido a la Policía en una milicia privada al servicio de los intereses de los colonos de los asentamientos.
Nada de esto afecta al PP ni le incomoda. En el pleno del Senado del martes, el partido llegó a utilizar el mismo lenguaje del Gobierno israelí. “Y dicen ustedes que no son antisemitas. Ustedes parece que son antisemitas y cada día más”, dijo el senador José Antonio Monago.
De seguir la lógica de la ultraderecha israelí y del Partido Popular, la inmensa mayoría de los españoles es antisemita. El último barómetro del Real Instituto Elcano revela el amplio apoyo de la sociedad al reconocimiento del Estado palestino. El 78% cree que debería reconocerse ya (un 18% está en contra). El trabajo de campo del sondeo se hizo en marzo y abril. Un 67% quiere que Europa imponga sanciones a Israel. Al otro lado, un 19% opina que la UE debería apoyar sin condiciones a Israel, la posición que sostienen el PP y Vox.
En relación con la guerra en Gaza, el 71% está muy o bastante de acuerdo con la acusación de que Israel está cometiendo un genocidio contra los palestinos y sólo el 28% cree que Israel está haciendo “lo que necesita para defenderse del terrorismo de Hamás”.
“Ahora pretenden que los ciudadanos compren que Israel es el enemigo”, dijo Isabel Díaz Ayuso el domingo en el mitin del PP en Madrid. Por lo que dice esa encuesta, ya lo saben sin necesidad de que nadie les convenza.