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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Los partidos obvian a Tamames y lanzan la campaña en una moción de censura muerta

No había ni empezado el invierno cuando Santiago Abascal anunció solemnemente que el país debía ser salvado de un “nuevo ataque a la Constitución y a los principios más elementales del estado de derecho” por parte de Pedro Sánchez. En una autodenominada “declaración institucional”, el líder de Vox confirmó el 9 de diciembre en un vídeo grabado delante de una estantería y una bandera de España que había “llegado el momento de presentar una nueva moción de censura”. 

Pero el momento sufrió tantos retrasos que al final la moción tendrá lugar en primavera. La formación de ultraderecha abrió hace tres meses un proceso de selección para encontrar candidato tras la negativa del propio Abascal a presentarse de candidato en la censura al Gobierno y repetir el fracaso de 2020. Esta vez se pretendía algo más ambicioso, pero sin que el líder sufriese una nueva derrota parlamentaria en carne propia. Sobre la mesa, aseguran en Vox, estuvieron nombres como el de Felipe González, Alfonso Guerra y algunos otros. Y los rechazos a esa invitación se fueron amontonando mientras discurrían las semanas sin solución a la vista. Entonces, el escritor y polemista Fernando Sánchez Dragó, tuvo una idea. 

“Llevaban un par de meses mareando la perdiz”, contó el propio Sánchez Dragó en una entrevista en la cadena COPE en la que detalló que todo nació “alrededor de un vaso de vino” junto a Santiago Abascal y a Kiko Méndez-Monasterio, su ideólogo ultra. “De repente, se me ocurrió el nombre de Ramón Tamames”, explicó. La candidatura de Tamames, catedrático de 89 años alejado desde hace mucho tiempo de la política activa y con una trayectoria errática que lo llevó del PCE al CDS, acabó por aportar la última dosis de extravagancia a una moción de censura nacida muerta. 

Menos tiempo que la intriga de quién sería el candidato duró la intriga sobre el discurso que pronunciaría en el atril. Una semana antes de la moción, elDiario.es reveló en exclusiva el contenido íntegro del discurso que expondrá Ramón Tamames este martes en el Congreso. 31 páginas, 30 capítulos y un folio para las conclusiones. Con temas que van desde la política exterior y la relación con Marruecos, hasta el “deterioro y recomposición de la sanidad”, el agua “como elemento cada vez más conflictivo y decisivo”, “el Ministerio de Consumo en la senda del racionamiento” o “la Constitución pocas veces reformada”. Una intervención que, según prevén los partidos, tendrá casi tan poca contestación verbal por parte de los grupos parlamentarios como apoyos el miércoles a la hora de votar por parte del conjunto de la Cámara. 

Porque el guion de la inmensa mayoría de grupos parlamentarios pasa directamente por obviar al candidato Tamames para convertir la sesión parlamentaria en una especie de debate preelectoral con mensajes cruzados, dos meses antes de que el país elija autonomías y ayuntamientos. Pedro Sánchez arremeterá contra Feijóo, que no estará en el Congreso, y el PP contra Pedro Sánchez en boca de su portavoz, Cuca Gamarra, para colocar los principales mensajes de ambas formaciones de cara a una campaña en ciernes. Y lo mismo prevén hacer el resto de portavoces. 

En la Moncloa, donde han insistido durante semanas en el “máximo respeto” que Pedro Sánchez le otorga a un mecanismo constitucional con el que precisamente él mismo llegó a ser presidente, ya adelantaron este lunes que todo el foco lo pondrán en el líder de la oposición. “Lo que va a hacer el señor Feijóo en la moción de censura es atar su futuro político a la ultraderecha”, dijo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, en relación a la anunciada abstención de los populares, tres años después de que con Pablo Casado votaran no en una sesión menos estrambótica. En el Gobierno creen que la ausencia confirmada del líder de la oposición del debate parlamentario de este martes denota “falta de valentía” para asumir en primera persona la decisión de “acercarse a la ultraderecha pasando del 'no' de Casado a la abstención”.

“Esta moción de censura son las capitulaciones matrimoniales de ambas formaciones, se están estrechando la mano”, insistió Isabel Rodríguez, que ha definió como “revelador” que el primer gobierno de coalición con la ultraderecha (en referencia a Castilla y León) y el paso a la abstención en la moción de censura vengan de la mano “de alguien que decía ser de una derecha moderada”. 

Cuentan en el equipo de Pedro Sánchez que las intervenciones del presidente de este martes irán en la línea de “confrontar modelos de país”, con un repaso a la hoja de ruta del Ejecutivo de coalición en cuanto a la agenda social y económica en comparación a “los recortes y retrocesos” de la derecha. 

“Un esperpento” para el PP

“Disparate”, “esperpento”. Esas son algunas de las palabras que dirigentes y diputados del PP murmuran en privado sobre la moción de censura de Vox que liderará el veterano economista de 89 años. Si en ciertos sectores de la derecha cundió el nerviosismo cuando Santiago Abascal anunció la medida y, junto a Inés Arrimadas, intentaron presionar a Alberto Núñez Feijóo para que diera el paso de postularse él mismo, todo ha cambiado tras la puesta en escena de las últimas semanas.

Entonces el líder del PP aguantó el envite. Y ahora el runrún dentro del PP apunta incluso a que sus diputados deberían irse al 'no'. El voto será, salvo sorpresa de última hora, una abstención. Una decisión que Feijóo no comunicó a nadie antes de fijarla en una entrevista en esRadio, con Federico Jiménez Losantos. “No' no vamos a votar”, dijo el pasado mes de diciembre.

Y ahí se mantiene el PP, que ha visto cómo Vox se ha liado ante la imposibilidad de librarse de su propia propuesta. El propio Feijóo se reunió con Tamames, a petición de este, y le intentó persuadir de que no liderara la iniciativa. La publicación en exclusiva por elDiario.es del discurso de Tamames sirvió para que el líder del PP se permitiera asegurar que creía que Vox se estaba “arrepintiendo” de la idea. El líder de la oposición no tiene previsto ni pasarse por el Congreso durante el debate. 

Los socios del Gobierno

Entre los grupos que conforman la mayoría progresista de investidura llegaron a lanzarse en las últimas semanas propuestas de actuación conjunta que, finalmente, no prosperaron. Desde Podemos, por ejemplo, trasladaron la idea de que solo participaran mujeres para “proteger al presidente de una moción fake” y porque “son las mujeres quienes van a parar los pies a la ultraderecha”. La propuesta, que incluía intervenciones de ministras como Yolanda Díaz, Nadia Calviño, Irene Montero o Ione Belarra fue recibida con extrañeza en la Moncloa y tampoco tuvo seguimiento entre otros grupos parlamentarios. 

También planteó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, la hipótesis de que no interviniesen ninguno de los portavoces de los grupos parlamentarios socios del Ejecutivo. Pero tampoco le acompañaron otras formaciones. Los republicanos piden de cara al debate “que no se convierta en un circo” y que se pongan sobre la mesa asuntos que salgan del marco de la ultraderecha, como el salario mínimo o la vivienda, para no hacerle el juego a Vox. 

En EH Bildu, cuya portavoz en la moción será la diputada Mertxe Aizpurua, coinciden en la necesidad de convertir la moción de censura en un debate que sirva a la ciudadanía para contrastar las propuestas de la derecha con las de una mayoría progresista y para poner sobre la mesa las conquistas sociales pendientes frente al retroceso de PP y Vox. Y en el PNV solo detallan que será Aitor Esteban quien intervenga y que lo hará, en todo caso, de forma breve. 

Desde la presidencia del Congreso recuerdan que, en todo caso, las intervenciones regladas de treinta minutos en primer turno y diez minutos en contrarréplica son tiempos máximos y que, por tanto, se puede ser mucho más conciso si así se decide. De hacerlo, la Cámara Baja podría acabar convirtiendo la moción de censura de Tamames no solo en la más extravagante sino en la más corta de la historia. Haciendo realidad, probablemente, el deseo generalizado de una rotunda mayoría absoluta del hemiciclo.