Pedro Sánchez aparca la reforma de la ley del Poder Judicial para allanar la negociación con el PP. “Vamos a detener el reloj de la reforma del Poder Judicial para poder llegar a un acuerdo con ustedes”, ha expresado el presidente en la recta final del debate de la moción de censura. Esa era una de las exigencias de Pablo Casado: que PSOE y Unidas Podemos retiraran la proposición de ley que presentaron en el Congreso para reformar la ley y cambiar las mayorías necesarias para elegir al órgano de gobierno de los jueces. Sánchez ha cogido el guante y, aunque no ha explicitado la intención de retirarla de la Cámara Baja, sí ha mandado un mensaje importante al asegurar que paralizará los tiempos que tenían previstos.
“Esta es la iniciativa menos constructiva que nos podíamos imaginar”, ha dicho Sánchez sobre la moción de censura que ha impulsado Santiago Abascal y que ha considerado como una “expresión de furia”. “Pero podemos entre todos invertir su signo, señor Casado, podemos convertirla en una oportunidad para construir; podemos convertirla en una moción constructiva”, ha interpelado el presidente al jefe de la oposición: “Renovemos el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo”. El presidente ha sostenido que en la crisis generada por la pandemia se requieren “instituciones fuertes”.
“Necesitamos entendimiento, diálogo”, le ha dicho al líder del PP: Llevamos proponiéndole durante dos años que renovemos el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, pero, mire, como todo esfuerzo en favor del entendimiento es poco, doy un paso más: le anuncio que por nuestra parte vamos a detener el reloj de la reforma del Poder Judicial para poder llegar a un acuerdo con ustedes“.
Desde el PP consideran que han “ganado otra batalla” por el guiño que ha hecho el presidente desde la tribuna, pero sostienen que “les falta otras dos condiciones” en referencia a que Unidas Podemos esté fuera de toda negociación -Sánchez sostiene que la llevará a cabo el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo- y la “despolitización”, es decir, que apoye la propuesta registrada por los conservadores en plena polémica por el bloque en el Poder Judicial, que lleva dos años en funciones. “Lo hace porque el GRECO y Comisión les ha forzado gracias a la presión planteada por el presidente Casado en la UE”, señalan fuentes de Génova, informa Iñigo Aduriz.
El de Sánchez es un gesto que continúa la mano tendida que había mostrado en su última rueda de prensa en Bruselas en la que instó a Casado a sentarse de nuevo con el Gobierno para evitar la reforma con la que se sortearía su veto a la renovación de esos órganos constitucionales que requieren el apoyo de tres quintos del Congreso y el Senado, por lo que la participación del PP es fundamental. “La propuesta que se ha planteado por dos grupos parlamentarios en el poder legislativo es una propuesta que plantea una salida, es una ley antibloqueo ante una posición de obstrucción total que desde hace dos años viene ejerciendo el Partido Popular en las Cortes para la no renovación -expresó el presidente el pasado viernes-. Tiene fácil solución: la solución es que el PP vuelva a la senda de la responsabilidad de Estado, del cumplimiento de sus obligaciones constitucionales y podamos abordar la renovación de un organismo fundamental para el funcionamiento de nuestra democracia”.
Los socialistas habían presionado al PP para que votara en contra de la moción de censura de Vox y confiaban en que ese rechazo sirviera como acicate para recuperar las tradicionales negociaciones entre socialistas y conservadores. En esa misma línea se había pronunciado minutos antes de que Sánchez tomara la palabra para cerrar el debate de la moción de censura la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, que ha mantenido la mano tendida a los posibles entendimientos. “Tenemos que seguir hablando -ha expresado-. El problema real será si dejamos de hablar como quiere el señor Abascal. Si dejamos de hablar, ¿qué nos queda? La política no puede ser solo confrontación y bloqueo”. “Se equivoca con sus portazos, vetos y negativa a dialogar”, ha zanjado. “Deje de sujetar el altavoz de la extrema derecha porque no todo vale contra el Gobierno. Celebramos su ‘no’ de hoy a la moción de censura pero si no quiere que interpretemos este gesto como oportunista o coyuntural, si quiere que sea creíble su desmarque tiene que romper con los ultras donde más daño hacen -ha afirmado Adriana Lastra-. Tiene que hacer lo mismo que hacen Merkel y Macron, enfrentarse y no contemporizar con el fascismo”.
En su intervención final, Sánchez también ha cargado contra Abascal: “A estas alturas ha quedado meridianamente claro que no cuenta con ningún apoyo porque no tiene ningún tipo de proyecto para este país” pero “sí sabe qué hacer con los españoles que no piensan como usted, obligarles a pensar como usted o proscribirlos”. “No es el salvador de España afortunadamente para España”, ha dicho Sánchez, para añadir: “La llevan salvado meses desde los hospitales, escuelas, comisarías, cuarteles y fábricas de todos los puntos de nuestro país. Usted está solo”.
“Usted no ha traído motivos, ha quedado certificado, no ha traído proyecto, no ha traído nada para España excepto exaltación desmedida y rabia mal contenida”, ha sentenciado el presidente, que ha situado a la extrema derecha sola en un hemiciclo frente al resto de formaciones, incluido al PP. “A su derecha y a su izquierda se alza la realidad, no la de la batalla de Lepanto. No hay otra salvo en su imaginación recalentada. La España que existe es la que esta aquí representada. Esa España es la que está emplazada a seguir adelante, emplazada a superar el reto descomunal de una pandemia que está asolando al mundo”, le ha dicho Sánchez, que también ha cuestionado el voto en contra de Vox a medidas que iban encaminadas a “portger” a sectores como los sanitarios, los profesores, las Fuerzas Armadas o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, entre otros.
También ha acusado a Abascal de espolear a “sus secuaces” para que se manifiesten ante la casa del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, para “amargarles la vida”.