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Opinión - Ni liderazgo ni autoridad. Por Esther Palomera

Pedro Sánchez confía en quedarse con el centro político de cara al nuevo ciclo electoral

Cada año el Congreso acoge la conmemoración del aniversario de la Constitución con un acto solemne. El 6 de diciembre es el día en el que los líderes nacionales reivindican la Carta Magna –y algunos defienden su reforma– bajo un mismo techo, pero en la celebración de su aniversario siempre acaba siendo otro tema el protagonista. Ha sucedido incluso este jueves en la conmemoración de los 40 años de su aprobación: el adelanto electoral y la estrategia de los dos grandes partidos de cara al nuevo ciclo electoral.

Pedro Sánchez -que llegó entre pitidos al Congreso- alejó, en su conversación con los periodistas, la posibilidad de celebrar las generales en marzo. La decisión del presidente de aprobar los presupuestos “a mediados” de enero complica un adelanto electoral antes del 26 de mayo, un escenario que Moncloa no descarta ahora. Tampoco dan por imposible que aguanten hasta otoño incluso si no salen adelante los presupuestos y confían en la capacidad de resistencia de Sánchez, a quien uno de sus más estrechos colaboradores le ha bautizado como “Ave Fénix”.

También Pablo Casado dejó claro que está pendiente de los comicios y que su intención es recuperar el Gobierno para el PP en un plazo de seis meses o un año, admitiendo que tendrá que compartirlo, eso sí, con Ciudadanos.

El nuevo tablero lo han establecido las elecciones andaluzas, que han dejado un panorama que había sido imprevisible para los grandes partidos antes de la votación del domingo. La fuerte irrupción de Vox en el Parlamento andaluz y el batacazo del PSOE han provocado una recolocación de las fichas que mueven a PP y PSOE a buscar al voto moderado.

Es ahí donde Sánchez y Casado creen que tienen un margen de oportunidad, el primero para mantener el poder y el segundo para recuperarlo para su partido. El presidente del Gobierno cree que la debacle en las andaluzas –que supone un tsunami para los socialistas en Andalucía tras 36 años ininterrumpidos de poder– puede convertirse en una oportunidad. Sánchez confía en que el “consorcio de las derechas” le dé espacio en la “moderación”. El líder socialista está convencido de que Vox provocará un escoramiento de PP y Ciudadanos hacia la derecha que le dejará todo el margen en el centro político.

Casado, por su parte, ha dejado claro que su socio preferente en Andalucía es Ciudadanos y, dando por hecho que Vox le dará el poder, ha marcado ciertas distancias con el partido de Santiago Abascal al asegurar que hará “lo que quiera”. El líder del PP tiene en Albert Rivera a su socio preferente y no esconde que le necesita. Casado, que ha virado el discurso del Partido Popular hacia la derecha en los últimos meses, da por hecho que es Ciudadanos el que puede rascar en el centro.

“Lo ideal es que optimizáramos para poder gobernar los dos con mayoría absoluta en seis meses o un año”, ha confesado a los periodistas. Casado quiere que Rivera rentabilice el “nicho de mercado en el centro izquierda” que le roba al PSOE: “Es ahí dónde puede crecer”, ha reconocido.

Casado ha anunciado a los periodistas esa nueva estrategia cuando se encamina a tratar de cerrar un pacto con el partido de extrema derecha de Abascal. Y lo ha hecho, además, poco después de fichar como jefe de gabinete a Javier Fernández Lasquetty, discípulo de José María Aznar y Esperanza Aguirre que comandó en Madrid el proceso de privatización sanitaria. Se trata de recuperar el “alma liberal” del partido, dicen desde Génova.

En Ciudadanos, por su parte, son conscientes de que tienen un problema con su electorado de centro si llegan a un entendimiento en el que esté concernido Vox, aunque Rivera evitó posicionar al partido de Abascal en la extrema derecha durante la campaña para evitar perder votos.

En las filas del PSOE, especialmente los presidentes socialistas, temen que Ciudadanos se quede con buena parte de su electorado de centro como castigo a la estrategia de Sánchez con los independentistas. “Lo que nos faltaba. Eso nos mata”. comentaba un parlamentario regional sobre la posibilidad de que Sánchez logre sacar los presupuestos gracias a ERC y PDeCAT.

Susana Díaz fue, como en anteriores conmemoraciones de la Constitución, una de las protagonistas del evento en el Congreso. En esta ocasión sí se quedó al coctail posterior al acto oficial y aprovechó para insistir ante los periodistas que luchará por ser un “dique de contención” a la extrema derecha en Andalucía. Sánchez también aseguró que la presidenta en funciones tiene su apoyo para revalidar el puesto. Lo que no quiso es aventurar qué pasará después si hay un acuerdo que descabalgue a los socialistas de la Junta. Ferraz ha anticipado que habrá guerra.

Juan Carlos I y Rajoy copan la atención

Más allá de los protagonistas políticos, el acto fue anodino: Ana Pastor reivindicó a los actores de la Transición y el rey Felipe VI también lo hizo con una reivindicación del actual modelo territorial en un momento en el que se cuestiona desde la derecha de PP y Vox, que reclaman una mayor recentralización, y desde el independentismo.

“Nunca antes en nuestra historia se había diseñado y construido una arquitectura territorial con tan profunda descentralización del poder político y reconocimiento de nuestras lenguas, culturas e instituciones”, ha aseverado el jefe del Estado, que también ha sacado pecho de la labor de la monarquía en estos 40 años de democracia así como del papel desempeñado por su padre, Juan Carlos I.

Era la primera vez que reaparecía en el Congreso tras su abdicación y se ha llevado buena parte de su protagonismo en un momento en el que su figura está muy cuestionada por los negocios en los que intermedió mientras ocupaba la Corona. De hecho, su presencia en los actos de conmemoración del 40º aniversario de la Constitución ha sido muy limitada y costó encontrarle una ubicación en el evento central en el Congreso. Finalmente ha ocupado un espacio junto a la reina Sofía, los expresidentes del Gobierno y los 'padres' de la Carta Magna, en el Hemiciclo. Juan Carlos I se molestó cuando le dejaron fuera de la celebración del aniversario de las primeras elecciones democráticas el pasado año.

Sánchez levanta el veto a Casado

“La monarquía parlamentaria, en la que el rey es símbolo de la unidad y de la permanencia del Estado. Una monarquía parlamentaria, en el seno de una democracia, que impulsó mi padre el rey Juan Carlos I, de forma tan decisiva y determinante, durante aquel periodo trascendental de nuestra historia; y siempre junto a él, el apoyo permanente y comprometido de mi madre la reina Sofía”, expresó Felipe VI. A esa frase le siguió una larga ovación de todos los asistentes, a excepción de los representantes de Unidos Podemos.

Además del exjefe del Estado, también reapareció en el Congreso Mariano Rajoy, que salió por última vez del Parlamento como presidente del Gobierno antes de la moción de censura. El expresidente ha evitado hablar de actualidad política con los periodistas y ha sido una de las personalidades más reclamadas por los asistentes. Rajoy ha querido dejar claro que está mucho mejor que en la Moncloa. “Es el mejor Rajoy”, comentaba un veterano socialista que ha conversado con él.

El fair play ha vuelto a ser la tónica en el Congreso con motivo de la celebración del aniversario de la Constitución, a pesar de que no lo es en el día a día parlamentario, en el que las posiciones están cada vez más escoradas. La reforma de la Carta Magna ha vuelto a estar presente, a pesar de que en esta legislatura tampoco ha arrancado más allá de una propuesta de Sánchez para limitar los aforamientos que hará al presidente levantar el veto sobre Casado.

Sánchez anunció la ruptura de relaciones con el líder del PP después de que le acusara de ser “partícipe y responsable del golpe de Estado” en Catalunya. “El presidente hablará con el resto de líderes, en persona o por teléfono”, admiten ahora en Moncloa. La ronda que la vicepresidenta anunció para esta semana se ha retrasado. Las andaluzas han generado un caos en la política española.