31 meses después de salir de Ferraz en coche derrotado por barones y compañeros del PSOE, Pedro Sánchez salió la madrugada del 29 de abril pletórico, como presidente del Gobierno en funciones y acariciando ese puesto para la próxima legislatura sin depender de los independentistas. La vida política del secretario general del PSOE ha dado muchas piruetas y empieza ahora un nuevo capítulo de su 'manual de resistencia' desde Moncloa.
Sánchez formó parte de los llamados 'chicos de Blanco', un grupo formado también por Óscar López y Antonio Hernando, que tuvieron en el exministro y exsecretario de Organización del PSOE a su 'padrino' político. Hoy ninguno de ellos salvo Sánchez tiene poder. A la sombra de Blanco, Sánchez fue concejal en el Ayuntamiento de Madrid entre 2004 y 2009 y entró 'de rebote' en el Congreso de los Diputados al final de esa legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero cuando se marchó Pedro Solbes.
El pésimo resultado en 2011 dejó en el paro al hoy presidente, que se fue entonces a la Universidad Camilo José Cela, donde realizó una tesis sobre diplomacia económica que muchos quebraderos de cabeza le ha traído por las acusaciones de plagio, que comenzaron disparándose desde fuego amigo. La marcha de Cristina Narbona le dio un escaño de nuevo en el Congreso y en ese momento Sánchez comenzó su carrera por el liderazgo del PSOE.
Aprovechó el puesto que le dio la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba para explicar el documento de la Conferencia Política de 2013 para tejer una red de alianzas por las federaciones del PSOE con la vista puesta en las primarias a la presidencia del Gobierno. La dimisión de Rubalcaba tras la debacle de las europeas de hace cinco años trastocó sus planes y Sánchez decidió presentarse a la competición por liderar el partido.
Cuando salió su nombre prácticamente nadie dio un duro por él hasta recibió el apoyo de Susana Díaz, que no se atrevía a dar el salto pese a los continuos llamamientos de los poderes fácticos del partido, y otros 'pesos pesados', como Ximo Puig, Tomás Gómez o José Luis Rodríguez Zapatero. Así venció a Eduardo Madina en las primeras primarias del PSOE para elegir líder.
Las desavenencias con Susana Díaz no tardaron en llegar y la pelea con los barones se incrementó cuando en las elecciones generales de 2015 el PSOE obtuvo el peor resultado de su historia con un 22% de los votos y 90 escaños. Se dejó veinte por el camino. Los barones comenzaron entonces a preparar su sucesión, pero Sánchez aguantó, negoció un Gobierno llegando a pactar con Albert Rivera, aunque se sometió a la primera investidura fallida de la democracia.
La batalla se encarnizó tras la repetición electoral: Sánchez estaba dispuesto a todo por intentar un Gobierno de izquierdas en España, pero los poderes territoriales se lo impidieron bajo el argumento de que no se podía dejar la estabilidad en manos de los independentistas. El PSOE se abrió en canal y el líder socialista se vio forzado a dimitir el 1 de octubre de 2016 en el Comité Federal tras perder una votación. Una gestora se hizo cargo del partido y condujo al PSOE a la abstención para permitir gobernar a Mariano Rajoy.
A Sánchez le duró unos meses la travesía en el desierto, de nuevo en paro tras haber abandonado su acta de diputado para no tener que abstenerse o romper la disciplina de voto en la investidura, hasta que impulsado por el que hoy es su núcleo duro en el partido decidió dar un paso al frente y competir por la reconquista del PSOE. Cargado de épica se enfrentó a la entonces presidenta andaluza y venció.
Fue uno de sus múltiples giros de guión, pero no el último. El candidato del 'no es no' a Rajoy acabó apoyándole para aplicar el 155 para la intervención de Catalunya tras la declaración de independencia. Perseguido siempre por las encuestas salvo en esta última contienda electoral, Sánchez estuvo al frente del partido unos meses con la preocupación de un estancamiento hasta que la sentencia de la Gürtel le llevó a presentar una moción de censura.
De nuevo un hecho histórico: era la primera que vencía en España. Sánchez llegó a Moncloa y en un tiempo récord se puso manos a la obra con un “Gobierno de la dignidad” que le dio un espaldarazo al PSOE. No obstante, han sido diez meses complicados, con una extrema debilidad parlamentaria y dependiente del apoyo de los independentistas, algo que el Partido Socialista genera muchas suspicacias.
La que fue su rival en las primarias, Susana Díaz, le ha acabado dando argumentos para su éxito: la debacle del PSOE en Andalucía, con el acuerdo de PP, Ciudadanos y Vox para hacerse con las riendas de la Junta, ha sido la principal baza electoral de Sánchez. El voto útil frente al miedo a la derecha ha surtido efecto y Sánchez ha logrado una holgada victoria para los socialistas que le da la posibilidad de seguir en Moncloa sin depender de los independentistas.
Con la tranquilidad de haber ganado las elecciones, ahora Sánchez se tomará unos días de descanso y comenzará a moverse verdaderamente para formar Gobierno tras los comicios del 26 de mayo. Cualquier paso en falso del PSOE o de cualquier otro partido antes de esa fecha puede jugarles una mala pasada, pero Sánchez encara de nuevo esas elecciones con el viento a favor.
La intención del presidente en funciones es gobernar en solitario, pese a la mejora de la relación en los últimos meses con Pablo Iglesias, y tiene una reivindicación de la militancia que le dio el poder: “Con Rivera, no”. Las normas que él como secretario general impulsó le obligan a someter cualquier pacto de Gobierno al visto bueno de la militancia socialista. Sánchez sigue escribiendo su 'manual de resistencia' y está convencido de que seguirá en Moncloa: “Hemos ganado y vamos a gobernar España”.