El proceso de investidura está oficialmente en marcha: el jefe del Estado ha propuesto este jueves a Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno ante el Congreso tras una ronda de consultas con los representantes políticos en la que el socialista no ha logrado sumar ningún apoyo. Como marca la ley, el rey ha comunicado su decisión a la presidenta de la Cámara Baja, Meritxell Batet, que ha confirmado la designación de Sánchez a última hora de este jueves en una comparecencia en el Congreso tras volver del Palacio de la Zarzuela.
El líder socialista debe ahora buscar el respaldo de otros grupos políticos antes de la sesión de investidura cuya fecha, ha explicado Batet, “tendrá que ser hablada con el candidato”. La presidenta del Congreso ha señalado que “el proceso de investidura empieza ahora”. “La propuesta se ha producido hoy y el candidato inicia ahora el proceso necesario para buscar los apoyos para la investidura”, ha remarcado.
Sánchez ha anunciado en una comparecencia en Moncloa que iniciará los contactos con PP, Ciudadanos y Unidas Podemos la próxima semana. Ha reclamado a las tres formaciones por igual “altura de miras” para que permitan que haya Gobierno “cuanto antes”. No obstante, no ha respondido a si pedirá a Pablo Casado y Albert Rivera su abstención.
De momento, Unidas Podemos ha trasladado a Felipe VI que solo votará a favor si el acuerdo implica un gobierno en coalición al que el PSOE se resiste con el argumento de que no es suficiente porque, aún sumando los votos de la coalición que lidera Pablo Iglesias, requeriría del apoyo de grupos pequeños que ven con reticencias al grupo confederal. Sánchez no ha querido responder a esa exigencia: “Entiendo todos los planteamiento de los grupos, pero es importante que hay que empezar esa conversación”.
En estas últimas semanas Sánchez e Iglesias no han hablado y el PSOE pretende retrasar las negociaciones al máximo –como mínimo hasta que se configuren los ayuntamientos el próximo 15 de junio y apurar incluso todo lo que se pueda el proceso para la formación de los gobiernos autonómicos–. Así lo reconoció este jueves la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, que reclamó “la calma necesaria” para configurar el “complejo” mapa que han dejado las municipales, autonómicas y generales. Calvo reconoció en una entrevista en La Sexta que las conversaciones para los municipios y gobiernos regionales hacen que se vayan encajando fichas en el “tablero”, por lo que pidió esperar.
El plan de Moncloa es que la sesión de investidura se celebre la primera quincena de julio, aunque Sánchez no ha salido del “cuanto antes”. Durante el escaso mes y medio que tiene por delante (y en el que tiene previstos varios viajes a cumbres europeas y a Japón con motivo del G-20), Sánchez tendrá que recabar los apoyos necesarios para que el Congreso le dé la confianza de nuevo.
Los presos y UPN allanan el camino
Los socialistas dan por hecho que no lograrán los 176 votos requeridos para la mayoría absoluta, pero confían en sacar adelante la investidura en la segunda votación por mayoría simple (más síes que noes). El PSOE confía en que los 42 diputados de Unidas Podemos apoyarán la investidura y que después vendrán rodados los del PNV (seis), Compromís (uno) y Partido Regionalista de Cantabria (uno).
Con esos 173 votos a favor, el PSOE espera superar el rechazo de PP, Ciudadanos, Vox, ERC (14 en el caso de que Oriol Junqueras mantenga el escaño pese a su suspensión), JxCat (un grupo menguado de siete a cuatro representantes) y Coalición Canaria.
El número clave ahora es el 173. La buena noticia para el PSOE fue la confirmación de JxCat de que los tres diputados presos mantendrán sus actas. Esa decisión allana el camino de Sánchez ya que se contabilizarían como abstenciones.
En todo caso, acabada la ronda de consultas el candidato socialista solo tiene garantizado el apoyo de su grupo parlamentario. Los portavoces de todas las formaciones con las que Sánchez pretende retener la presidencia han advertido de que no le darán los votos gratis: Iglesias reclama un gobierno en coalición basado en un acuerdo programático; el PNV reclamará las transferencias pendientes y cumplimiento en materia presupuestaria; PRC inversiones concretas para Cantabria y Compromís, un compromiso en materia de financiación autonómica.
Otro motivo para la esperanza de los socialistas es que UPN abrió la puerta a facilitar que Sánchez siga en Moncloa a cambio de que los socialistas faciliten el gobierno de Navarra Suma en la comunidad foral. A pesar de que la candidata socialista María Chivite sigue adelante en su intento para hacerse con la presidencia, en Ferraz se desmarcan de sus contactos y aseguran que no permitirán un acuerdo que requiera la abstención de Bildu. “Con Bildu no se acuerda nada”, expresó Sánchez, que no aclaró si frenará las aspiraciones de la líder socialista navarra.
La exigencia de una coalición aboca al bloqueo
“Siempre hemos puesto un espacio infranqueable con respecto a Bildu”, sentenció Carmen Calvo en Al Rojo Vito este jueves donde dejó claro, además, que la prioridad del PSOE será sacar adelante la investidura de Sánchez. “En mi partido hay una prioridad de situaciones; tenemos un gobierno en funciones y unos resultados que nos colocan en la asunción de ese Gobierno de España”, respondió interrogada por el asunto de Navarra antes de reconocer que “eso significará” que en todos los sitios “seguramente” no se conseguirá lo que a los socialistas les gustaría. El PSN se niega, por ahora, a facilitar la investidura de Javier Esparza (UPN). “No estamos en contra de que UPN se abstenga sobre todo si esto facilita que Navarra Suma Gobierne”, ha expresado Pablo Casado, que forma parte de la coalición que ha quedado en primera posición en la comunidad foral.
Pero el principal escollo de Sánchez es por ahora su socio prioritario: Unidas Podemos, que le reclama un gobierno en coalición al que el PSOE se niega. Iglesias, que ha advertido a Sánchez de que no debería ir a la investidura sin cerrar los apoyos, está determinado por ahora a ir a nuevas elecciones si los socialistas no se pliegan. Además, sostiene que el PSOE puede acabar mirando a Ciudadanos, como ocurrió en 2016. No obstante, las posiciones no parece que se hayan movido ni un ápice desde la dura campaña electoral.
La pugna sobre el gobierno en coalición se anticipa severa teniendo en cuenta que los socialistas se vieron reforzados en su intención de gobernar en solitario tras el desplome de Podemos el 26M. Por ahora, Sánchez descarga la responsabilidad también sobre PP y Ciudadanos: “Altura de miras”.