Se acerca el ecuador de la campaña electoral, que en la práctica ha durado varios meses, y Pedro Sánchez va matizando una parte del discurso que ha preferido obviar hasta ahora: los posibles pactos postelectorales. El presidente, que llegó a Moncloa a través de una moción de censura que apoyaron Unidos Podemos y las fuerzas nacionalistas, había evitado hasta ahora concretar sus preferencias a partir del 28 de abril, pero ya ha dejado claro que Pablo Iglesias sigue siendo su socio prioritario mientras sube el tono contra los independentistas.
“Los independentistas no son de fiar”, sentenció Sánchez en una entrevista en eldiario.es. El presidente había rehuido en otras respuestas descartar a ERC y JxCAT como posibles aliados parlamentarios para seguir al frente del Gobierno, pero ahora desliza su desconfianza (sin llegar a ponerles un veto). Las últimas encuestas han permitido al socialista vislumbrar la opción de continuar gobernando en solitario, con la incorporación de “independientes de reconocido prestigio”, apoyándose en Unidas Podemos, PNV y Compromís.
Para eso necesita, según su equipo, una movilización masiva de la izquierda a la que apela continuamente: “Es muy importante que la izquierda no se quede en casa, no dé por hecho que va a haber un Gobierno del Partido Socialista o no dé por hecho que las tres derechas no van a sumar. Es que puede ocurrir que estos tres partidos sumen”. En las filas socialistas preocupa que la derecha se movilice, como siempre, y que la izquierda se quede en casa.
El candidato socialista ha ido subiendo el tono contra los independentistas paulatinamente. La presentación de sendas enmiendas a la totalidad y el consiguiente rechazo de los Presupuestos Generales del Estado -al que siguió la convocatoria de elecciones- le sirvió para marcar el primer distanciamiento. Ahora, en las entrevistas que ha ido concediendo tras permanecer más de un mes alejado de los micrófonos, Sánchez ha elevado las críticas.
En una de esas primeras entrevistas, en El Periódico, advirtió de su predisposición a aplicar el 155 si se produce una quiebra de la unilateralidad por parte del Govern. Con esa posición, Sánchez pretende responder a PP y Ciudadanos que le azotan constantemente por su supuesta connivencia con los independentistas. En Informativos Telecinco reforzó esa idea e incrementó los decibelios: “Los líderes independentistas tendrían que hacer algo muy importante y es salir a los medios y decirle a esa gente que creyó en ellos que les han engañado”. Al mismo tiempo, Sánchez recuperó su conocido “no es no” a Mariano Rajoy para la independencia.
A sus consignas sumó la acusación de que los líderes independentistas actuaron de “mala fe” ante quienes les habían apoyado hasta llegar al “no son de fiar” que Sánchez usó también para responder a la pregunta de si se apoyaría en ERC o JxCAT para seguir siendo presidente.
“No es lo mismo una moción de censura que una investidura”, afirman fuentes oficiales del PSOE, que recuperan así el argumentario con el que la dirección justificó que las fuerzas independentistas hicieran a Sánchez presidente. Para los socialistas, aquella votación suponía la reprobación a Mariano Rajoy por la corrupción del PP y no un acuerdo para gobernar. Ese discurso había desaparecido de las explicaciones socialistas. Hasta ahora. Esas mismas fuentes oficiales sostienen, no obstante, que la subida del tono no responde a una estrategia concreta.
En el PSOE siempre es una cuestión sensible y delicada el tratamiento del conflicto territorial y la relación con las fuerzas nacionalistas. En algunas federaciones, la buena sintonía con ERC y JxCAT les pasa factura. De hecho, tras las elecciones andaluzas en las que el PSOE perdió el poder por primera vez en 36 años, el pánico por el diálogo con Quim Torra se adueñó de buena parte de los barones socialistas ante la cercanía de los comicios autonómicos.
“Las grandes mayorías de este país, ahora que se ha hablado tanto de Catalunya, siempre han tenido dos bastiones: Andalucía y Catalunya. Cuando intentan enfrentarnos saben lo que hacen. Esta derecha es de todo menos tonta”, dijo Susana Díaz en el mitin de arranque de campaña en Dos Hermanas (Sevilla) a propósito de los ataques de PP y Ciudadanos. La expresidenta andaluza es una de las dirigentes que vio en la estrategia de Sánchez respecto al diálogo con la Generalitat una de las razones de su debacle electoral.
Sánchez es consciente de las polémicas internas que provoca el conflicto territorial así como del ataque constante de sus rivales a propósito de la relación con los independentistas. En su estrategia de no cometer ningún error que pueda pasarle factura en las urnas, ha optado por dejar fuera de su programa electoral algunos de los conceptos que dan munición dentro y fuera del partido: por ejemplo, no hace referencia concreta a la plurinacionalidad del Estado y Sánchez evita ese debate.
La subida del tono de Sánchez coincide con el ablandamiento de los independentistas ante el temor de un Gobierno del PSOE apoyado por Ciudadanos. ERC y JxCAT han eliminado su exigencia de un referéndum de autodeterminación, que fue la línea roja a la que se aferró Moncloa para la ruptura del diálogo con la Generalitat que precipitó el adelanto electoral. No obstante, había sido la aceptación de una figura de un relator la que había incendiado al PSOE.
ERC y JxCAT están dispuestos a allanar el camino a una investidura de Sánchez que evite la llegada de un Gobierno con participación de la derecha que les impediría seguir teniendo interlocución con Madrid. Además, los líderes presos también se posicionaron a favor de permitir un “Gobierno estable”. Esos indicios han surtido poco efecto en Moncloa y Ferraz. Los socialistas desconfían de la palabra y espera hechos. Mientras tanto, Sánchez seguirá apelando al voto para que el Gobierno dependa de sus “propias fuerzas” y lo hará también en Catalunya, donde pasará el Jueves Santo con un paseo matinal por Lleida y un mitin en Badalona. Su presencia en Salou (Tarragona) ese mismo día se ha descartado –pisa el freno–. La siguiente semana el presidente estará en el Barcelona, en el que se prevé uno de los principales mítines de la campaña.