“Nosotros las encuestas no las miramos. Nosotros, a trabajar”. El PSOE intenta conjurarse, como resume esa frase de un miembro de la dirección, para ignorar los sondeos que dibujan de forma unánime un crecimiento exponencial del PP, que supera a los socialistas en todas las encuestas –salvo el CIS– tras el encumbramiento de Alberto Núñez Feijóo como líder del principal partido de la oposición. “Hemos recordado encuestas de no hace demasiado tiempo, cuando se daba como presidente a Albert Rivera o a Pablo Casado”, resumió en esa línea la presidenta, Cristina Narbona, en la rueda de prensa posterior a la ejecutiva de este lunes, apenas unas horas después de que Pedro Sánchez también minimizara los sondeos en una entrevista. Inmediatamente, pasó al ataque contra el todavía presidente de la Xunta, especialmente por “mirar hacia otro lado” ante las investigaciones por presunta corrupción en la venta de mascarillas en el Ayuntamiento de Madrid.
Desde que Feijóo fue el llamado a suceder a Casado, en plena guerra intestina del PP, la estrategia de los socialistas ha estado clara: desproveer al gallego de su pretendido perfil moderado. Para eso se han ayudado del pacto de Alfonso Fernández Mañueco con Vox en Castilla y León, donde la extrema derecha entrará por primera vez a un Gobierno desde la restauración de la democracia.
“Es un paso del que sin ninguna duda Feijóo debe estar avergonzándose en este momento, porque si no, estaría al lado del señor Fernández Mañueco el día de su investidura, como es normal”, expresó Narbona. El presidente del PP no fue al debate de investidura, donde sí estuvo Santiago Abascal. Pero tampoco asistirá a la toma de posesión, que se celebrará este mismo martes, pese a que Mañueco será el primer presidente autonómico investido en la era Feijóo. El líder del partido ha convocado a los agentes sociales en la sede de la madrileña calle de Génova.
En las filas socialistas sí temen, no obstante, que el miedo a Vox ya no sea un elemento movilizador de su electorado, y sobre todo que su mensaje se normalice y cale en sectores mayoritarios de la sociedad. En eso están importantes sectores del PP, con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, a la cabeza. Los esfuerzos de los socialistas se pondrán en los próximos tiempos en desmontar a la extrema derecha y en alertar del peligro de su entrada en las instituciones con poder ejecutivo. El próximo lugar donde puede ocurrir es, además, una de las plazas clave para la izquierda: Andalucía.
El ‘efecto Feijóo’ dispara al PP
La otra cara de la moneda es que cuanto más fuerte esté Vox, más posibilidades tiene el PSOE de ser primera fuerza en las urnas, un revés para la estrategia del PP, que ha recuperado un mantra que desechó durante buena parte del mandato de Pablo Casado: que gobierne la lista más votada.
Una idea recurrente en la derecha española, pero solo cuando los resultados le vienen de cara. Tras las elecciones municipales y autonómicas de 2019 el PP no tuvo ningún problema en pactar con Ciudadanos y Vox para hacerse con el poder allí donde no había ganado las elecciones. Ocurrió en Madrid (comunidad y ciudad), en Andalucía, en Murcia o en Castilla y León, entre otras.
Casado luego recuperó la idea de dejar votar a la lista más votada cuando el tiempo demoscópico cambió y el PP comenzó a despuntar en algunas encuestas. No con la unanimidad que hay ahora, pero no fueron pocos los institutos de opinión que le daban un empate con el PSOE y la posibilidad de que llegara a la Moncloa de la mano de Vox. Todo, eso sí, hasta que la batalla final contra Ayuso se lo llevó por delante.
El PP lanzó la propuesta tras las elecciones en Castilla y León más como un recurso táctico. El PSOE respondió que aceptaba si el PP rompía allí donde gobierna pese a no ser la lista más votada. El debate se terminó en ese momento, aunque el partido de Feijóo esgrime la tesis en cada entrevista como argumentario para salir al paso de las preguntas sobre sus alianzas con la ultraderecha.
En todo caso, Sánchez rechaza la propuesta que ha recuperado Feijóo bajo el pretexto de que es un tema recurrente del PP: “Siempre quiere que gobierne la lista más votada cuando es el PP la lista más votada”. Narbona recordó precisamente que el PP “no invocó” esa máxima cuando el PSOE quedó en primera posición en Murcia, Castilla y León o Madrid. A nivel nacional, en Moncloa están convencidos de que la única vía que tiene el PP de hacerse con el poder es gracias a Vox, lo que dejaría fuera otras posibles alianzas que la derecha ha explorado en el pasado.
La última, en 2018 con el PNV para sacar adelante los últimos Presupuestos de Mariano Rajoy. Este mismo fin de semana, en el Aberri Eguna, el presidente del partido, Andoni Ortuzar, lo dejó claro: “Jamás nos verá nadie de la mano ni de cerca de los fachas de Vox ni de quien se arregle con ellos”.
El PSOE confía así en tener la posibilidad de reeditar la alianza con las fuerzas progresistas. “Vamos a ir a fórmulas de Gobierno de coalición y hay dos opciones: o hay un Gobierno liderado por el PSOE con el espacio que represente Yolanda Díaz, o gobierna el PP con la ultraderecha”, reiteró el presidente en una entrevista en Espejo Público (Antena 3). Pero su socio de gobierno le lanzó una advertencia al asegurar que “es incompatible tender la mano al PP mientras se insiste en que Vox y PP son indistinguibles”. Así lo expresó la portavoz de Podemos, Isa Serra, que aseguró que “la mejor forma de hacer frente a las encuestas” que auguran un fuerte crecimiento del PP “es reforzar el Gobierno de coalición” para que “permanezca y ofrezca soluciones a la ciudadanía”, informa Iñigo Aduriz.
En el PP, por otro lado, tampoco lanzan las campanas al vuelo tan rápido. Son plenamente conscientes de que las encuestas no tienen por qué coincidir con el voto real el día de las elecciones. De hecho, lo vivieron en primera persona el pasado mes de febrero en Castilla y León. Los sondeos previos situaban a Mañueco al borde de la mayoría absoluta y el resultado final estuvo muy alejado. Tanto, que Vox ha logrado una vicepresidencia y tres consejerías.
Desde la dirección del partido remiten a las palabras de la secretaria general, Cuca Gamarra, este lunes en una entrevista en Telecinco. “Las encuestas demuestran la rápida recuperación del PP y, sobre todo, que los españoles tienen muy claro que, ante los problemas a los que el Gobierno no da soluciones, hay un partido, el PP, con un presidente, Alberto Núñez Feijóo, que plantea soluciones y que prioriza sus problemas”, dijo. Pero añadió: “Las encuestas están ahí, pero no nos vamos a despistar porque solo hay una encuesta, la de las urnas el día de las elecciones”.
Gamarra, que vivió en primera persona el auge y caída de Casado, prefiere no tentar a la suerte. También los sondeos señalan una amplia mayoría para Juan Manuel Moreno en Andalucía, pero el presidente no termina de dar el paso de convocar las elecciones. Una vez que se hace, ya no hay marcha atrás.
Pactos de Estado con el PP
Sánchez tendió la mano a Feijóo para llegar a acuerdos –como la renovación del Poder Judicial que ponga fin a más de tres años de mandato caducado– y le reclamó el apoyo a medidas como el plan de choque contra las consecuencias de la guerra –al que ahora se refiere como plan fiscal precisamente en un momento en el que la ‘medida estrella’ de Feijóo es una reducción de impuestos–. “Lamentamos profundamente que el señor Feijóo no haya aceptado debatir con el presidente ninguna propuesta de pacto de Estado sino simplemente que se acepte su propuesta de bajada generalizada”, expresó Narbona.
En las filas socialistas son conscientes de que el mensaje de bajar impuestos es atractivo electoralmente y ha sido el propio Sánchez el que se ha lanzado contra él. “Todos aquellos que están diciendo que van a bajar impuestos están anunciando recortes como hicieron en la crisis financiera”, afirmó tras recordar que son los tributos los que financian el Estado del bienestar, es decir, servicios públicos como la sanidad o la educación. Narbona elevó el tiro a Feijóo: “¿Quiere hacer una bajada de impuestos como la que hizo en Galicia, que significó una rebaja del 25% en el impuesto de patrimonio a quienes tenían más de 750.000 euros de patrimonio y que, en cambio, bajó exclusivamente 40 céntimos a quienes tenían ingresos de menos de 16.000 euros? Díganos qué impuestos quiere reducir y díganos sobre todo cómo pretende compensar esa bajada de impuestos, dónde quiere recortar, en qué servicios públicos quiere recortar”.
Feijóo no va a soltar ese hueso. Y será la base de la propuesta económica que trasladará a Sánchez por escrito. Eso sí, semanas después de reunirse con él en el Palacio de la Moncloa, a donde fue sin ningún papel y sin un plan cerrado, como él mismo reconoció.
“Esto es un clásico: el PP cuando está en la oposición dice que va a bajar impuestos y cuando llega al Gobierno lo que hace es aplicar amnistías fiscales y subir hasta 50 impuestos”, aseveró el presidente, que, en todo caso, quiere meter en dedo en la llaga del PP: “El impuesto más caro que pagan los ciudadanos es el de la corrupción”. Frente a la renovación que quiere vender Génova (también en tiempos de Casado), el PSOE sostiene que mantiene las mismas prácticas que lo desalojaron de Moncloa. “No le he escuchado a la nueva dirección del PP decir nada de lo que está ocurriendo en Madrid con [Isabel Díaz] Ayuso y [José Luis Martínez] Almeida”, dijo el presidente sobre los contratos de mascarillas que están bajo investigación judicial, y al alcalde de la capital le reprochó que se remueva poniendo en cuestión la actuación de la Fiscalía después de que haya asegurado que detrás del asunto están “el PSOE y Sánchez”.