Pedro Sánchez pierde la esperanza en la investidura

Pedro Sánchez ha tirado la toalla y ha dado por perdidas las esperanzas que ha albergado desde el 20D de poder formar Gobierno. A pesar de los llamamientos públicos a Podemos para que “desbloquee” la situación, en el PSOE cunde el desánimo tras el fracaso de la reunión a tres. El candidato socialista hizo un último llamamiento a Pablo Iglesias pidiéndole la abstención pero fue una mera utilización más del relato puesto que el PSOE lleva semanas sin intentar convencer al resto de sus interlocutores, cuyo voto favorable sería imprescindible en el caso de que Sánchez pretendiera ser presidente gracias al voto en blanco de los diputados de Podemos-En Comú-En Marea.

La dirección del PSOE vio más claro que la balanza se inclinaba definitivamente hacia la repetición electoral el 26-J después de que Pablo Iglesias diera por zanjadas las conversaciones y traspasara la decisión sobre secundar el pacto PSOE-Ciudadanos a las bases de la formación. Los socialistas piensan que la pregunta está dirigida a un 'no' masivo en la consulta. A partir de ahí, todas sus actuaciones se han dirigido a responsabilizar a Podemos de que se tengan que celebrar de nuevo los comicios.

Así, respondieron a sus 20 propuestas asegurando que hay un 70% de puntos de encuentro entre ambas formaciones, pese a que Podemos siempre ha sostenido que el problema para que no haya acuerdo es Ciudadanos. Después el PSOE cargó con beligerancia contra Iglesias: “No es de fiar”, exclamó Antonio Hernando, que negó cualquier intento más por acercar posturas: “El tiempo para ofertas y contraofertas ya pasó”. 

Pero apenas 24 horas después Sánchez sorprendió a los suyos al pedir a Podemos que “desbloquee” la situación y le deje gobernar. En el sector más crítico con el líder socialista molestó esa nueva salida de Sánchez porque entendieron que era un nuevo giro en el guión de Ferraz, a quien acusan de no haber sabido mantener una estrategia definida desde el varapalo electoral.

Además, Sánchez hizo un llamamiento a Iglesias pidiéndole que le dejara sacar adelante la investidura mediante la abstención. Sin embargo, es en balde porque, aunque Podemos se abstuviera, PSOE y Ciudadanos necesitarían el voto favorable de Compromís, PNV e IU-Unidad Popular además del de Coalición Canaria para sacar más síes que noes en esa hipotética votación.

Sin hablar con los demás

El PSOE no ha mantenido el diálogo con esas fuerzas durante este tiempo. El último “contacto informal” con Compromís fue hace más de una semana, según han confirmado a eldiario.es desde la coalición valenciana. La formación de Mónica Oltra admite, además, que sería complicado votar en la investidura algo distinto que Podemos, con quien concurrieron en las elecciones, y aseguran que la negociación con el PSOE buscó también presionar a Iglesias en un primer momento para que se sentara. 

Tampoco con IU-Unidad Popular hubo ningún tipo de avance desde Semana Santa ya que los de Alberto Garzón dejaron en el aire hasta ver qué pasaba con Podemos, ya que sin sus diputados el acuerdo era inviable. El último contacto con Garzón fue el día antes de la reunión a tres y, tras ella, para IU-Unidad Popular quedó claro que no había ningún margen para el diálogo, según fuentes de su equipo negociador. Con el PNV tampoco ha habido más contactos. 

El PSOE se esfuerza por dejar claro que la pelota está en el tejado de Podemos y creen que en la batalla por el relato conseguirán convencer a la opinión pública de que Sánchez lo ha intentado todo por evitar la repetición de las elecciones. “Esto nos puede permitir estar hablando de anguitazo durante 20 años”, expresaba un diputado el miércoles. 

PSOE y Ciudadanos han renunciado, además, a presentar las actualizaciones de su pacto derivadas de las incorporaciones que les plantearon las organizaciones con las que se reunieron tras la investidura fallida. Fuentes socialistas aseguran que las aportaciones se incorporarán al texto, aunque reconocen que “no tiene mucho sentido” hacerlo públicamente “tal y como se han puesto las cosas”. En algunos sectores del PSOE se preguntan ahora cuándo se va a producir el “divorcio” con Ciudadanos y ven con preocupación cómo se va a articular el discurso de los socialistas ante el 26-J tras pactar con Rivera.

Así las cosas, Ferraz se ha puesto en modo precampaña. Sánchez ha iniciado una ronda por varias comunidades, especialmente en Andalucía. El líder del PSOE visitó la Feria de Sevilla este miércoles, donde se encontró con la presidenta andaluza, Susana Díaz, aunque en el PSOE-A su visita no sentó muy bien. Además, tiene actos preparados este viernes en Córdoba y Granda y en Málaga el sábado. El domingo estará en Valladolid. 

Los socialistas no creen que vaya a haber un cambio de última hora y, por el momento, no lo están intentando. La dirección dijo que no habría nuevas ofertas a Podemos, aunque Sánchez ha transmitido a los sindicatos que pensará en la opción que plantean de someterse a una moción de confianza en un par de años a cambio de que permitan que la legislatura eche a andar.

La próxima decisión que tendrá que tomar Ferraz será cómo reelige al candidato a la presidencia para lo que tendrá que modificar sus normas, ya que con el actual reglamento de primarias los plazos no dan. En el PSOE dan por hecho que será el candidato y que no tendrá rival, pese a que Díaz transmitió a sus partidarios su intención de dar la batalla por el liderazgo del partido. Pero aceptó que se pospusiera el Congreso en el que se iba a votar de nuevo al secretario general y se produjo un repliegue de fuerzas. Incluso los suyos dan por hecho que no dará la batalla por la candidatura y que su el futuro se escribirá tras las elecciones que ven inevitables.