Pedro Sánchez trata de no quemarse con la crisis independentista de Catalunya

La crisis territorial en Catalunya pone al PSOE en una situación delicada. Combinar su postura de apoyo al Gobierno como “oposición de Estado” mirando de reojo a Pablo Iglesias, con quien la relación ha mejorado pero sin que desaparezca la desconfianza de Ferraz, lleva a Pedro Sánchez a hacer equilibrios. Aunque en la dirección sostienen que la jugada por ahora les está saliendo bien, el PSOE ha bajado su perfil ante las últimas decisiones adoptadas por el Gobierno y la Fiscalía en comparación a la solemnidad con la que reaccionó en los primeros días del desafío total por parte de los independentistas. No quemarse es el objetivo del secretario general, que se ve por ahora y por primera vez aupado en las encuestas

El PSOE se ha puesto de perfil ante las dos últimas decisiones más polémicas para frenar el 1-O. Frente a la salida pública del secretario de Organización, José Luis Ábalos, en una rueda de prensa en Ferraz respaldado por parte de la cúpula socialista para mostrar el “respaldo total” del partido al movimiento del Gobierno de poner en manos del Tribunal Constitucional la ley del referéndum y de la decisión de la Fiscalía de querellarse contra el Govern y la Mesa del Parlament, el PSOE se mantuvo en un segundo plano tras la citación de más de 700 alcaldes por parte del Ministerio Público bajo amenaza de detención.

La respuesta se limitó a un comunicado del PSC que subrayaba que no comentan las resoluciones judiciales, aunque avalaba hasta cierto punto la maniobra de la Fiscalía al entender que ha sido la Generalitat la que ha empujado a los alcaldes a ser responsables de un acto ilegal, según decía el texto. 

El PSOE tampoco opina sobre la decisión del Gobierno de asumir el control financiero de Catalunya mediante un mecanismo por el que el Estado sustituye a la comunidad autónoma en la mayoría de los pagos esenciales –como los funcionarios–. Se trata de una medida drástica de la que Mariano Rajoy ha informado por teléfono a Sánchez, pero el principal partido de la oposición no quiere pronunciarse oficialmente sobre qué le parece. 

“No vamos a decir si esto nos parece bien o mal”, señalan esas fuentes oficiales. “Seguimos en la defensa de la ley y el Estado de derecho. No hay legalidad paralela como plantea el bloque soberanista”, agregan para terminar: “Pedimos al Gobierno que actúe con proporcionalidad, mesura y responsabilidad”. ¿Intervenir el pago de las facturas de la Generalitat es proporcional? Silencio.

Otras fuentes del PSOE consultadas por eldiario.es creen que la decisión del Gobierno era “previsible” tras la maniobra de Oriol Junqueras de negarse a enviar al Ministerio de Hacienda los informes semanales de gastos de la Generalitat. No obstante, consideran que es difícil llevarla a la práctica. 

La posición de Ciudadanos es distinta a la del PSOE. Tras la conversación entre Mariano Rajoy y Albert Rivera para informarle también de las medidas adoptadas por Hacienda, fuentes del partido han asegurado que “Ciudadanos apoya sin fisuras al Gobierno en este tema”, según informa Europa Press.

Equidistancia y foco en Moncloa

Ferraz mide las apariciones públicas de Sánchez para evitar que se queme. Ese método irrita a algunos dirigentes socialistas que creen que la estrategia (repetida) persigue salvarle por encima del partido: “Vuelve a ser lo de la otra vez. Preservar su imagen, que parece que importa mas que la del PSOE”, dice un dirigente susanista. No obstante, Ferraz tampoco quiere hacer un desembarco en Catalunya, sino que pretende que la acción allí recaiga en el PSC y en visitas puntuales del secretario general. 

El objetivo del PSOE es que el conflicto le salpique lo menos posible. “No somos responsables de la situación actual en Catalunya”, confiesa Sánchez, que descarga la responsabilidad en la inacción de Rajoy en los últimos años y en la falta de diálogo con Carles Puigdemont. Por eso los socialistas insisten en la necesidad de “política y diálogo” ante esta situación. 

En el PSOE también confiesan nerviosismo y preocupación ante lo que vaya a suceder el 1-O y ven imposible que se llegue a una resolución del conflicto antes de la fecha prevista para el referéndum. 

Sin propuestas para el 1-O

Más allá de la resolución a largo plazo del conflicto territorial a través de la reforma constitucional, el PSOE evita pronunciarse sobre una solución a lo inmediato: el choque de trenes del 1-O. Considera que le toca al Gobierno dar respuesta. Ni siquiera quieren pronunciarse sobre las posibles medidas que pueda poner en marcha Rajoy, como la aplicación del artículo 155 de la Constitución. En este caso, los socialistas han rebajado su rechazo total.

La imagen de caminar junto al PP se ha difuminado y en el PSOE no ocultan que no quieren una foto de Sánchez junto a Rajoy y Albert Rivera que le sitúe en un bloque del que se ha querido distanciar para recuperar el voto de izquierdas que se escapó en favor de Podemos. Lo tiene complicado porque Ciudadanos quiere que los socialistas se retraten apoyando una proposición no de ley de “apoyo al Estado de derecho en Catalunya”. Los socialistas no han querido respaldar esa iniciativa, aunque sostienen que lo que defienda la unidad y la defensa de la legalidad suena bien. No obstante, no son partidarios de mostrar la “confrontación” en el Congreso. 

Además, reconocen que “todo el mundo quiere” que se retraten. El apoyo a esa propuesta simbólica les llevará probablemente a desmarcarse de Unidos Podemos, de los que también han tenido que marcar distancias en la solicitud de comparecencia del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, para dar explicaciones sobre la citación a los alcaldes pro-referéndum.

Sánchez también bailó entre dos aguas con la petición de Iglesias de un pleno para que Rajoy rinda cuentas sobre la crisis en Catalunya: el líder del PSOE la rechazó para antes del 1-O

Incomodidad interna

El otro problema al que se enfrenta Sánchez es de índole interno. Muchos en su partido, fundamentalmente quienes se enfrentaron a él, creen que no debería entrar ahora en debates territoriales como el que ha lanzado a través de la apuesta por la plurinacionalidad y el reconocimiento de España como una “nación de naciones”. 

El principal foco del conflicto está en Andalucía, donde Susana Díaz ya le ha advertido de que no quiere quedar por debajo de Catalunya y que el autogobierno que Sánchez defiende para los catalanes no debe ir en detrimento de la región que preside. 

Algunos dirigentes reconocen que no se siente cómodos hablando de naciones, ya que consideran que el PSOE debería salir del foco: “Nosotros tenemos que hablar de los problemas de la gente”. La dirección socialista se está esforzando sin éxito por salir del debate presentando iniciativas e impulsando debates sociales, pero todo lo copa Catalunya. 

Las críticas también se dirigen a Ferraz por los “vaivenes” que da Sánchez en materia territorial. Le reprochan que cometa errores (declaraciones como “todas las naciones son España”, reconocer “al menos tres naciones” sin mencionar entre ellas la “nacionalidad histórica” andaluza, o hablar de definición de nación no nacionalista, la propuesta de quita de la deuda para Catalunya...).

Los fallos los atribuyen a la inexistencia de una propuesta suficientemente consistente y estudiada. Los socialistas andaluces reclaman una reunión del Consejo de Política Federal para abordar el modelo territorial, a pesar de que las iniciativas sobre la plurinacionalidad las aprobó el PSOE en el 39º Congreso. La posición de los socialistas en un hipotético debate de reforma constitucional será fuente de conflicto interno.