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Pedro Sánchez sacrifica a su ministro de Cultura tras comprobar que su discurso regenerador estaba en peligro

Màxim Huerta durante la comparecencia en la que anunció su dimisión como ministro de Cultura.

Gonzalo Cortizo / Irene Castro

“Hemos decidido”. Con estas palabras, en primera persona de plural, entonó Màxim Huerta la dimisión más apresurada de la democracia. El equipo de Pedro Sánchez decidió el sacrificio de su ministro más mediático en un tiempo récord para conservar intacto el discurso regenerador con el que Sánchez consiguió sacar adelante la moción de censura que le ha llevado a Moncloa.

La decisión ha supuesto un alivio en el PSOE y en parte del Gobierno. Dirigentes socialistas reconocían este miércoles su gran preocupación y el temor al repentino fracaso de la imagen de frescura y nuevas maneras que Sánchez y su nuevo gabinete habían conseguido en sus primeros días.

Mientras Huerta se defendía en dos programas de radio matinales de la información sobre su fraude a Hacienda, algunos de sus compañeros en el Consejo de Ministras evitaban darle un apoyo cerrado. Fue el caso de las titulares de Defensa, Margarita Robles, y la de Transición Ecológica, Teresa Ribera. También en el PSOE surgían voces que veían su situación “insostenible”, a pesar de una primera reacción de la portavoz, Adriana Lastra, en la que sostuvo sobre la marcha que el fraude era un asunto solucionado.

Los equipos de comunicación del presidente transmitían, tras las explicaciones de Huerta, un mensaje de calma. “El Gobierno está tranquilo”, aseguraba un portavoz oficial a mediodía. En la misma línea, y tras estar con Sánchez, la ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio, salía al paso con el mismo argumentario: “Se resolvió y pagó”.

Poco después, Huerta se desplazaba a Moncloa y comenzaba a viralizarse en las redes un vídeo de 2015 con Pedro Sánchez de protagonista: “Si alguien crea una sociedad para pagar la mitad de los impuestos que le toca, estaría fuera”, aseguraba el ahora presidente en unas declaraciones dirigidas al que era dirigente de Podemos, Juan Carlos Monedero. Para entonces PP y Unidos Podemos ya exigían su renuncia y abrían la puerta a la reprobación; Ciudadanos quería escuchar sus explicaciones en el Congreso. La suerte del exministro estaba echada.

Huerta se resistía

La reflexión que se ha impuesto en el Gobierno es apostar por lo diferente. Fuentes del Gobierno señalan que una defensa cerrada al estilo del PP hubiera echado por tierra la expectativa de ilusión generada por el nuevo Gobierno en sus primeros días. Frente a esta idea, Màxim Huerta se resistía, seguro de no haber hecho nada mal. Hubo que convencerle.

Sánchez es consciente de que llegó al poder a través de una moción censura que fue respaldada, sin negociación, por el resto de formaciones como forma de rechazo a la corrupción del PP. La ejemplaridad tiene que ser “sobresaliente”, según reconocen fuentes de la dirección del PSOE.

Tanto el PSOE como el equipo que trabaja ahora codo con codo con Sánchez celebran cómo han gestionado la “crisis exprés”, que ha durado menos de doce horas (también la designación del sucesor del ministro de Cultura se ha producido en tiempo récord). “Todo se ha hecho como estaba previsto. Y no ha terminado”, señalan desde Moncloa.

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