El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, está en su primera visita oficial a España. El socialista francés se verá con Gobierno y oposición en un contexto económico mucho más relajado, en el que el representante económico de Bruselas no tiene grandes recriminaciones que hacer a España. El foco mediático ha recaído en su reunión con Pedro Sánchez y en la decisión del grupo socialista español de no apoyar el CETA, el acuerdo económico de la UE con Canadá. Moscovici ha asegurado en un encuentro con un grupo de periodistas españoles que él mismo no hubiera votado a favor del TTIP (el acuerdo de libre comercio con EEUU), pero que en este caso, el trato cumple con las mejores condiciones y tratará de persuadir a Sánchez de que dé su apoyo.
Lo cierto es que ni siquiera los socialistas franceses, a los que pertenece Moscovici, votaron a favor de la ratificación del tratado en el Parlamento Europeo, un cisma en el grupo político que causó un importante revuelo. Moscovici defiende que el libre comercio no hay que apoyarlo porque sí. “Es algo que hay que ver de cerca, como levantar el capó del coche para ver si está bien”, ha explicado.
Según Moscovici, los socialistas no deben estar en contra de la globalización pero sí a favor de “civilizarla”. El CETA es un tratado que en su opinión respeta lo público y que tildó de “progresista”. “Que la izquierda esté a la izquierda es positivo”, añadió. Moscovici recalcó la proximidad con la cultura francesa y con los valores canadienses que respestan el medioambiente y los derechos sociales. El actual líder canadiense es el también socialista Justin Trudeau.
El dirigente francés se mostró especialmente cauto con mostrar cualquier posición respecto al gobierno español, al que calificó de “amigo” pero sí se permitió alguna que otra licencia para hablar de la izquierda y el socialismo. Preguntado por si le iba a dar algún consejo a Sánchez para no acabar como los socialistas franceses (que lograron solo un 6% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas), Moscovici defendió que “un partido de izquierdas tiene que estar a la izquierda o sus electores no saben para qué sirve”.
Al mismo tiempo, el francés aseguró que un partido debe ser “útil” y creíble para conseguir votos y que lograr esta “alquimia” es lo complicado.
El comisario se mostró muy optimista en todo el encuentro, empujado por las recientes declaraciones de Angela Merkel reclamando un presupuesto común y un ministro de Hacienda europeo, para el que suena su nombre. Este espaldarazo a la Unión Europea llega en un momento de cerrar filas entre los actuales Estados miembro frente al Brexit y también en parte frente a la nueva relación con EEUU bajo el gobierno de Donald Trump.
Tanta unidad de acción impidió a Moscovici mostrarse contundente contra la corrupción en España o contra la reciente declaración de inconstitucionalidad de la amnistía fiscal de Montoro. Moscovici se limitó a reconocer que no le gustaban las amnistías pero que cada país es soberano para tomar una medida como esta.
Inmediatamente después el comisario sacó pecho con la reciente aprobación de una regulación más restrictiva para los asesores fiscales, que ponga coto a situaciones de “optimización fiscal agresiva”, como las vistas estos días en los escándalos de los jugadores de fútbol españoles.
“La economía y la ética no son opuestos” defendió vehemente Moscovici que apareció en Madrid sin su característica barba y que también se reunirá en Sevilla con Susana Díaz en Sevilla.