El libro, según su autora, Pilar Urbano, es una “estatua para Adolfo Suárez”. Sin embargo, llega a las librerías el mismo día que se conoce que el hijo del expresidente, Adolfo Suárez Illana, pide la retirada de la obra por la publicación de una foto realizada por él sin autorización: la de Suárez y el rey cogidos del brazo, de espaldas. “Eso es que están nerviosos por todo lo que ha pasado, la muerte del padre, los funerales de Estado... Si fuera otro, pensaría que es una mezquindad. Querrá unos maravedíes y se los dará la editorial. Pero lo cierto es que la foto está comercializada por la agencia Efe y se le ha pagado para usarla en este libro”, ha explicado este jueves en la presentación. Y añadió: “El burofax tiene fecha de 1 de abril, no estaba el libro en la calle. Cuando lo lea, le gustará. Nadie le va a hacer un homenaje como este a su padre. Y si no le gusta, con un pan se lo coma”.
Urbano retrata, con diálogos textuales, conversaciones que ha reconstruido como si de un puzzle se tratara, las relaciones entre el rey Juan Carlos y Adolfo Suárez: “Se cuenta qué dificultades han tenido el rey y Suárez. Suárez es un grande de España porque se lo ganó con señorío y dignidad, nos abrió las praderas de libertad con muchas oposiciones. Nunca dejó de pensar en España, Dios y su familia, mientras su mente se lo permitió. El rey empieza con una corona de plomo, que pesa, que está solo, que no tiene quien le asesore, no hay experiencia de un rey que suceda a un dictador”.
La Operación Armada, la de poner a un general al frente del Gobierno, afirma Urbano, desemboca en el 23-F. Pero, insiste, son cosas distintas: “La operación Armada empieza el 5 de julio de 1980 en la Zarzuela. Pero acaba cuando el rey elige a Leopoldo Calvo-Sotelo para suceder a Suárez, el 11 de febrero. El golpe de Estado no lo pretendió el rey, pero Armada tenía puestos los patines, estaba investido casi in pectore. La operación Armada concluye el 11 de febrero, cuando el rey elige a Calvo Sotelo. Ese día Zarzuela suelta la operación Armada, pero Armada insiste el 13, y el rey lo remite a Gutiérrez Mellado. Ahí se desembaraza de Armada, pero Armada, Cortina [CESID] y Tejero, sacan un golpe que estaba en el guardarropía y lo resucitan, del 19 al 23 es cuando se saca un golpe que fue una chapuza hasta en la estética. El rey no tuvo nada que ver, quizá pudo saber que Armada maquinaba algo, pero no sabía que iba a ser asaltado el Parlamento”.
“Entiendo que le moleste el rey”, afirma: “El rey tiene miedo, no se atreve a echar a Arias, lo tratan de niñato, el rey lo ha pasado mal y necesita un ayo, un Torcuato, y a veces es un freno. Pero tendríamos una dictadura coronada si no fuera por él. Es lo que le agradezco al rey, convirtió esto en una monarquía popular porque quiso. Puso palos en las ruedas, pero también Felipe, que aceptó ser vicepresidente de un Gobierno dirigido por un general [Armada], y ahora ha encontrado su verdadera oficio: ser joyero [diseña joyas de Adolfo Barnatán, esposo de Elena Benarroch]”.
Este libro responde, según Urbano, “al derecho de los españoles por saber la verdad y a mi deber de contarla. Todo lo que cuento es verdad, si bien no es toda la verdad. Y el que se moleste con la verdad, es que prefiere la mentira”. Como ejemplo de ello, Urbano recuerda el juicio del 23-F: “El 23-F, se hizo circo en un programa televisivo [en alusión a Salvados]. Eso es una falta de respeto a la historia y a la confusión que genera. En aquel momento, el rey solloza, cree que ha perdido la corona. Después del golpe de Estado Suárez llama traidor al rey, y él le dice lo mismo. El rey llama a Suárez arroyo seco, sin ideas, sin pilas, cree que es quien dirige un caos. El rey cree que hay que hacer un cambio de Gobierno, no de sistema. En el libro narro el simulacro de juicio de guerra tras el 23-F. Hubo anomalías, como determinar un reducido banquillo de militares, que solo hubiera un civil y que se instara a las defensas a que no llamaran a declarar a [Enrique] Múgica, el factótum de la trama civil conspirativa Armada con otros socialistas”.