Las conversaciones entre Podemos e IU para cerrar un acuerdo marco estatal que fije los criterios de la confluencia para las elecciones municipales, autonómicas y europeas de 2019 avanzan. Ambos partidos coinciden en la necesidad de cerrar un pacto que permita sumar el máximo de fuerzas posibles en todo el Estado ante el riesgo de que la ventana de oportunidad que se abrió en el ciclo electoral iniciado en 2014 se cierre, o mengüe de tamaño, en el nuevo maratón de las urnas que arrancará con las andaluzas.
En esas conversaciones, según han confirmado a eldiario.es desde las dos direcciones, no se ha tratado aún el tema de la futura marca electoral. Es un asunto que se quiere postergar de forma premeditada. Antes, señalan, se debe fraguar el pacto político que permita recuperar el espíritu de 2015, lograr un “proyecto ilusionante” que abra el paso a un “desborde” como el que llevó a Ada Colau, a Xulio Ferreiro, a Pedro Santisteve o a Manuela Carmena, entre otros, a dirigir algunas de las principales ciudades del país.
Cuando llegue el momento se abordará esta cuestión, más delicada a nivel municipal que autonómico. La futura negociación partirá de unas bases que ya se han definido, en público y en privado, por parte de los principales dirigentes.
Las marcas suman, no restan
Tanto la dirección de IU como la de Podemos sostienen que, lejos de restar, sus respectivas marcas son un valor a tener en cuenta. Diversas personas de ambas cúpulas consultadas por eldiario.es en los últimos días confirman que la intención es que los nombres de los partidos figuren en las candidaturas que se presenten a las próximas elecciones.
El coordinador federal de IU, Alberto Garzón, lo dejó dicho por escrito en el informe político de principios de año que sometió a debate y votación de los órganos de la coalición. En el documento, muy crítico con la falta de visibilidad de su organización, Garzón ponía en valor la tradición municipalista de IU. Fuentes de la coalición recuerdan que su formación tiene más presencia en zonas y nichos de edad donde Podemos no ha logrado aún penetrar.
En el partido que lidera Pablo Iglesias reconocen estos factores. Pero hacen hincapié en la fortaleza electoral demostrada en las urnas por Podemos, creen que fue uno de los elementos fundamentales del éxito municipal de 2015. Y consideran que ahora que el partido sí se va a presentar es obvio que su nombre debe ser visible.
“El nombre no será un problema”
El informe de Alberto Garzón señalaba, entre otras cosas, su incomodidad con la marca Unidos Podemos, que sirvió de cartel electoral en las generales de 2016 y da nombre al grupo confederal en el Congreso.
El coordinador de IU quiere un sujeto con el que se identifiquen las bases de la coalición. Unidos Podemos se eligió de forma precipitada, señalan de forma habitual sus dirigentes. Ahora, con más tiempo, prefieren darle una pensada.
La respuesta de Podemos a la cuestión de la marca llegó muy rápido. Pese a defender la validez de Unidos Podemos, que cree que funciona como significante, Iglesias ha intentado quitar valor al debate en las últimas semanas. En varias entrevistas, de diversas maneras, pero la idea es la misma: “El nombre no puede ser un problema”.
También en IU anteponen otras cuestiones a la del nombre. En un acto con universitarios el pasado 22 de febrero, Garzón alertaba de que el objetivo ahora mismo es impedir “que el futuro país lo diseñen Rajoy y Rivera”. Y, para eso, considera necesaria la colaboración con Podemos.
Fuentes de la dirección estatal de Podemos aseguran en declaraciones a eldiario.es: “2018 no debe ser un año en el que la gente esté haciendo papeletas. Tiene que ser un año en el que la gente esté haciendo trabajo político”.
Asimetría y decisión de las bases
¿Significa esto que el nombre Unidos Podemos está condenado? No necesariamente. Nadie descarta que pueda ser utilizado en algunas candidaturas. Tampoco la marca IU. Ni Podemos. O una combinación de todas. También es posible una nueva denominación.
O todo ello a la vez. El llamado espacio del cambio ya concurrió en 2015 con una miríada de nombres. Y muchos de ellos repetirán en 2019. Barcelona en Comú, Ahora Madrid, Zaragoza en Común o Marea Atlántica son marcas que nadie quiere tocar. Como mucho, desde Podemos, se apunta la opción de “añadir” su marca a los significantes que triunfaron hace ahora tres años.
Casos similares se pueden dar en lugar como Zamora, gobernada por Izquierda Unida y donde Podemos no se presentó en 2015 ni directa ni indirectamente. El alcalde, en caso de repetir, bien podría imponer su propio criterio.
O en localidades y pueblos más pequeños de las castillas, Extremadura o Andalucía, donde IU tiene presencia desde hace décadas y Podemos es casi testimonial.
Nadie descarta, incluso, que haya lugares donde vayan por separado.
Todas estas cuestiones las acabarán determinando las bases de los partidos. Especialmente en el caso de Podemos. Sus dirigentes, con Pablo Iglesias a la cabeza, se han comprometido en público a ello. Habrá consultas sobre la confluencia, sobre el nombre. Y primarias.
Todo está por concretar. Los qués y los cómos, que serán la parte capital del acuerdo al que ambos partidos quieren llegar esta primavera. Con el tiempo suficiente para abordar la tarea titánica: articular el pacto en más de 8.000 municipios, 12 comunidades autónomas, dos ciudades autónomas y a nivel estatal para el Parlamento Europeo.