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Las polémicas declaraciones de Puigdemont desconciertan al independentismo

El president cesado Carles Puigdemont en un acto en Bruselas.

Irene Castro

“Puigdemont es una persona muy familiar. Él no quiere acabar en la cárcel”. Era la definición que hacía un relevante político español poco después del 1-O, cuando PP y PSOE ya habían iniciado los trámites para aplicar el 155, pero aún confiaban en una marcha atrás del Govern. Pero el tiempo le ha quitado la razón a ese dirigente, que perdió la esperanza de que el president renunciara a la declaración unilateral de independencia y miró atónito su huida a Bruselas. Puigdemont protagoniza una anómala campaña desde el extranjero y su actuación complica la campaña del PDeCAT, que irá a las elecciones bajo el nombre Junts Per Catalunya tras el portazo de ERC a reeditar coalición.

Carles Puigdemont se ha visto obligado a desdecirse a sí mismo tras plantear la salida de Catalunya de la Unión Europea después de haber fiado en balde buena parte de su estrategia independentista al reconocimiento de los países miembros. El president cesado aseguró en una entrevista que los ciudadanos catalanes debían decidir si quieren seguir formando parte de la UE.

El chorreo de críticas no se hizo esperar, incluido su propio partido y los que han sido sus socios de gobierno. El PDeCAT tuvo que aclarar las palabras de su cabeza de lista asegurando que la posibilidad de un referéndum para que Catalunya salga de la UE no está en el programa ni en el sentir de la formación. Puigdemont también se matizó a sí mismo. En un par de tuits, el president cesado olvidó la consulta y explicó que es partidario de una Europa “más integrada, más próspera, más democrática y más comprometida”.

“El caso catalán es una oportunidad para avanzar hacia una Unión Europea más fuerte donde la ciudadanía tenga cada vez más poder de decisión y los Estados tengan menos”, especificó Puigdemont.

El president que no asume que fue destituido

Puigdemont también ha tenido contradicciones en su discurso que le han desmarcado, además, de la línea de su partido. El político catalán no asume su cese –efectivo desde que el 155 se puso en marcha–. Eso le ha llevado a renunciar a su sueldo como expresident porque considera que sigue siendo president de la Generalitat. Lo que sí mantendrá es el sueldo base que le permite haber sido diputado hasta que se configure el nuevo Parlament.

El candidato catalán aseguró desde Bruselas que pretendía crear una “estructura estable” para coordinar la acción de un Govern inexistente y sin capacidades. “Podemos cumplir con nuestras obligaciones también aquí”, dijo en su primera rueda de prensa en Bruselas. Sin embargo, a la vez que no reconocía la intervención de la Generalitat desde Madrid, asumía la convocatoria de elecciones de Mariano Rajoy y anunció que concurriría a ellas.

La radicalización del discurso de Puigdemont –con declaraciones como la reivindicación de la república catalana mientras PDeCAT y ERC centraban sus mensajes en la libertad de los presos; o la celebración de las protestas de la huelga que consiguió colapsar las vías de comunicación mientras que dirigentes de su partido cuestionaban la imagen de una Catalunya bloqueada– también ha complicado la estrategia del PDeCAT.  Tanto el partido como el candidato han renunciado ahora a la independencia unilateral.

El president trasladó a su entorno la idea de que el “Estado respondería con un uso indiscriminado de la fuerza” en el debate de si debía convocar elecciones o declarar la independencia a finales de octubre. Declaró en una entrevista que viajó a Bruselas para evitar una “durísima oleada de represión y violencia”. Sin embargo, el PDeCAT aseguró que la estrategia de Puigdemont buscaba internacionalizar el conflicto catalán. Además, la táctica del president cesado le ha permitido estar en libertad un mes más que a los miembros del Govern encarcelados, entre ellos el vicepresidente, Oriol Junqueras. 

En su beligerancia contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, contra las que normalmente carga por el despliegue en Catalunya, Puigdemont ha llegado a cuestionar la actuación del CNI por el reconocimiento de “contactos” con el cerebro de los atentados yihadistas perpetrados en Catalunya este verano. “No han sido leales a los ciudadanos. Por culpa de esta deslealtad no sabemos si no hemos podido evitar un atentado y muchos muertos. No lo sabemos”, aseguró Puigdemont. Se trata de una acusación inédita en la política española, la lucha contra el terrorismo no suele ser utilizada como arma arrojadiza.

Puigdemont ha optado por explotar electoralmente su situación judicial. A escasas fechas de que el president cesado comparezca ante el juez belga que tendrá que decidir sobre su extradición, Puigdemont opta por el victimismo: “Quizás no podría tomar posesión porque no podré estar presente en la sesión de investidura”. El resto de partidos considera que Puigdemont mejorará en los pronósticos demoscópicos conforme vaya avanzando su proceso: “Él irá ante el juez y le pedirá incluso que le ponga las esposas porque sabe que lo rentabiliza”, reflexiona un dirigente del PP catalán.

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