“Ella mira para atrás cuando hay que mirar hacia adelante”. La frase de un importante dirigente del PP de fuera de Madrid ejemplifica bien el sentir de buena parte del partido, sobre todo de fuera de la M30, cuando terminó el discurso de Isabel Díaz Ayuso ante la Junta Directiva Nacional que supone el inicio de la cuenta atrás del liderazgo de Pablo Casado. La intervención de la presidenta madrileña, pregonada desde el día anterior, no provocó una cascada de peticiones de palabra. Apenas las hubo, de hecho, y ninguna de entre las figuras de máximo nivel que acompañaban a Ayuso en la primera fila de la sala del hotel de lujo donde se celebró el órgano que lanzó oficialmente el XX congreso, extraordinario, del PP.
Todos juntos, en pie aunque les costó, despidieron a un Casado que se va sin hacer sangre, aunque sin saber todavía muy bien por qué tiene que marcharse. Y que lleva a su sucesor de la mano hasta la cima de la pirámide. Desde que fue consciente de que su guerra fratricida con Isabel Díaz Ayuso había acabado con él y con sus opciones de alcanzar el Palacio de la Moncloa, Casado se ha dispuesto a allanar el camino para que Alberto Núñez Feijóo se haga con los mandos del PP.
“A la mayoría de los que estáis en esta Junta Directiva os propuse como candidatos a distintas responsabilidades”, dijo en su alocución. “Creo que siempre hay que anteponer la opción difícil a la cómoda y nuestros principios no sirven de nada si no nos atenemos a ellos en los momentos más complejos”, añadió. Luego pidió perdón a los militantes por “todo lo que haya hecho mal y la situación que han sufrido”. Y zanjó: “Y también siento, tengo que decirlo, la reacción que he tenido que sufrir, que es inédita en nuestra historia democrática, y creo sinceramente que no merezco ni merecería ninguno de vosotros”.
Pero Casado firmó, como quería el gallego, un papel donde dejaba claro que no iba a presentarse contra él en el congreso de los días 1 y 2 de abril. Dejó también escrito que el presidente de la Xunta tendría su apoyo para sucederle en la 7º planta del edificio –en venta– del número 13 de la madrileña calle de Génova. Y este martes, en un breve discurso para lo que es habitual en él, Casado ha reiterado que apuesta por él. Tras decir que se sentía “orgulloso” de la labor de los gobiernos que se habían logrado o conservado bajo su presidencia, apuntó: “Muy en especial la de Alberto Núñez Feijóo que siempre me ha brindado su lealtad y amistad, las mismas que él recibirá de mí para lo que decida hacer en un futuro”.
Feijóo ha sido el elegido por los barones autonómicos para sustituir a Casado e intentar pacificar una organización noqueada, rota por donde menos se podía prever: los herederos del PP de Aznar en el Madrid de Aguirre. Que la amistad de Casado y Ayuso haya terminado en una guerra nuclear en el corazón del partido se ve con pánico en el exterior del metaverso madrileño. “Hay que reiniciar el partido”, decía el flamante presidente del Comité Organizador del Congreso, Esteban González Pons, en una rueda de prensa por la tarde. Será la dirección que salga del cónclave la que deberá decidir si expedienta y expulsa a alguien, o no.
“Es difícil hacerlo peor de como lo hemos hecho hasta ahora”, aseguraba a las puertas del Eurostars Madrid Tower, que ocupa parte de una de las enormes torres que reciben a los visitantes que entran a la capital del país desde el norte, uno de los dirigentes que ha sufrido en primera persona los embates del duelo Casado-Ayuso. “No hemos sabido arreglarlo dentro”, se lamentaba un destacado dirigente andaluz ya a la salida de la reunión.
Porque el PP quiere pasar página de un capítulo que ha provocado la mayor crisis de su historia. Pero Ayuso y los suyos no parecen estar dispuestos. El sentir del partido lo representó el discurso de Casado. Pero la presidenta de la Comunidad de Madrid tomó la palabra para decir que eso no basta y exigir así la “expulsión” de los que cuestionaron el contrato que su Gobierno adjudicó a un amigo de su pueblo y por el que su hermano ha cobrado una comisión, que la misma Ayuso ha reconocido desde el primer momento.
Ayuso tomaba la palabra y rompía con las pretensiones del PP de pasar página cuanto antes con un duro discurso contra la dirección saliente. “No creo en las heridas cerradas en falso”, aseguraba señalando a la hasta ahora cúpula del PP formada por Casado y el ya exsecretario general del partido, Teodoro García Egea, ausente durante la Junta. “Lo que pido es que todo el que haya formado parte de esta campaña sea puesto de inmediato en la calle”, insistía. Y por si había quedado alguna duda, la presidenta regional reiteraba estas palabras ante la prensa a la salida del hotel donde se han reunido más de 400 dirigentes del PP: “Todos los que se han dedicado a crear dudas sobre mí tienen que estar apartados del partido”, defendía sin querer dar nombres propios, pero dejando claro que no va a dar el asunto ni mucho menos por cerrado. Un recado que también le deja a la nueva dirección que sea elegida en abril.
No hubo nombres pero fue Casado quien la llamó a filas para pedirle explicaciones por el contrato millonario en el que está involucrado su hermano hace cinco meses y el que habló de “tráfico de influencias” en una entrevista en la Cadena Cope. “¿Cuántas Rita Barberá va a dejar este partido en la cuneta?”, llegó a decir Ayuso a puerta cerrada con los dirigentes populares comparándose con la alcaldesa de Valencia fallecida, cuyo final se achacó a un abandono del partido por sus numerosos casos de corrupción, algunos de los cuales aún están en los tribunales.
Pero la intervención de Ayuso no quedaba ahí y también le ponía deberes a Feijóo, incluso antes de que este haya decidido anunciar su paso al frente, un anuncio que se producirá previsiblemente este miércoles. La presidenta madrileña pedía que tras la Congreso nacional extraordinario se dé “la batalla cultural” y se declaraba contraria a llegar a pactos con el Gobierno. “Cada vez que nos hemos mimetizado con la izquierda hemos perdido toda la credibilidad. No conozco una negociación con ella donde hayamos ganado nada”, lanzaba a modo de recado a la nueva dirección que salga elegida a principios de abril.
Casado respondió a Ayuso cuando esta abandonaba el atril desde el que asestó el último golpe a su examigo. “Isa, ya te dije en esa reunión en la que estuvimos dos horas y media que yo no he hecho eso que tú has dicho”, le espetó, según adelantó El Periódico y confirmó elDiario.es. Y añadió: “A mí esto me ha llevado por delante”.
Con todo, Pablo Casado hizo lo que se esperaba de él. Apoyar a su sucesor. Cerrar filas con su partido. Defender su gestión. Y señalar solo de soslayo lo que él considera una injusticia. “Creo que siempre hay que anteponer la opción difícil a la cómoda y nuestros principios no sirven de nada si no nos atenemos a ellos en los momentos más complejos”, dijo.
El rodillo orgánico del PP no descansa y por la tarde el congreso extraordinario ya estaba en marcha. En un mes habrá nuevo presidente, nuevo secretario general y nueva dirección. Si no hay rival, a mediados de marzo ya se puede incluso dar por ganador del proceso sumarísimo a Feijóo. Este martes, uno de los dirigentes más cercanos a García Egea rebajaba las opciones de una candidatura de peso que pueda competir con el gallego, pese a que el ex secretario general dijo que había una probabilidad de “7,5 sobre 10” de que sí ocurriera.
En la Junta Directiva Nacional tomaron la palabra, además de Ayuso, los presidentes del PP de Extremadura y Castilla-La Mancha, José Antonio Monago y Paco Núñez, el exportavoz en el Senado Ignacio Cosidó, el consejero de Ayuso Carlos Izquierdo, quien hizo una defensa de su jefa de filas, y Cayetana Álvarez de Toledo, quien reclamó que el congreso extraordinario aborde una ponencia ideológica.
Pero González Pons descartó esta opción ante los periodistas. “Los plazos no permiten redactar una ponencia, debatirla, enmendarla y aprobarla con todas las garantías. Tendrá que ser en otro congreso posterior donde se abordará una ponencia política y quizá una ponencia de estatutos”, dijo el presidente de la organización del congreso.
No parece probable que Feijóo convoque un congreso ordinario nada más celebrar este de abril, pero sí es plausible que se ponga en marcha una convención nacional que permita dibujar el rumbo ideológico del PP postCasado. Lo que no está tan claro es que Feijóo y otros barones, como Juan Manuel Moreno o Alfonso Fernández Mañueco, tengan la misma visión que Ayuso o Álvarez de Toledo.