Pablo Casado ha tenido una actividad incesante desde que fue elegido presidente del Partido Popular en julio de 2018. Sus frecuentes viajes y constantes apariciones públicas han tenido un objetivo: ganarse el apoyo de los votantes del PP, el primer requisito de un líder que acaba de ganar unas primarias en las que lógicamente el voto se ha repartido entre varios aspirantes.
Las encuestas indican que Casado ha recorrido la mitad del camino en el mejor de los casos. Uno de cada dos votantes del partido no se muestra nada entusiasmado con el político nacido en Palencia hace 38 años. Los datos de las encuestas del CIS indican que sus números son claramente peores que los de Mariano Rajoy hace un año.
Casado no deja pasar una oportunidad para reclamar al presidente del Gobierno que convoque elecciones ahora mismo. Da la impresión de que a él también le vendría mejor esperar más tiempo para fortalecer su posición.
Los cambios metodológicos impuestos por el presidente del CIS, José Félix Tezanos, miembro de la Ejecutiva del PSOE hasta la formación del Gobierno, han mermado la credibilidad del organismo en relación a la intención de voto asignada a cada partido. Sin embargo, la encuesta cuenta con otros muchos datos relevantes en los que la mano de Tezanos tiene menos influencia.
En esta época de fraccionamiento del panorama político y de desconfianza hacia los políticos, no es raro que los líderes nacionales se lleven suspensos en cada sondeo. Pero al menos cuentan con que sus votantes mantengan la fe en ellos. Decepcionarlos personalmente es el paso previo a perder su voto.
La nota media de Casado entre todos los votantes es de 2,9 (inferior a la de Pedro Sánchez o Albert Rivera). Los votantes del PP le dan un mucho mejor 5,8, una cifra similar a la que tienen Sánchez y Rivera entre sus respectivos votantes. Pero en otra pregunta habitual en todas las encuestas del CIS es donde se aprecia la posición vulnerable de Casado.
Casado, muy lejos de Rajoy
A la pregunta del CIS sobre el nivel de confianza en Pablo Casado, el 48,8% de los que se identifican como votantes del PP declaran que tienen poca o ninguna en su líder. Es un dato claramente inferior al que ese sondeo adjudicaba a Rajoy en enero de 2018, cinco meses antes de que una moción de censura le expulsara de Moncloa. En ese momento, el 32,9% de los votantes conservadores tenían poca o ninguna confianza en el entonces presidente del Gobierno, una diferencia de 16 puntos con respecto a Casado.
Los que tenían mucha o bastante confianza en Rajoy entre los votantes del PP eran el 66,6%. En el caso de Casado, son el 45,6%. Aquí la distancia es de veinte puntos.
Por una escasa diferencia, son más los votantes del PP que no se fían de Casado que los que tienen una buena opinión de él.
Las circunstancias políticas que afronta cada uno de ellos son distintas. Rajoy había perdido tres millones de votos en las elecciones de 2015 –recuperó 700.000 seis meses después– y sólo había sido reelegido gracias a la decisión de la gestora del PSOE de abstenerse en su investidura.
Rajoy podía mantener la confianza de un alto número de votantes del partido, pero su imagen entre los medios de comunicación más cercanos al PP no era muy positiva por el desgaste de gobernar durante la recesión económica. Se decía que su tiempo había pasado y se especulaba con que había llegado el momento de que preparara su relevo. Él no pensaba lo mismo hasta que la moción de censura acabó con su sueño.
Sin embargo, esos mismos medios destacaron, cuando Casado venció en las primarias, que el nuevo presidente estaba en condiciones de proceder a un rearme ideológico, abandonar el pragmatismo y mostrar una actitud más agresiva en relación a la crisis de Catalunya. El marianismo se había acabado. Soraya Sáenz de Santamaría y sus partidarios se preparaban para abandonar la política. En otras palabras, Casado daría a los votantes del PP lo que estaban esperando.
Los datos de la encuesta del CIS revelan que muchos de esos votantes no están nada convencidos y que no terminan de ver a Casado como el líder indiscutible que necesitan.
Casado no es el único líder con problemas en unos tiempos en que los electorados contemplan a los políticos con mucho escepticismo. Un 41,4% de los votantes del PSOE tiene poca o ninguna confianza en Pedro Sánchez. Aun así, ese dato es ocho puntos peor en el caso de Casado.
El atractivo de Casado entre los votantes de Ciudadanos es entre escaso y nulo. Un 83% de ellos tiene poca o ninguna confianza en el líder del PP. Por ahí pocos votos va a rascar, lo que no es una sorpresa, ya que parece más interesado en que no se vayan hacia la extrema derecha de Vox que en buscarlos en el centro.
Otra pregunta del CIS deja a Casado en una posición mucho menos airosa que la de sus rivales más directos. Se pregunta al encuestado quién preferiría que fuese ahora el presidente del Gobierno. Se supone que los votantes del PP deberían apostar por Casado, pero sólo lo hacen el 47,9%, una vez más uno de cada dos. Un significativo 22,6% preferiría a Albert Rivera.
Al menos, Sánchez y Rivera pueden presumir de que suscitan más confianza entre sus seguidores. Un 70,1% de los votantes del PSOE prefiere a Sánchez de presidente, y a Rivera lo quiere en ese puesto un 66,2% de los votantes de Ciudadanos. Pablo Iglesias es el que está en peor situación de los cuatro grandes líderes nacionales: sólo el 39,3% de sus votantes lo prefiere de presidente.
Es posible que a Casado le falte tiempo para hacerse con el control de la nave cuando ni siquiera ha pasado un año en el puesto. En ese periodo de tiempo, ya ha tomado una decisión estratégica al calor del resultado de las elecciones de Andalucía: aceptar como imprescindible el pacto con Vox. De ese acuerdo con la extrema derecha dependerá de que pueda afrontar una clara pérdida de votos que varias encuestas pronostican en varias citas de las elecciones locales y autonómicas.
Mientras tanto, Casado hará lo que ha hecho hasta ahora. Moverse a gran velocidad. Tiene previsto realizar 50 actos por toda España hasta la Semana Santa. 50 actos en 75 días. La mitad del electorado del PP está esperando a tener noticias suyas que le lleven a aumentar el interés por su líder.