La propuesta de coalición que la portavoz parlamentaria de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha hecho al Partido Popular en Catalunya surge de la necesidad de detener la fuga de votos que lleva padeciendo Ciudadanos desde el verano de 2019. La aspirante a coger el testigo de Albert Rivera también ha planteado la alianza en Euskadi y Galicia, pero en esos territorios Ciudadanos es irrelevante. Es en Catalunya, donde el partido nació y desde donde dio el salto a toda España, el territorio en el que sufre una mayor sangría de apoyos.
En las elecciones generales del pasado mes de noviembre, Ciudadanos perdió 47 escaños y alrededor de dos millones y medio de votos en todo el territorio nacional. Ahora, ante la convocatoria de elecciones anticipadas en Catalunya, la líder en funciones del partido maniobra para que no se repita otra caída de la misma naturaleza que ponga en riesgo la supervivencia de la formación.
Y es que, según el promedio de sondeos, Ciudadanos podría perder en Catalunya más de la mitad de los votos que obtuvo en 2017—que le sirvieron para ganar las elecciones y liderar la oposición en el Parlament—, y colocarse como la cuarta fuerza del hemiciclo con el 10,2% de los votos.
Las últimas encuestas dibujan un escenario donde ERC, JxCat y PSC parten como favoritos para ganar las elecciones en Catalunya con una ventaja superior a ocho puntos sobre el resto de los partidos, dejando a Ciudadanos y PP con pocas opciones de competir a título individual.
El Partido Popular se ha estabilizado en torno al 6,5% del voto tras una ligera recuperación en los últimos meses. Ciudadanos, en cambio, ha sufrido una caída de más de 15 puntos porcentuales según las encuestas, quedándose por debajo del 10% en Lleida y Girona, unos datos que le alejan de ser competitivo en las provincias menos representadas, por lo que una alianza electoral podría ser beneficiosa para asegurar escaños en estas circunscripciones.
Es cierto que en política dos más dos nunca suman cuatro, basta con echar la mirada atrás y analizar la alianza electoral de Podemos e Izquierda Unida en 2016. De todos modos, es interesante realizar un estudio retrospectivo para analizar qué ocurriría si Ciudadanos y PP hubiesen concurrido juntos a las urnas en las cuatro últimas convocatorias (suponiendo que no hubiese pérdidas) y, también, en las elecciones que se celebrarán, previsiblemente, este mismo año.
Esta coalición electoral les permitiría colocarse entre el 15 y el 17% de los votos, por lo que, automáticamente, entrarían en el grupo de los favoritos para ganar las próximas elecciones. Los votantes tienden a coordinarse en torno al voto útil —en este caso, del bloque constitucionalista, como ellos mismos se llaman—, por lo que podría servirles como empujón inicial para revertir las tendencias que los sondeos les otorga actualmente.
Cabe decir que el promedio de sondeos y el cálculo de escaños no pretende ser una estimación, sino una aproximación para tratar de analizar el impacto que pueda tener una coalición de estas características.
Tal y como se puede apreciar en la tabla, la coalición mejoraría en 2 escaños los resultados de 2010 y 2015 y mantendría los mismos resultados en 2012 y 2017.
Actualmente, la suma entre Ciudadanos y PP mejoraría discretamente (un escaño) los resultados de ambas formaciones compitiendo por separado, aunque dejarían en el tintero casi la mitad de los diputados obtenidos en las elecciones de 2017 (40 frente a 23).
Si no fuera poco, la aparición de Vox como tercera fuerza política en la escala nacional añade incertidumbre a la estrategia trazada por Inés Arrimadas, ya que se desconoce con qué fuerza podrían entrar en el Parlament y, sobre todo, cómo podrían afectar a la hipotética coalición.
En esta línea, una encuesta de GESOP para El Periódico indica que un 14% de los votantes de Ciudadanos en 2017 podrían votar ahora por Vox. Otra encuesta, la de NC Report publicada por La Razón, publicada esta misma semana, apunta en la misma dirección. Indica que Ciudadanos podría tener serios problemas para retener a sus votantes de 2017. Según esta encuesta, el 21,4% de ellos podrían irse al PP, el 17,7% a Vox y un 11,3% al PSC.
A cambio, Ciudadanos tan sólo recibiría un 4,8% de votantes populares y un 1,6% de votantes socialistas.
Además, Ciudadanos es el partido con menos fidelidad de voto (35,4%) seguido por el Partido Popular (62,4%), que tiene casi el doble de fieles. El resto de las formaciones políticas tienen unas tasas de fidelidad de entre el 70 y el 90%.
Por tanto, la unión de Ciudadanos y PP serviría para ofrecer al electorado un bloque amplio de la derecha en Catalunya, tratar de parar los flujos de votantes entre ambos partidos y poder competir con el grupo de los favoritos de tú a tú.
Sin embargo, dicha coalición podría sufrir pérdidas por el flanco central hacia partidos más moderados como el PSC, pero también por el flanco de la derecha, con la aparición de Vox en el tablero político catalán.
Estas transferencias, unido al humilde crecimiento, pero sostenido en el tiempo que está viviendo el Partido Popular en los últimos meses, pueden ser un factor determinante para declinar coaligarse con Ciudadanos.