La opa hostil del PP contra Ciudadanos, iniciada inesperadamente con el fichaje de la exportavoz del partido, Lorena Roldán, para concurrir en las listas de las elecciones catalanas tras ser desplazada por Carlos Carrizosa de la candidatura a la Generalitat, se ha extendido ahora también al ámbito municipal. En Villaviciosa de Odón el partido que a nivel estatal preside Pablo Casado, arrebataba la semana pasada a sus socios de Gobierno en la Comunidad de Madrid una de las alcaldías más importante de las nueve que lograron en la región. La moción de censura contra el hasta ahora regidor, José Luis Pérez Viu, prosperó gracias a los votos de PP y Vox, y daba el bastón de mando al popular Raúl Martín Galán. Este nuevo golpe ha sido encajado mal en las filas del partido de Inés Arrimadas, donde están comprobando que los conservadores se han lanzado ya a por ellos sin tapujos.
Poco después de consumarse la moción, los dirigentes de Ciudadanos lamentaban ese nuevo “asalto”, esta vez a una alcaldía, en contra del discurso nacional que hasta hace poco ha mantenido Pablo Casado. El coordinador regional del partido, César Zafra, advertía al PP de que esa nueva “deslealtad” podría tener “consecuencias”. Pero el malestar entre ambos partidos se remonta a meses atrás.
Pérez Viu había sido investido regidor en esta localidad madrileña de 27.000 habitantes con el apoyo del PSOE, una agrupación vecinal, Más Madrid y el propio Vox tras un extraño acuerdo por el cual Ciudadanos, que en las últimas elecciones locales fue allí la tercera fuerza política, con solo tres ediles, logró formar gobierno, desbancando al PP. Su candidatura suscitó controversia desde el principio, no solo en el PP –que ganó los comicios con siete concejales– sino también dentro del partido de Arrimadas, en donde hubo quien le repudió como candidato al no tener ninguna vinculación con este municipio y considerar que su único mérito era ser un hombre de confianza de Zafra. Ahora su caída tampoco ha extrañado a los que avisaron de que Pérez Viu no era una buena opción.
Pese a todo, desde Ciudadanos lamentaban “la forma en la que PP y Vox están utilizando Villaviciosa de Odón como parte de su estrategia política nacional, sumiendo al municipio en una profunda crisis institucional por conquistar un sillón”, olvidando también las malas relaciones que estos dos partidos mantienen desde la moción de censura de Vox en el Congreso en la que Casado lanzó un durísimo discurso contra Santiago Abascal, que dio por rota su buena relación personal con el líder del PP.
Con esta nueva maniobra del PP a nivel municipal todo apunta a que la guerra con Ciudadanos, iniciada en Catalunya, no ha hecho más que empezar. Los rumores de más fugas hacia las filas conservadoras se extienden tanto en Madrid, con nombres de destacadas dirigentes que esperan el momento oportuno para saltar de barco; como en Andalucía, donde el líder regional y vicepresidente de la Junta, Juan Marín, no ha descartado la posibilidad de concurrir en los próximos comicios con el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla; y en Castilla y León, en donde el también vicepresidente del Gobierno, Franciso Igea, ha tenido un buen agarrón con Arrimadas por dejar abierta la puerta a terminar recalando en el PP.
Sin embargo, en los últimos meses, todos los dirigentes del PP consultados por este diario han querido restar relevancia a los rumores, extendidos por los propios populares, que especulan acerca de esa posibilidad de que destacados líderes de Ciudadanos puedan pasarse a sus filas ante el hundimiento que les auguran las encuestas y el giro al centro que quiso emprender Inés Arrimadas tras la dimisión de Albert Rivera, hace ahora algo más de un año. Consultadas al respecto, fuentes del equipo de Casado sostienen que, lejos de querer lanzar una opa hostil al partido con el que gobiernan en coalición en las tres comunidades citadas y en algunos ayuntamientos, el principal objetivo de Génova 13 a corto plazo es pescar votos en el caladero de la formación de Arrimadas en las inminentes elecciones catalanas.
Desde la dirección del PP consideran que en el caso de producirse más deserciones de Ciudadanos hacia sus filas, como la protagonizada por Lorena Roldán, estas deberían materializarse después de esos comicios autonómicos ya que Casado no quiere abrir ahora más hostilidades con su principal socio de Gobierno. Especialmente en la Comunidad de Madrid, en donde el partido de Arrimadas podría tener en sus manos la opción de desbancar a Isabel Díaz Ayuso del poder en el caso de que se mostrara dispuesto a apoyar una moción de censura impulsada por la izquierda, algo que ya no se descarta por parte de los populares. No obstante, antes de que eso ocurriera la presidenta regional se apresuraría a convocar nuevas elecciones regionales para intentar zafarse de Ciudadanos.
Una moción que deja al descubierto la fragilidad de otros pactos municipales
Pero si algo ha dejado al descubierto la moción de censura en Villaviciosa de Odón es la fragilidad de muchos de los pactos que cerró Ciudadanos después de las municipales de mayo de 2019, cuando el partido aún estaba presidido por Albert Rivera. En esos comicios locales la formación que ahora preside Arrimadas logró cerca de dos millones de votos, un 8,25% del total, lo que se tradujo en 2.788 concejales en toda España. Su mayor éxito fue cerrar una coalición de gobierno con el PP en el Ayuntamiento de Madrid, que de momento parece sólido. Pero en algunas de las pocas alcaldía importantes que consiguieron, esos acuerdos con otros partidos –entre ellos el propio PP– pueden sufrir en cualquier momento un vuelco.
Granada es uno de esos ejemplos. Allí, el exdiputado Luis Salvador –antes en el PSOE– se convirtió en alcalde gracias a los votos a favor de su partido, PP y Vox, a pesar de contar únicamente con cuatro concejales de los veintisiete elegibles. En Albacete, el edil electo, Vicente Casañ, se turnará en la alcaldía con Emilio Sáenz, del PSOE. Otra de las capitales de provincia donde gobierna Ciudadanos es Palencia, donde Mario Simón consiguió el bastón de mando al sumar a sus tres concejales los 9 del PP y uno de Vox, lo que le dio mayoría absoluta. A cambio, Ciudadanos facilitó que el PP mantuviera la Junta de Castilla y León entrando en el Gobierno regional. Ciudadanos gobierna además en la Ciudad Autónoma de Melilla tras lograr un acuerdo in extremis con Coalición por Melilla y el PSOE para que Eduardo de Castro, el único diputado que lograron sacar, desplazara del doble cargo de alcalde-presidente al popular Juan José Imbroda. En Burgos y Huesca tuvieron el gobierno municipal en la punta de los dedos pero al final el partido de Abascal no quiso apoyarlos.
En Madrid, además de integrarse en cerca de una veintena de gobiernos municipales, Ciudadanos logró nueve alcaldías: Valdemoro, Villaviciosa de Odón –que ahora han perdido–, Paracuellos del Jarama, Torrejón de la Calzada, El Molar, Villarejo de Salvanés, Robledo de Chavela, Santa María de la Alameda y La Acebeda. Y en Alcobendas cerraron un pacto con el PSOE para que Rafael Sánchez Acera se alternase la alcaldía a mitad de la legislatura con su candidato, Miguel Ángel Arranz, desalojando del poder al PP.
A pesar de ese relativo éxito municipal, en este año y medio el partido de Arrimadas ha sufrido varias fugas de concejales en algunos ayuntamientos, propiciando con ello que prosperaran mociones de censura. Por este motivo, el pasado mes de julio Ciudadanos logró que los principales partidos políticos reactivaran el Pacto Antitransfuguismo, tras sufrir bajas en los ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y Málaga, después de que dos concejales que lograron sus actas bajo las siglas del partido, decidieran dejar su militancia y pasarse al grupo de 'no adscritos', lo que desembocó en un cambio en el equilibrio de fuerzas de ambos consistorios. La dirección del partido reclamó sin éxito a los dos ediles que cumplieran con la Carta Ética y Financiera que firman todos los cargos públicos al inicio de su mandato, en la que se comprometen a devolver sus actas “si causan baja en el partido por cualquier motivo”.
PP, Ciudadanos y Vox: cada uno va por libre
Lo cierto es que en estos últimos meses marcados por la pandemia, y por el intento de PP, Vox y Ciudadanos de obtener rédito político del desgaste del Gobierno de Pedro Sánchez, la pretendida unidad de acción de las tres derechas que buscó Casado desde su triunfo en las primarias de 2018 ha acabado por romperse del todo en el ámbito estatal y político, aunque mantienen sus acuerdos institucionales. También en la mayoría de los ayuntamientos en los que los tres cerraron pactos. A día de hoy, estos acuerdos son lo único que queda de la foto de Colón de febrero de 2019 en la que, por primera vez, se pudo ver juntos a Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, y del proyecto de España Suma –la unión de PP y Ciudadanos– que la dirección del PP quiso conformar sin éxito para las generales del 10N. Solo fue posible en Navarra y posteriormente en el País Vasco y el resultado en esta comunidad no gustó nada en Génova al constatar que tanto Ciudadanos como Vox lograron entrar en el Parlamento regional a su costa.
En Génova se encendieron las alarmas. El pacto tácito de no agresión que Casado mantenía con Abascal finiquitó cuando el líder de Vox presentó en el Congreso una moción de censura contra Pedro Sánchez. El propio líder de los populares verbalizó en aquel debate, desde el atril del Congreso, esa ruptura con un durísimo discurso contra el líder de Vox, que no logró sumar a su iniciativa ni un solo voto más que los de sus propios diputados.
La dirección popular ya ha asumido que ha vuelto a la casilla de salida del Congreso Nacional del partido de 2018 que encumbró a Casado, al menos hasta después de las catalanas. Según defienden los populares, la única manera de poder recuperar los votos fugados a Vox y Ciudadanos no es tratando de buscar con ellos alianzas electorales sino plantándoles cara y luchando contra sus dos socios autonómicos a través de la dialéctica política y también en las urnas.
De esta forma, el líder del PP está decidido a consolidarse como único líder de la oposición a nivel nacional y ahora trata de encabezar el “bloque constitucional” en Catalunya, desplazando a Ciudadanos -que actualmente es la primera fuerza de la comunidad autónoma– y logrando superar “con creces” a Vox, un escenario poco factible a tenor de algunas encuestas. Ese deseo del PP ha generado en los de Arrimadas una gran desconfianza. Porque aunque en Génova lo nieguen, saben que la operación que viene hace tiempo fraguando Casado para fagocitarles ya está en marcha.