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CRÓNICA

El PP es incapaz de renunciar a la carta de Txapote

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Nunca antes un error en política ha dado lugar a tanto juego, en especial si hay serias dudas sobre si se trató realmente de un error. El PP votó a favor en el Congreso de la aplicación de una directiva europea a la que se le añadió el derecho de los presos a que se sume el periodo de tiempo que hubieran pasado en una prisión de un país de la UE por ese mismo delito. Cuando el texto llegó al Senado, ni siquiera presentó enmiendas.

Al salir a la luz la presunta negligencia, el partido se negó a castigar a los culpables y optó por sostener que la culpa era del Gobierno. En el Senado continuó el lunes el festival de las difamaciones, esta vez con el etarra al que el PP concedió el estatus de celebridad con el eslogan “que te vote Txapote”.

A estas alturas, no se puede alegar sorpresa si un grupo parlamentario recurre a mentiras en la defensa de su posición. Es la forma de hacer política que se ha extendido en el Parlamento. En su intervención, la senadora María del Mar Blanco mencionó a Txapote: “Un nombre que al mencionarlo me repugna hasta lo más profundo de mis entrañas”. María Caballero, de UPN, no tuvo suficiente con mentir una vez, sino que lo hizo dos veces, al decir que el preso etarra “saldrá a la calle” de forma anticipada gracias a esta reforma legal.

Este diario informó el pasado miércoles, el día en que el PP convirtió el pleno en una sesión monográfica sobre ETA, que el cambio no afectaba a Francisco Javier García Gaztelu, condenado como autor de varios asesinatos, incluido el de Miguel Ángel Blanco. La Audiencia Nacional le acumuló en 2014 la pena cumplida en Francia, seis años y ocho meses, al total máximo que debía pasar en prisión, que en su caso eran 30 años. Dos días después, el ABC dio la misma noticia. Txapote no saldrá de la cárcel hasta 2031, no en 2025, como dijeron inicialmente algunos medios.

Ocurrió bajo el Gobierno de Rajoy. María del Mar Blanco no alzó su voz ni contra el Gobierno de su partido ni contra la Audiencia Nacional. Es ahora cuando se muestra indignada y habla de “traición” a las víctimas del terrorismo. El lunes se refirió a “la diferencia entre lo nauseabundo y lo correcto”, una distinción que no hizo hace diez años porque habría perjudicado a su partido o porque no se enteró de nada.

Igotz López Torre, senador del PNV, dijo en el pleno que no se reducen penas a presos con esta reforma, un argumento recurrente del PP, sino que se computan las penas en otros países siempre que sean por el mismo delito. Sobre la hipótesis del error en el PP, se mostró escéptico, porque “no era complicado leer la disposición adicional” que fue eliminada con la reforma. También citó unas palabras del diputado de su partido Mikel Legarda en la tramitación parlamentaria en septiembre del año pasado en el Congreso.

Legarda había dejado entonces las cosas claras. No había ambigüedad posible. El objetivo era perseguir que las resoluciones judiciales en un procedimiento penal en un país miembro de la UE fueran ejecutables en cualquier otro país en todos sus puntos “en la misma medida y efecto” que si se hubieran dictado en el país propio.

Legarda insistió después: “Un espacio europeo de justicia que por ello exige considerar como propias las condenas penales de otros estados miembros. No sólo para los efectos perjudiciales como el agravante de la reincidencia, sino también para los favorables al reo en su caso. Es lo que se viene a llamar, que ustedes conocen, el principio de equivalencia”.

Para encubrir el error o la rectificación, asustado por las repercusiones políticas de la medida, el PP ha terminado creyendo que no sabe nada del asunto.

La votación del Senado del lunes era puramente simbólica. No se habían votado enmiendas al texto. Los senadores del PP habían recibido el mensaje de sus compañeros del Congreso de que no era necesario cambiar nada. Por tanto, era el mismo texto que el aprobado por el Congreso y la reforma saldría adelante con independencia del resultado de la votación en la Cámara Alta.

Esto es lo que el PP había dado por hecho la semana pasada. Aplazó una semana la votación en el Senado sólo con la intención de seguir presionando al PSOE con la intención de que retirara el proyecto.

Aún hubo tiempo para saltarse el reglamento del Senado. De forma sorprendente, su presidente, Pedro Rollán, dijo que “ha de entenderse que el Pleno del Senado ha vetado el texto” al votar en contra por 148 votos a 111, con lo que tendría que volver al Congreso para su aprobación definitiva. Rollán recurrió a un informe de la secretaria general del Senado, una letrada de las Cortes nombrada para el puesto por el presidente de la Cámara.

Ahora está por ver qué hará el Congreso, si aceptará el veto y procederá a una nueva votación o si dará la reforma por aprobada para su publicación en el BOE, lo que probablemente ocasionará un recurso del PP ante el Tribunal Constitucional.

Si has entronizado a Txapote como referente de la política española y has mentido sobre los beneficios que le suponen esta reforma, pasar por encima del reglamento del Senado creando un nuevo precedente debe de parecerte una minucia.