No faltó nadie. Nadie, salvo quien ya se sabía seguro que iba a faltar. Todo el PP de Madrid se apiñó este miércoles en el Auditorio del Museo Reina Sofía para la tercera jornada de la convención nacional del partido, que debe relanzar el proyecto de Pablo Casado ante el ciclo electoral que se vislumbra en el horizonte. Estuvo incluso Esperanza Aguirre, sentada a su derecha y dispuesta a decir a quien quisiera oírle que su misión era ayudar a que su jefe de filas llegue a la Moncloa. Aguirre protagonizó hace apenas un par de semanas la parte más ruidosa de la bronca entre Casado y la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por el control del partido en la región, al situarse del lado de esta en su intento de marcar los tiempos a la dirección estatal. Un primer asalto que ganó Génova y, de paso, el alcalde y portavoz nacional, José Luis Martínez Almeida, quien se llevó la gran ovación de la mañana por un discurso digno de un opositor: de memoria, veloz y sin sorpresas.
La convención itinerante del PP llega así a la mitad de su camino y Casado ha superado el puerto más complicado. El jueves toca Sevilla, donde estará acompañado del expresidente José María Aznar. El viernes, Murcia. Y el fin de semana, cierre por todo lo alto en Valencia, con plaza de toros incluida. Este miércoles, el invitado estrella fue el expresidente de Francia Nicolas Sarkozy, a quien Casado puso como “ejemplo a seguir”. Una muy extraña elección por parte del líder PP ya que sobre él pesa una condena a tres años de cárcel por corrupción a la que este mismo jueves ha sumado otra condena por un caso de financiación ilegal. En una parada anterior, la del lunes en Santiago, fue el mismísimo Mariano Rajoy el que recordó a su sucesor que los partidos populistas brotan “por la corrupción y las crisis económicas”.
La convención de Casado, aunque ideada en un principio para “abrir” el partido hacia la izquierda y la derecha, siquiera como reclamo electoral, perdió esta intención antes de su inicio, ante la falta de figuras relevantes de la socialdemocracia o del actual ecosistema liberal europeo. Tampoco los contenidos políticos y sociales están siendo especialmente novedosos. No parece que el PP vaya a incorporar ideas hasta ahora inéditas pese a la semana de horas y horas de charlas, simposios y conferencias.
Para lo que sí está sirviendo es para que dejar claro que el partido está con su presidente y que la jugada de Ayuso de intentar situarse a su mismo nivel, y de escorarlo ideológicamente hacia la derecha, no ha debido de sentar especialmente bien de puertas adentro. Ayuso, que jugó la carta del plantón a Casado por una gira por Estados Unidos que está pasando sin pena ni gloria, tuvo finalmente que acortar el viaje, perderse el fin de fiesta que tenía preparado en Hollywood de la mano de Alejandro Sanz, y resignarse a llegar el sábado a Valencia para una mesa redonda con otros presidentes autonómicos del PP. Sus pares, dentro del partido.
Ayuso no estuvo este miércoles en Madrid y, como apuntó la semana pasada un miembro de la dirección, no sin guasa, su sitio lo ocupó “alguien equivalente”. De hecho, no lo ocupó nadie en concreto. Primero fue Almeida quien abrió la jornada con un largo y plano discurso digno del mejor aspirante a abogado del Estado. A su lado en el escenario, el expresidente de Portugal, José Manuel Durao Barroso, quien aconsejó a Casado que el PP se haga “fuerte” en el centro para, desde allí, abrirse a derecha e izquierda y conquistar el poder. Una idea tan novedosa como que fue Aznar quien la puso en marcha por primera vez desde 1989 hasta su mayoría absoluta del año 2000.
Almeida se llevó una ovación quizá excesiva, no tanto por él como porque a ningún otro dirigente se le habían regalado así los oídos en los días previos. El alcalde y portavoz nacional del partido salió al paso de Ayuso cuando esta intentó independizarse del calendario de congresos regionales aprobado por el principal órgano del PP, la Junta Directiva Nacional. Almeida dejó caer que podría presentarse a las primarias, el número dos de Casado, Teodoro García Egea, respondió a la exlideresa que “lo que destrozó al PP de Madrid fue la corrupción”, todos en el partido recordaron las consecuencias de la bronca que protagonizaron hace más de 15 años Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón (quien tampoco apareció por el Auditorio Reina Sofía, fiel a su silencio casi total desde que abandonó la política) y se cerró la guerra. Por lo visto este miércoles a Aguirre o no le importó verse metida en la guerra interna o guarda su respuesta para más adelante.
Quién no dejó pasar la oportunidad fue Casado. Sin mencionar a Ayuso (como durante toda la convención se habla del peligro de “dogmatismos” o “sectarismos” sin mencionar a Vox), el presidente del PP pasó lista de los asistentes durante su cara a cara con Sarkozy. “Estamos en Madrid, la capital de España, la capital de Iberoamérica y una de las grandes capitales europeas”, arrancó. “En Madrid el PP lleva mucho tiempo gobernando”, apuntó para dejar claro que nada nuevo comenzó en 2019 (ni en 2021). “Aquí hay un alcalde como José María Álvarez del Manzano [quien se hizo con el bastón de mando en 1991] y una presidenta como Esperanza Aguirre [2003]”, señaló Casado. “Aquí tenemos a todos los consejeros [de la Comunidad de Madrid]”, dijo, para añadir: “La presidenta no ha podido venir porque tenía un viaje en EE UU ya agendado desde hace un mes, pero te manda un saludo muy fuerte”. Una gira, la de Ayuso, en la que lo más noticiable ha sido sus críticas al papa Francisco por haber pedido perdón a México por la conquista española. Vox se ha sumado a las críticas de la dirigente madrileña al jefe de la Iglesia Católica. Tal y como informaba Público este miércoles, a la presidenta regional no le permitieron participar de forma telemática en el encuentro.
El líder del PP dejó para el final a Almeida: “Y aquí también están todos los concejales del Ayuntamiento de Madrid con su alcalde al frente”. Y otra ovación para él de todo el auditorio. Entre bambalinas, muy sonriente y ufano, uno de sus principales asesores en el Ayuntamiento, Ángel Carromero, ex ojito derecho de Aguirre y a quien todos señalan como uno de los objetivos de las duras declaraciones de la expresidenta en una entrevista en El Mundo, en la que llegó a hablar de “chiquilicuatres y niñatos” dentro de la sede del PP.
Tras su paso por Madrid, la convención afronta su recta final. Casado visita el jueves Sevilla, donde compartirá escenario con José María Aznar, quien también salió en un primer momento a defender las tentaciones estatales de Ayuso, para regresar luego a su papel de presidente de Faes sin hacer mucho ruido en la escapada. Y el viernes, a Cartagena.
Sobre la pugna que mantienen Ayuso y Casado, ni una palabra en la convención. Y eso que el choque entre el presidente nacional y la lideresa en Madrid ha dejado de ser un secreto a voces. En la reunión bilateral entre los presidentes autonómicos de Andalucía y Murcia, Juan Manuel Moreno y Fernando López Miras, el presidente andaluz reconoció ya abiertamente ante los medios de comunicación un “problema” con Ayuso que está en vías de “solución”. López Miras suscribió las palabras de su compañero en defensa del liderazgo “incuestionable” de Casado. Ninguno quiso valorar las declaraciones de la madrileña sobre el Papa.