6 de febrero de 2014. Un grupo de personas intenta llegar a nado desde Marruecos a Ceuta. Guardias civiles disparan balas de goma para intentar evitar que toquen tierra española. 14 migrantes mueren ahogados. Algunos cadáveres son recogidos en playas a este lado de la frontera. Entonces gobernaba Mariano Rajoy y su ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, fue el objetivo de la oposición por sus mentiras y ocultaciones. El PSOE pidió su comparecencia, aunque no su dimisión. Tampoco apoyó su reprobación en el Congreso. Pero sí utilizó la tragedia del Tarajal como munición política contra el PP y apuntó, por ejemplo, contra el director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa.
Ocho años después, los roles se han intercambiado. Al menos 24 personas murieron el pasado mes de junio durante un intento de salto en la valla que separa Marruecos y Melilla. Las dudas sobre dónde ocurrieron los hechos, en qué lado de la frontera, saltaron de inmediato. Al igual que en 2014 investigaciones periodísticas como la de elDiario.es desvelaron las falsedades del Gobierno, los medios, incluida la BBC, han sacado a la luz imágenes que ponen en duda la versión ofrecida por el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska y, por extensión, del presidente.
Pedro Sánchez dijo en junio que la crisis estaba “bien resuelta”. Una frase que se puede volver en su contra si se confirma que algunas de las muertes se produjeron en suelo español, según han atestiguado además algunos de los diputados que han visto las imágenes de lo ocurrido en Melilla.
Y el PP les estaba esperando para devolvérsela. Incluso con más virulencia. Desde el principio el partido, ya con Alberto Núñez Feijóo al frente, ha hecho un uso político de la tragedia de Melilla y la ha relacionado directamente, por ejemplo, con la crisis diplomática abierta con Marruecos y el cambio de posición de España sobre el Sáhara Occidental, el espionaje con Pegasus a miembros del Ejecutivo o los problemas de las relaciones diplomáticas y comerciales con Argelia.
El presidente del PP llegó a poner en duda que el Gobierno de coalición esté defendiendo la españolidad de Ceuta y Melilla y se fue a Europa a decir que entendía “la intranquilidad por la división interna y la debilidad externa de mi país”.
Pero el PP pasó durante meses de puntillas sobre la tragedia en sí. Hasta ahora. La publicación de unas imágenes por parte de la BBC ha provocado la ruptura de la unidad interna del Gobierno de coalición, con el PSOE intentando pasar página y Unidas Podemos reclamando una investigación profunda. También los socios parlamentarios han aumentado la presión sobre Marlaska.
Y ahí se ha sumado la derecha, que ha tenido en el ministro del Interior uno de sus principales enemigos desde el inicio de la legislatura. El PP ha reclamado cada día de la semana la dimisión del ministro del Interior, algo que nunca hizo el PSOE con Fernández Díaz a cuenta de las muertes en Ceuta. Lo han hecho la secretaria general, Cuca Gamarra; el 'número tres', Elías Bendodo; o la diputada Ana Vázquez, responsable de Interior de la ejecutiva de Feijóo.
Bendodo incluso llegó a deslizar que él mismo había visto las imágenes que demostrarían que hubo muertos en la zona española de la frontera y que estos fueron devueltos al otro lado de la valla. “Si se han trasladado cadáveres de España a Marruecos, como hemos podido comprobar en las imágenes y que el ministro ha dicho que no era así cuando lo hemos visto todos, el PP reclama a Sánchez el cese del ministro del Interior. Mejor hoy que mañana”, dijo el coordinador general.
Sánchez ha reafirmado su confianza en Marlaska. Y con él, todo el Gobierno. Así que el PP ha elevado el tiro y ha planteado que si el ministro no dimite, y el presidente no le destituye, la responsabilidad escala hasta el inquilino del Palacio de la Moncloa. Un salto que el PSOE tampoco dio hace ocho años.
La crisis cruzó el miércoles el Atlántico. Feijóo continúa con su gira por Latinoamérica y, en declaraciones a los medios de comunicación en la Universidad del Desarrollo de Santiago de Chile, el líder del PP aseguró: “Las imágenes y los vídeos que hemos visionado no concuerdan con los hechos relatados por el ministro. O las imágenes están manipuladas o el ministro ha manipulado la realidad, y que un ministro del Interior manipule hechos donde ha habido personas que han perdido la vida, han sido maltratadas y han resultado heridas, no lo merece España”.
Lo que no define el PP es su postura sobre la comisión de investigación presentada por Unidas Podemos y otros aliados parlamentarios del Gobierno de coalición, una decisión de mucho más calado que pedir la dimisión del ministro del Interior o incluso del presidente, por lo que parece.
El principal partido de la oposición no definirá su postura con Feijóo en otro continente, pero las respuestas que han dado los portavoces estos días invitan a pensar que no se sumarán a una investigación parlamentaria que no solo pondría en duros aprietos al Gobierno, sino también a la Policía Nacional y la Guardia Civil que patrullan la frontera y cuyos mandos estarían obligados a comparecer y testificar. Un paso que difícilmente dará el PP y que tampoco dio en su día el PSOE.