Hace un año, Podemos y las confluencias irrumpieron en el Congreso con 69 diputados. Sus dirigentes admiten la complicación que tienen para compaginar su posición política en la calle con las instituciones. Los de Pablo Iglesias acusan a los partidos tradicionales de dejarles al margen. PP y PSOE celebran sus entendimientos y se descargan la responsabilidad de dejar a Unidos Podemos fuera de sus acuerdos al considerar que son ellos quienes no quieren entrar.
Unidos Podemos ha cargado este miércoles contra el Gobierno y el PSOE por alcanzar un “acuerdo oscurantista” sobre pobreza energética que tendrá como consecuencia la prohibición de los cortes de la luz para familias con vulnerabilidad “severa”. Acusan al ministro Álvaro Nadal de haberles marginado en la negociación.
Nadal les ha reprochado que no hayan cumplido con los estándares de negociación para tratar de colar alguna de sus propuestas. “Los únicos textos que hemos recibido son de PSOE y Ciudadanos. Con Podemos se ha hablado en los mismos términos que con el resto de los grupos”, ha afirmado Nadal: “Ni siquiera he recibido una respuesta”.
El ministro considera que, por mucho que hubieran hablado en reuniones o que se hayan presentado antes iniciativas parlamentarias, la vía válida de negociación era responder a una propuesta que les hizo llegar por escrito a los grupos el 2 de diciembre. Podemos no respondió porque consideraba que el titular de Energía ya tenía sobre la mesa sus condiciones de conversaciones previas.
Ese malentendido les dejó fuera, como a Ciudadanos. Los de Albert Rivera reaccionaron a última hora de la tarde del martes y enviaron algunas medidas que se incluyeron en el acuerdo que cerraron el Gobierno y el PSOE horas después.
El Gobierno sostiene que Podemos se queda atrás porque no se ha acostumbrado a la vida institucional. “No estamos en el colegio”, señalan fuentes gubernamentales. Un argumento similar es el que defienden en la bancada socialista: “No están a lo que hay que estar. Están a otras cosas”. No obstante, en el PSOE creen que es la estrategia de los de Iglesias y que, en el fondo, no aspiran a llegar a ningún tipo de acuerdo.
Fuentes conservadoras dicen que incluso han tenido que orientar a Podemos en la tramitación de algunas iniciativas parlamentarias y que el secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, les ha recomendado que en las proposiciones de ley especifiquen que no comportan incremento de gasto para que el Gobierno no las vete de entrada.
A cada enfado de Podemos por lo que consideran un ninguneo, PP y PSOE suelen contestar con su incapacidad para habituarse a los trámites de la institución. Pasó, por ejemplo, en la legislatura posterior al 20D cuando PP, PSOE y Ciudadanos se repartieron los puestos de la Mesa de la Diputación Permanente -el Parlamento 'de guardia'- antes de que se disolvieran las Cortes para la repetición electoral. Iglesias cargó contra el resto de partidos por haberse reunido “sin el conocimiento de la gente”.
Los socialistas aseguraron en ese momento que Íñigo Errejón desconocía incluso el mecanismo para repartirse esos puestos. PSOE y Ciudadanos mantuvieron su acuerdo previo para la disposición de la Mesa del Congreso y que hizo presidente a Patxi López. “Podemos ha pecado de ingenuo porque no ha negociado”, dijo Celia Villalobos.
Aprendida la lección, Unidos Podemos buscó que el PSOE se retratara presentando a Xavi Domènech a la presidencia del Congreso. Querían un equilibrio de fuerzas por la izquierda y con las fuerzas soberanistas que finalmente no salió adelante, porque Convergència pactó con el PP para que Ana Pastor se hiciera con la tercera autoridad del Estado. El movimiento sentó fatal en el PSOE, que pugnaba entonces por mantener a Patxi López en el puesto que apenas ocupó medio año.
Batalla eterna por el relato
El juego parlamentario ya había comenzado y quedó evidenciado el tira y afloja que durará toda la legislatura. En el Gobierno están convencidos de que habrá más acuerdos con el PSOE y los socialistas quieren anotarse tantos que permitan situarles en la “oposición útil” que justifique la abstención que dejó gobernar a Mariano Rajoy.
Unidos Podemos también ha visto cómo le cortaban el paso en algunas de sus iniciativas parlamentarias, como las peticiones de comparecencia del presidente de Gas Natural, Isidro Fainé, para rendir cuentas por el corte de luz a una mujer que falleció en Reus y de José María Aznar para que explicara la corrupción del PP. En ambos casos PP y PSOE se acogieron a las normas del Congreso para rechazar las solicitudes y acusaron a los de Iglesias de desconocimiento del reglamento.
Otra de las batallas la libraron por la colocación de Jorge Fernández Díaz como presidente de una comisión parlamentaria. El PSOE estaba decidido a permitir que ocupara ese puesto amparándose en que al iniciar la legislatura se alcanza un acuerdo para repartir los puestos entre todos los grupos y que cada uno decide a quién coloca.
La presión ejercida por los de Iglesias llevó a los socialistas a negociar bajo cuerda con el PP para evitar que el exministro reprobado por el Congreso presidiera la Comisión de Exteriores. Los conservadores encontraron al final un subterfugio para que Fernández Díaz estuviera al frente de la Comisión de Peticiones, un puesto que por norma ocupa el partido mayoritario.