El vodevil del voto telemático vivido en el Congreso este jueves en la convalidación del real decreto ley de la reforma laboral, que salió por un solo voto pese a la traición de los dos representantes de UPN y gracias a un error de un diputado del PP, tiene un precedente cercano. Concretamente, el de la elección de los magistrados del Tribunal Constitucional que llevó a cabo la Cámara Baja el pasado mes de noviembre. Aquel día, el exministro José Luis Ábalos votó en blanco, según dijo entonces por error, y, pese a advertirlo a los servicios de la Cámara con tiempo suficiente, no se le permitió volver a emitir su sufragio, tal y como recuerda él mismo a elDiario.es.
“No me admitieron la posibilidad de cambio”, asegura Ábalos en conversación con este medio. “Ni el sistema informático ni la dirección del grupo parlamentario pudieron hacer nada, y eso que lo advertí con unas tres horas de antelación”, apunta el exministro.
La elección de Enrique Arnaldo y Concepción Espejel, a propuesta del PP, dentro de la lista de candidatos al Tribunal Constitucional provocó un duro debate dentro del PSOE y de Unidas Podemos. Ambos estaban señalados por su cercanía al partido de Pablo Casado, y su pasado anticipa posibles polémicas en el Constitucional. Su elección fue un mal trago para los partidos del Gobierno y rompió la mayoría habitual que apoya al Ejecutivo de coalición, como ocurrió este jueves con la reforma laboral. Desde Moncloa lo justificaron en que era un paso para asegurar a futuro una mayoría progresista en el órgano.
Pero el día de la votación, que fue íntegramente telemática, 11 diputados no siguieron la disciplina de partido. Fue la mayor indisciplina de voto desde la investidura de Rajoy, cuando el PSOE se partió ante la decisión de la dirección de abstenerse y permitir la reelección del entonces líder del PP. Aquello no solo afectó a las filas socialistas y de Unidas Podemos (aunque en el caso del grupo confederal no se pudieron confirmar los nombres de los disidentes). La exportavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, también votó contra la directriz del partido, lo que le ha valido un expediente sancionador pendiente de resolver.
Otros diputados también optaron por seguir su propio criterio, como el guipuzcoano Odón Elorza, quien explicó sus motivos en una nota pública. El PSOE podía saber qué había votado cada uno porque exigió a sus representantes que entregaran el recibo que emite el sistema al realizar el voto telemático. El veterano diputado José Luis Ábalos fue uno de los que no votaron sí. Según relató entonces, se equivocó en el proceso y, como resultado, emitió un sufragio en blanco. Otro ejemplo similar fue el de Mariano Sánchez, según informó entonces la dirección socialista.
El resto de nombres no trascendieron, pero sí que los servicios jurídicos de la Cámara determinaron que, pese a denunciar el error con tiempo suficiente, Ábalos no pudo repetir su voto. Así lo confirma ahora el exministro a elDiario.es. Desde el Congreso apuntan a que, salvo que se pueda demostrar un fallo del sistema informático de votación telemática, no hay opción de volver a votar.
Pero también hay un antecedente, algo diferente, en el que sí se pudo repetir la votación. En junio de 2020, el Congreso votaba el plan de reconstrucción de la pandemia tras semanas de negociación parlamentaria. El resultado fue muy ajustado, 169 síes y 168 noes. Pero una diputada de Unidas Podemos pidió el voto telemático para, finalmente, hacerlo de forma presencial en su escaño.
Los servicios de la Cámara detectaron el error y se anuló su sufragio, por lo que se produjo un empate. Entonces, sí se volvió a votar esa parte del dictamen por aplicación del Reglamento ya que, según los letrados, no se puede pedir el voto telemático y hacerlo de forma presencial.
Es lo que intentó forzar el diputado del PP Alberto Casero este jueves cuando fue consciente de su error en el voto telemático en la convalidación de la reforma laboral. Según relató su propia portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, Casero votó a distancia por encontrarse enfermo. Tras el fallo, acudió al Congreso para intentar acceder al Hemiciclo y votar desde su escaño, pero los servicios de la Cámara le impidieron entrar porque, una vez que se llama a votación y se cierran las puertas del Salón de Plenos, ya nadie puede acceder a él. El real decreto ley quedó aprobado por tan solo un voto.