La presidenta de las Cortes de Castilla y León, Silvia Clemente, ha asegurado esta mañana que no fue “usuaria” de la vivienda de Pedrosa del Rey (Valladolid) que su marido, el empresario patatero Javier Meléndez, reformó con más de un millón de euros de origen desconocido. Las declaraciones realizadas por Clemente, que presentaba en Sahagún (León) una exposición de repostería, contradicen la versión que su esposo y sus abogados han mantenido en diferentes pleitos con sus padres, los propietarios originales del chalé donde se instaló una piscina de agua salada y climatizada, un jacuzzi, una saula finlandesa y una serie de lujos por 1.165.000 euros y de la que no constan facturas, licencia ni la procedencia de los fondos.
Preguntada por la prensa sobre el asunto de las obras, Clemente, la segunda autoridad política de la región, aseguró que “en pleno siglo XXI” no cree que deba dar “ninguna explicación sobre los conflictos familiares” de su marido y planteó a los periodistas si harían la misma pregunta a su marido. A continuación defendió que no participó en la financiación de los trabajos ni tiene relación alguna con la vivienda. “No he sido arrendataria ni usuaria”, aseguró la dirigente del PP a los medios.
Esa versión choca con lo que ha mantenido su marido en los tribunales. Javier Meléndez admitió que tanto él como Silvia Clemente usaron esa casona como “domicilio conyugal” después de la rehabilitación realizada entre 2010 y 2012 hasta que ambos se mudaron a Valladolid.
Esa afirmación está por escrito en el punto tercero de la contestación de Meléndez a la demanda interpuesta por sus padres en 2016, donde la defensa del empresario dice literalmente que “la casa fue utilizada como domicilio conyugal hasta que los hoy demandados se trasladaron a Valladolid, hace ya muchos años”.
El abogado de Javier Meléndez también da por hecho que Clemente residió en el chalé cuando responde en el punto noveno que “don Javier y doña Silvia abandonaron los dormitorios que ocupaban en la zona este de la casa (parte antigua), pero obligados por la hostilidad de los demandantes”-en 2015-.
La defensa del empresario alude además a la declaración de una testigo en uno de los procedimientos judiciales, la empleada del hogar de Clemente y Meléndez, quien declaró que en el verano de 2014 había una distribución del uso de la casa, “en el sentido de que los padres vivían ‘primordialmente’ en la casa vieja, y don Javier y su esposa doña Silvia en la parte nueva, aclarando que estos últimos utilizaban también los dormitorios de la casa vieja (el dormitorio principal)”. La misma testigo refirió, según cita en la demanda el abogado de Javier Meléndez, “que don Javier y doña Silvia utilizaban la casa como si fuera suya, sin perjuicio de que todos los familiares se reunieran en la zona de estar y en la piscina”.
Añade también el abogado un segundo testimonio otra empleada doméstica durante el verano de 2015, una vez que había estallado el conflicto, que declaró: “Que tanto don Javier como doña Silvia recibían a amigos e invitados y hablaban de su casa como si fuera propia”.
Clemente, que en el momento en que se llevaron a cabo las obras era consejera de Agricultura en el Gobierno de Juan Vicente Herrera, trata de refutar ahora todas estas declaraciones. Ante la prensa este martes se ha desvinculado del caso, por considerarlo un tema “de carácter familiar” de su marido, sus padres y su hermano. “Yo no tengo absolutamente nada que ver con este asunto. Yo soy una persona que tengo un puesto de trabajo con un sueldo público que destino a mis gastos. Tengo independencia económica y por lo tanto creo que en pleno siglo XXI yo no debo dar ninguna explicación sobre los problemas familiares o los conflictos que mi marido, desde el punto de vista personal, tenga”, ha contestado a preguntas de los periodistas.
La presidenta de las Cortes también matizó que no había participado “ni en la titularidad de esa vivienda” con la que no ha tenido “ningún tipo de relación contractual”. “Yo lo único que he hecho es casarme con mi marido, pero yo no voy a dar explicaciones de las actividades de mi marido, creo que usted tampoco le preguntaría a mi marido por aquellas actividades o aquellos pagos que yo pueda realizar”, respondió a un periodista.
Sobre la ausencia de la obligatoria licencia de obras para levantar las nuevas edificaciones (un salón, un cenador, zona de sauna, piscina, jacuzzi y adaptación de una nave como vivienda), Clemente contestó que había que preguntar a los propietarios. “Ni he sido arrendataria, ni he sido usuaria”, remarcó a pesar de lo que contestó el abogado de su marido a la demanda paterna. “Yo no le puedo a usted explicar cómo han cumplido con esas obligaciones porque no me concierne. No puedo decírselo más claro, lo único que he hecho ha sido casarme con mi marido y yo tengo un hermano y tengo también unos tíos pero cada uno de ellos realiza sus actividades familiares como le conviene y como a buen entender quiere desarrollar: Pero yo no soy responsable de todas las personas que viven en mi entorno, sean familiares directos o sean familiares políticos”, zanjó las preguntas de la prensa.