El Tribunal Militar Territorial ha condenado a seis años de prisión a un teniente del Ejército del Aire por masturbarse repetidamente ante una soldado, a la que acosó sexualmente durante más de un año. Los jueces militares le imponen también 106.754 euros de indemnización, aunque un miembro del tribunal ha emitido un voto particular en el que pedía absolver al militar citando su “trayectoria profesional intachable y más de 30 años de servicio”, informa este jueves El País.
Los hechos ocurrieron de octubre de 2014 a marzo de 2016 en la base aérea de Alcantarilla (Murcia). La sentencia expresa que no existe “ninguna duda de que la soldado no prestó su consentimiento ni tuvo voluntad de acceder a las relaciones sexuales que el acusado le vino proponiendo, ni a los tocamientos sexuales de que fue objeto. El acusado, sencillamente, se aprovechó de la situación de dominio en que se encontraba y se prevalió intencionadamente de esa circunstancia”.
La situación provocó que la soldado desarrollara un trastorno de ansiedad, estrés postraumático y problemas gastrointestinales que requirieron tratamiento psiquiátrico y medicación durante dos años.
Según los hechos probados de la sentencia, el condenado, entonces subteniente, aprovechaba los momentos en los que se encontraba solo con la soldado en la Secretaría de la Jefatura de Estudios de la Escuela Militar de Paracaidismo de la base para proponerle tener relaciones sexuales. En esos momentos también es cuando se extraía el pene e interpelaba a su subordinada con expresiones como “mira cómo me pones” o “te gustaría comérmela”. También llegó a tocarle los genitales de forma exterior al uniforme.
Ante las sucesiones negativas de ella, su superior la amenazaba “veladamente” con consecuencias para su carrera si seguía rechazando sus proposiciones, refiere el texto.
Según El País, la sentencia no profundiza en cambio en la pasividad ante los hechos de los superiores del entonces subteniente. La soldado informó al comandante y al teniente coronel de la unidad de lo que estaba ocurriendo, pero estos no la creyeron y no activaron el protocolo contra el acoso sexual. Solo lo hicieron cuando ella, ante la insistencia del condenado, recurrió a su móvil para fotografiar uno de los episodios en los que su acosador se masturbaba ante ella y se la mostró.