“Necesitaría un vicepresidente que defienda la democracia española, que diga que hay un estado de derecho, separación de poderes, que el poder judicial es independiente del ejecutivo, y que no hay presos políticos, que no están encarcelados por sus ideas”. Son las palabras de Pedro Sánchez en una entrevista en La Sexta en julio de 2019, cuando Catalunya parecía el principal escollo para la incorporación de Pablo Iglesias a un Gobierno de coalición. Un año y medio más tarde, en plena campaña de las elecciones catalanas, la distancia entre PSOE y Unidas Podemos respecto del procés vuelve a evidenciarse, aunque los socialistas hacen ahora equilibrios en la respuesta a su socio minoritario, que considera que “no hay una situación de plena normalidad política y democrática” por que un “conflicto político” se ha “gestionado por vías policiales y judiciales”.
El encontronazo surge a cuenta de la polémica abierta entre la UE y Rusia, después del cruce de declaraciones entre el Alto Representante de la Comisión, Josep Borrell, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Borrell reclamó la libertad del opositor Alexei Navalni y Lavrov respondió con la condena a los líderes del independentismo catalán.
Horas después, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya respondía a su homólogo: “España es una de las 23 democracias plenas en el mundo, y solo hay 23. Rusia está en el puesto 124 de 167 países. Quiero recordar que en España todos los ciudadanos, todos, tienen plenamente garantizados sus derechos y libertades. Que en España no hay presos políticos. Hay políticos presos”.
La respuesta de Iglesias, en una entrevista en el diario Ara, fue diametralmente opuesta: “No hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Catalunya, el uno está en la cárcel y el otro en Bruselas”. “Si como miembro del Gobierno voy a cualquier país y me dicen que los líderes políticos de los dos partidos que gobiernan en Catalunya están uno en la prisión y el otro en Bruselas, me están describiendo los hechos. Estas personas no han puesto bombas, no han disparado contra nadie. Pues es evidente que hay una situación de excepcionalidad, y lo tengo que reconocer como vicepresidente del gobierno español”, apostilló el líder de Unidas Podemos. Iglesias también citó el caso del rapero Pablo Hasel.
La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, aseguró que discrepa “absolutamente” de las declaraciones de su compañero de Consejo de Ministros y defendió que España tiene “la normalidad propia de un estado de derecho” donde a todos se les aplican las leyes por igual, informa Europa Press. La dirigente socialista insistió en que la española es una “democracia seria” y se remitió a la participación de los líderes condenados en la campaña electoral. “Todo el que quiere y puede, participa”, dijo Calvo antes de sentenciar: “Quien no participa es porque huyó de su país”.
También el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, se desmarcó de las afirmaciones de Iglesias al afirmar que “España es una de las democracias de mayor calidad en el mundo”, pero trató de hacer equilibrios en su crítica al vicepresidente al reconocer que “no es un sistema perfecto” y que, por tanto, tiene “anomalías” que no aclaró. “El vicepresidente defiende la democracia en España y diría que defiende aún más la profundización y una mayor calidad democrática en nuestro país”, expresó Ábalos, que subrayó que eso era lo que “importa” frente a “frases de las que no se puede estar pendiente de una respuesta”, como el asunto de los exiliados.
También en la precampaña electoral Iglesias irritó a los socialistas al comparar a Carles Puigdemont y otros líderes independentistas que salieron de España tras el 1-O con los exiliados de la guerra civil y el franquismo. En esa ocasión los socialistas salieron en tromba contra ese paralelismo e incluso Pedro Sánchez corrigió al vicepresidente segundo ante el Comité Federal del PSOE. “El sacrificio y la resistencia de ayer son la base de nuestra democracia de hoy”, reivindicó el presidente, que se refirió en su discurso al “verdadero exilio”.
El propio Iglesias matizó sus palabras al reconocer que “los contextos son diferentes”, aunque dejó claro que no iba a contribuir a “la criminalización del independentismo”.
Aunque el PSOE es consciente de que necesita a ERC para gobernar en Madrid –el candidato del PSC, Salvador Illa, ha reconocido que todas las partes han cometido errores en Catalunya– y mantiene la mano tendida a una solución negociada al conflicto político, su posición al respecto es diametralmente contraria al sostener que los líderes independentistas cumplen condena por saltarse la ley y, en concreto, señalar a Puigdemont por “huir” de España para sortear el proceso judicial.
De hecho, mientras Iglesias defiende abiertamente el indulto y apostó incluso por que llegara antes de las elecciones catalanas. En una entrevista en Nació Digital, la ministra de Igualdad, Irene Montero, defendió que los catalanes deberían haber podido votar los presos del procés, cuyas penas incluyen la inhabilitación. El perdón gubernamental es, para el PSOE, un asunto delicado. Los de Sánchez han preparado el terreno, pero tratan de alejarlo lo máximo posible de la campaña. El PSC calcula que la posición de Miquel Iceta favorable al perdón gubernamental les costó en 2017 unos 100.000 votos que se fueron a Ciudadanos, un nicho que Illa pretende recuperar.
La posición de Unidas Podemos se mantiene estable en el tiempo. Frente a la propuesta de reforma constitucional que defienden los socialistas, el espacio que lidera Pablo Iglesias sostiene su propuesta de un referéndum pactado entre la Generalitat y el Gobierno central como solución al conflicto. Su planteamiento pasa por aprobar una ley similar a la canadiense que establezca requisitos para convocar la consulta y el umbral que daría el paso a la independencia. Además, han mostrado su rechazo tanto al procedimiento judicial como a la sentencia del Tribunal Supremo que siguió al referéndum del 1 de octubre de 2017.
Las discrepancias con el PSOE no son nuevas. De hecho, la apuesta de Podemos por una solución pactada fueron una de las palancas con las que el partido logró sendos triunfos consecutivos en Catalunya en las generales de 2015 y 2016. Hoy las tornas se han invertido y, según las encuestas, Salvador Illa podría estar en condiciones de disputar el triunfo al independentismo, mientras En Comú Podem aspira, como mucho, a ser cuarta fuerza en el Parlament, lo que sería de hecho una mejora con la situación actual.